La Vida Que Yo EsperÉ

LO QUE NOS HACE SER FUERTES

Salomé todavía no puede creer lo que le acaba de pasar. Cuando Lorenza se le acerca, y le dice:

— Buenas vecina, ¿paso algo?

Mientras Jorge habla con los policías, Salomé le responde a Lorenza:

— Nos acaban de robar el vehículo.

Lorenza se pone sus dos manos en sus mejillas, diciendo:

— Qué horror, aquí en los Rosales nunca había pasado eso.

Carmenza también se acerca, y les dice a Lorenza y a Salomé:

— Hola vecinas, ¿alguien estaba peleando?

Lorenza le contesta a Carmenza:

— Les robaron el vehículo.

Carmenza toca la mano derecha de Salomé, y le dice:

— Ay, hija, lo siento...

Salomé mira a los policías, y dice:

— Todavía estoy en shok.

Lorenza le dice a Salomé:

— No te preocupes, la policía va a encontrar tu vehículo...

Quince días después, 7:49 pm, la policía no pudo recuperar el carro de Jorge. Y dan rondas más frecuentes por el barrio.

En ese instante, Salomé sigue igual de fría y distante con Jorge, el cual está sentado en el sofá.

Jorge se cansa de esa situación, y le dice a su esposa:

— ¿Por qué no me dices todo lo que tienes que decirme?... se sincera y dime la verdad Salomé, ¡ah!, habla de una de una vez.

Salomé cierra su portátil y queda viendo a Jorge, y le expresa:

— ¿Qué es lo que quieres escuchar?

— Quiero que me digas lo que piensas, ya han pasado quince días de lo del robo y tú me evades todo un tiempo, yo sé que cometí un error y te vuelvo a pedir perdón, yo te prometo...

— No prometas nada Jorge... yo voy a dejar eso del carro atrás y hagamos de cuenta que no paso nada. Y sigamos con los planes de conseguir trabajo.

— Completamente de acuerdo, ¿que se te ocurre?

— Ahora es mi turno de salir a buscar trabajo.

— Salomé, ¿quién se queda con el niño?, ¿y quien hace los oficios de la casa?

— Pues tu.

— ¿Quieres que yo me ponga a cocinar?

— Si, y también a cuidar a Miguel, lavar la ropa, barrer y limpiar la casa, yo voy a buscar trabajo donde una amiga.

Jorge se queda pensando, luego dice:

— Bueno...

En ese instante, Salomé le marca a Liceth, pero esta no responde.

Salomé deja el teléfono en la mesa. Cuando Jorge le dice:

— ¿A quién llamas?

— A una amiga que trabaja en el ministerio de viviendas.

— Bueno, voy a mirar que hay de comer.

— Calienta la comida.

— Está bien.

En ese momento, Jorge va a la cocina. Cuando Liceth le devuelve la llamada a Salomé, diciéndole:

— Donde hago la raya.

Salome se ríe y se levanta de su asiento, diciéndole a Liceth:

— Hola amiga, reconozco que me he olvidado de llamarte y estar en contacto como lo hacíamos antes, pero en mi vida han pasado un sin número de cosas, que por el teléfono se me hace... como decirte.

— Incomodo.

— Si, esa es la frase... debemos vernos.

— ¿En dónde?

— Qué te parece si nos vemos en la nueva cafetería que abrieron en el centro de la ciudad.

— Está bien.

En la mañana siguiente, Salomé se reúne con Liceth en Café Devoción, y se abrazan. Cuando Emily llama a Salomé, pero esta guarda el teléfono en su bolso, diciéndole a Liceth:

— Estaba ansiosa por hablar con alguien diferente a mi esposo o algún vecino de donde vivo.

Sorprendida, Liceth le expresa:

— ¿Ansiosa?, pero si debes de hablar con cientos de personas en la empresa que trabajas.

— Han pasado muchísimas cosas que han cambiado mi vida por completo.

— ¿En serio?

— Si... mi tía Liliana murió y me quede sin trabajo.

Liceth coge las dos manos de Salomé, y le expresa:

— ¡Ay! Amiga, tu tía era un amor...

Las palabras de Liceth hacen que Salomé se vuelva a quebrantar, y llora frente a ella.

Liceth corre su silla junto a Salomé y acaricia su cabeza, diciéndole:

— Estas cosas que nos pasan... ¡mírame!, las cosas malas que nos pasan nos hacen más fuertes, la vida es dura amiga, pero hay que ser fuerte.

Salomé deja de llorar, y le dice a Liceth:

— Quien te escuchara creería que no eras tú, has cambiado bastante Liceth.

— Los golpes de la vida, esos me hicieron aterrizar... pero dime Salomé, además de esto que me dijiste, ¿qué otra cosa me viniste a contar?

— Si, te contacte porque quería saber si me ayudas a conseguir trabajo en el ministerio de viviendas.

— Que te puedo decir...

— ¿Qué sucede Liceth?

— Es que ahora trabajo en una tienda de calzados.

— ¿Qué sucedió en el ministerio?

— Terminación de contrato.

— Ya veo.

— No te desanimes Salomé, si gustas yo puedo hablar con mi jefa. Para que te reciba en el local.

De inmediato, Salomé saca varias hojas de vida de su bolso y le entrega una a Liceth, diciéndole:

— Ojalá y me acepte.

Emily le vuelve a marcar a Salomé. Cuando esta le contesta, diciéndole:

— Hola amiga.

— Hola Salomé, ¿acaso estas ocupada que te he llamado varias veces y no contestabas?

— Un poco, estoy hablando en este momento con una amiga.

— Ah, entonces te marco más tarde.

— Bueno, te cuidas Emily...

Barrio Rosales, Jorge intenta cocinar unos frijoles con carne encebollada, mientras cuida a su hijo.

Después de unos minutos, Jorge se distrae viendo junto a su hijo un canal de muñequitos. Cuando comienza a oler a quemado.

De inmediato, Jorge deja al niño en el sofá y corre hacia la cocina. Y al ver la carne toda quemada, apaga la estufa rápidamente y pone el sartén en el mesón.

Estupefacto, Jorge ve la carne y se pone la mano derecha en la frente, y dice:

— Por estar pensando en ese carro... esto no se lo come nadie.

En ese momento, Jorge mira al niño que juega con el control del televisor. Cuando mira los frijoles, y decide echarle más agua...




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