— Hey! Despierta — lo movió.
— 5 minutos...
— Te vas a quedar, debemos movernos...
— Ya voy...
— Corre, debíamos irnos hace una hora; la verdad no sé cómo acepté que vinieras conmigo. Alexander, he huido de mi familia tres siglos, no quiero que mi cabeza en su mesa.
— Adriana, la verdad no sé porque te fuiste de la familia, vivías bien. Yo quisiera estar en tus zapatos.
— Mi vida no era muy buena, sí tenía comodidades para la vida de vampiro. Pero el no salir de esa casa, estar día y noche ahí, y sólo salir cuando mis padres me dejaban... No es vida, clases particulares de todos los idiomas, de todo, lo qué se les ocurría. No es vida Alexander.
— ¿Y qué vida buscás?
— La qué buscó es ser libre, no me ha ido de maravilla pero no me quejo, tres siglos viendo a fuera está bien.
— Sí... Pero ¿No extrañas a tú familia?
— A veces, a veces quisiera volver y decir, llegó su hija... no puedo, no puedo volver a esa cárcel.
— Entoces vamos, vámonos de la cuidad. El cazador debe saber que sigues viva y tus padres deben de saber que ahora huyó contigo. — se levantó.
— ¿Cómo? — preguntó ella, bloqueado el pasó.
— Me dijeron que hablará contigo, mis padres me lo dijeron que te hiciera recapacitar, ya me dí cuenta que estás decidida a huir. Huire contigo, fuí idiota al salir con tu prima... — la abrazó.
— Eso quedó atrás, no soy la niña enamorada de ti. Si quieres puedes seguirme, pero no me quedaré contigo. — se alejó de él y salió del cuarto.
Bajó las escaleras y espero a su compañero, empezaron a caminar en la noche. Sin rumbo, pensando en su próxima víctima para comer.
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Editado: 16.02.2020