La Voz

Recuerdos

  • Hija, papá ya no está con nosotras.  –fueron las palabras de su mamá.
  • No, no mami, el nunca nos va a dejar, eso me lo prometió y papá jamás deja de cumplir una promesa.
  • Pero papá ya no está.
  • Él siempre va a estar con nosotras, estoy segura.

No quiso seguir recordando aquella tarde y en busca de nuevos recuerdos llego a su adolescencia cargada de obligaciones. Fue entonces cuando conoció a Horacio.

Él había llegado al pueblo con una empresa extranjera. Claro que no era el único, pero sí el más atractivo y simpático del grupo de recién llegados.

Cuando se conocieron Raquel pensó que podía volver a ser feliz y soñó con ciudades, playas y montañas junto a Horacio.

Se la veía alegre, cantando mientras hacia las tareas de la casa, muchas veces hasta bailaba sola.  Fueron los dos años más hermosos de su vida.

Aún recordaba cada palabra pronunciada por Horacio, cuando le declaró su amor.

  • Raquel, sé que no soy un príncipe azul, pero me gustaría ser el dueño de tus sueños. He aprendido a amarte, a necesitarte. Y quisiera que respondieras a mi amor con tu amor.

Era tal la emoción de Raquel, que quería gritar – si, si, si yo también te amo. Pero sólo atinó a sonreír y muy tímida y recatada respondió.

  • Horacio, jamás estuve de novia y temo que no soy la mujer ideal para vos.
  • Yo, no puedo decir lo mismo Raquel, tuve varias novias y por esa misma razón sé que sos la mujer que siempre quise para esposa.

Horacio, no sólo hablaba de noviazgo, sino de un futuro casamiento. Eso significaba dejar el pueblo, conocer otros lugares, vivir de una forma diferente. Todo esto logró confundirla más y atemorizarla más aún.

  • Por favor Horacio, no me pidas que te responda ahora, es algo que te repito nunca antes viví. Por eso te pido que me des unos días para poder pensarlo bien.
  • Está bien, no quiero presionarte, ni que me des un sí ya. Pero quiero que sepas que a mí también me costo bastante dar este paso. Sé que sos una persona muy especial, una mujer de esas que ya no quedan en este mundo tan esquizofrénico. Mereces toda la felicidad del mundo, que espero poder darte algún día.

Fueron estas palabras las que lograron vencer la timidez de Raquel, que con mucha vergüenza y miedo, cerro los ojos y beso los labios de Horacio. Y él acepta ese beso como un Si a su declaración de amor.

Vinieron días felices para Raquel y Horacio. Veinticuatro meses, llenos de ilusiones y planes para formar una familia.

Hasta aquella noche trágica para el pueblo.

Eran como las diez de la noche cuando un fuerte temporal de agua y granizo azotó con una furia nunca antes vista en la zona. Todo era caos y descontrol. Horacio, por temor a que algo malo le sucediera a Raquel, salió en plena tormenta rumbo a su casa, pero la fatalidad nuevamente le jugaría una mala pasada a esta joven e ilusionada mujer. Un alud de lodo y piedras arrastra el auto de Horacio, destruyéndolo.

 



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En el texto hay: tristeza, tristeza y preguntas sin respuesta

Editado: 30.08.2020

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