CAPÍTULO 3: ASTHAR, EL REY SABIO.
Que en su vida anterior le gustara ver películas donde habían asesinos no quería decir que en esta ella se convertiría en una....
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Erin intentaba con todas sus fuerzas zafarse del agarre, sin embargo, no podía hacer mucho y tampoco quería utilizar magia, no obstante, si llegase a usar armas, quedaría expuesta ante todos haciéndoles dudar sobre su identidad.
— Basta Quert, apacigua la ira. Obsérvame, estoy completamente bien. Eso sólo fue un efecto de la poción. Ahora debes bajarla caballero negro — la dejó caer como saco de papas y después sintió los brazos fuertes del rey —. De ahora en adelante serás mía.
No hubo tiempo de reacción, sólo en ese momento se percató de la increíble pesadez en su cuerpo y lo excelente que se sentía ser cargada por un hombre fuerte y muy be parecido. Si bien en ese cuerpo tenía 18; por lo tanto era menor de edad, como Blair Jones pasaba los 40 años y por consiguiente su cuerpo era capaz de sentirse atraído.
En su antigua vida se encontró con todo tipo de hombres, entre buenos, bonitos y hasta baratos, pero nunca alguno como el rey Demir. Su manera de observar cada centímetro de ella era extraña, cómoda sin duda. A la vez, su forma de ser era estar a la defensiva con el pasar de los minutos. Y no debía ser para menos, con esa experiencia tan aterradora. Murió a manos de un hombre malo; psicópata, no podía simplemente confiar en cualquiera sin deber ni temer.
Durante su estadía en el palacio no hizo mas que deambular por cada largo y obscuro pasillo con magia, aunque bien podía escapar de ee lugar con magia de bajo nivel, ella tenía en mente un mejor plan. Toda la información que necesitaba para encontrar al verdadero culpable de la muerte de sus padres se hallaba escondida en dos bibliotecas, la biblioteca imperial y por supuesto, la sagrada. Obviamente le sería imposible entrar a la torre sagrada en una sola pieza, sin embargo por obra del destino ya se encontraba deambulando por los pasillos vacíos del palacio imperial.
Tras haber pasado veinte minutos deambulando y abriendo puertas al azar, por fin pudo dar con la correcta. En efecto, eran de alabar todos los ejemplares dentro de esta, su amplio terreno no dejaba nada a la imaginación, aunque sí plenamente a la curiosidad. Amaba leer en sus tiempos libres, o cuando estaba soltera por mucho tiempo. La lectura mantenía su cuerpo y alama en coordinación, su mente volaba cada que encontraba una buena historia de fantasía, tipo Harry Potter o Juego de Tronos. Lo ultimo que recuerda haber leído era una novela de la época victoriana, sin embargo, justo en medio de esos recuerdos, aparecía una barrera provocando dolor en su cabeza.
En cuanto decidió pasearse por los estantes, pudo sentir una presencia mágica tal cual sentía el aura de Demir, aunque en efecto eran similares, a la vez se podían captar las diferencias. Asomó su cabeza por un espacio hueco y entonces pudo ver a un chico de unos veinte años recargado sobre la pared a sus espaldas. Quizá fue porque lo miraba con expectativa y curiosidad, o simplemente porque fijó su mirada en él por varios minutos que este abrió los ojos un tanto sorprendido notando la presencia de Erin.
Sus miradas se cruzaron momentáneamente, y ambos sintieron como si una tormenta eléctrica recorriese sus cuerpos. Ninguno fue capaz de apartar los ojos del otro. Al menos hasta que ella sintió el deseo de desaparecer. El sentimiento vivido no había sido muy diferente al de uno días atrás con Demir. Aunque sin duda, podía constatar que eran levemente distintos.
En cuanto ella salió huyendo este reaccionó con letargo y muy tarde. La misteriosa mujer cuyo cabello había cambiado de la nada frente a él, desapareció tal cual estrella, fugaz.
Erin mientras intentaba recuperar el aliento, sus piernas flaqueaban y dudaba mucho de aquel sentimiento. En cuanto regresó a la habitación no dudó en crear un poco de magia con sus manos, solo para olvidar por un momento el sentimiento y sentirse algo cansada. No duró mucho su experimento pues el rey atravesó la puerta de manera vulgar.
— ¡Esta noche habrá una bienvenida!. El rey de Lient ha llegado de visita y se quedará unos meses, en tanto podamos arreglar los problemas de agua y comida para el continente todo estará bien. Así que será mi acompañante. El vestido que mandé hacer especialmente para usted mi bella dama le será entregado esta tarde, espero poder contar con su presencia.
A la mujer no le dio tiempo de refutar la petición. Asistir a un baile de gala por la tarde-noche era precisamente lo primero que quería evitar, sobre todo debido a su origen. Ser una bruja conllevaba solo dos opciones, estar escondida toda tu vida, o enfrentarse a la hoguera. Y este joven e inexperto rey la estaba acorralando claramente a la segunda opción.
Después de debatirse algunos minutos entre asistir o huir, finalmente decidió acompañar al rey. Solo así podía ganarse su confianza, e incluso obtener información extra.
Alguien tocó la puerta con insistencia por lo que no le quedó de otra mas que hacer pasar a la persona.
— Adelante.
— Mi lady, lamento acudir a usted de tal manera, pero la verdad es que no sabemos como hacer algo al respecto.
— ¿Sucede algo en el palacio?
— Así es lady Erin. El rey se puso furioso cuando una de las mucamas hizo añicos el vestido que su majestad mandó a hacer con tanta ilusión especialmente para usted en este día. Era único y tenía mas valor pues se pidió a juego con el traje y armadura del rey. En este momento ha destrozado la sala sur y el jardín con su magia, la pobre mucama ya fue capturada, sin embargo, su majestad llamó traer a toda su familia para darles un merecido castigo, ya que este crimen será visto como ataque directo a la integridad de la familia real.