— Doctor Doyun no soy quien para inmiscuirme en los asuntos relacionados con sus pacientes, pero si vienen aquí a mi morada e irrumpen mi paz y tranquilidad no puedo dejar pasar tal cosa con facilidad.
— Comprendo perfectamente maestro y me siento muy avergonzado por todo ello. Le pido mil disculpas. En mis veinte años de profesión nunca antes había pasado por tal situación y que conste que he tratado con pacientes realmente complicados.
— ¿Entonces estos dos jóvenes sí son sus pacientes? —el Doctor Doyun negó con la cabeza— Solo el joven que usted trajo aquí a su casa, y perdóneme si no puedo contestar a todas las preguntas que sé que me hará. Por favor compréndame. Maestro…. ¿Puedo preguntarte algo?
— Adelante. A diferencia de usted, yo sí puedo responder a todas las preguntas siempre y cuando estén en mis conocimientos.
— Usted es un hombre muy sabio maestro. Dudo que carezca de respuestas. ¿Qué piensa del chico?
— Que está perturbado y confundido. Cualquier voz o cualquier palabra que le desagrade, lo tomará como una amenaza y se comportará de un modo agresivo. Y sus pensamientos no se ajustan para nada a la realidad.
— Mmm… ¿Y cómo hizo para traerlo hasta aquí?
— No hice nada extraordinario.
—Maestro… desde hace un mes intento que el chico me diga al menos una palabra. ¿Y sabe qué es lo único que he conseguido? ¿O más bien presenciado? Esa agresividad incontrolable cuando el agente se dirige a él y le habla.
— El chico subió a la gruta de Sanbanggulsa. Al parecer esperaba encontrar a alguien allí, pero al darse cuenta de que no estaba intentó destruir todo el altar. Por fortuna pude contenerlo. Fue así que lo conocí y lo traje hasta aquí. Azkeel simplemente quiso seguirme.
— ¿Azkeel? Ese no es que su nombre.
— Lo sé, pero fue lo que me dijo y no creí ni conveniente ni necesario contradecirlo.
Pensativo, el Doctor Doyun asentaba con la cabeza ante cada palabra del maestro.
— Doctor Doyun, usted acaba de sedar al muchacho al igual que al otro y tardarán un buen rato en despertar. ¿Por qué no aprovechamos la ocasión y me cuentas quiénes son estas personas?
— Maestro, no tengo mucho que decirle. Solo podría reproducir para usted toda la versión del agente qué no tengo idea de que sea cierta. Lo único cierto que logré corroborar fue sobre este informe clínico del chico. Él padece de Asperger. Un trastorno del espectro autista conocido como AS o TEA.
— Soy maestro. Me he recibido y especializado en el área pedagógica. No soy experto en su área Doctor Doyun, no obstante sé lo suficiente sobre ese padecimiento. ¿Así que el chico padece de Asperger?
— Tal como acabo de decirle, maestro.
— He tratado con niños y jóvenes de casos excepcionales. Incluso con jóvenes de conductas desordenadas. Rebeldes, ladrones, adictos, traumatizados, violentos, entre otros males, sin embargo, un caso como ese no me ha tocado.
— Mi paciente cayó en coma por una sobredosis de ISRS y antihistamínicos. Consumía inhibidores selectivos de recaptación de serotonina para combatir la ansiedad propia de una persona con Asperger y a su vez una probable depresión generada por estos mismos medicamentos. Despertó diez meses después. Lo que guarda en su mente y lo que hay detrás y después de su estado de coma no lo sé porque no me ha dado la oportunidad de conversar con él. No hallo la manera de poder tratarlo, y este agente apenas me da el plazo de un mes para poder recuperar la mente del chico.
— ¿Y la mente de ese agente quien la recupera?
— ¿Cómo dice?
— Ese sí es un caso que requiere de tratamiento psicoanalítico profundo Doctor Doyun. Todo un desafío. El problema real que usted tiene no es el chico con Asperger. Por alguna razón, los nervios de Azkeel se alteran excesivamente con la presencia de aquel agente. Es intolerante incluso a su mínimo acto de gesticulación.
— ¿Podría tratarse de algo perceptivo? Tendría mucha lógica en el chico. Las personas con TEA son muy sensibles y perceptibles.
— Así es… De todos modos, incluso yo percibí mucho daño en ese agente ni bien puso un pie en este lugar.
El semblante de angustia del Doctor Doyun era indescriptible. Por primera vez en toda su experiencia profesional se sintió fuera de lugar y por momentos no deseo otra cosa que estar sentado en su consultorio atendiendo los desórdenes comunes de sus habituales pacientes.
— ¿Doctor Doyun?
El médico sacudió sus pensamientos.
— Dígame.
— Si en verdad es un desafío para usted recuperar la mente del chico, lo primero que debe considerar es recomponer un poco la de ese agente.
— Pero yo ni siquiera conozco los traumas de mi paciente. ¿Cómo podría conocer los de ese agente?
El maestro Soo Chung Hee se puso de pie y se dirigió a una de las habitaciones. El Doctor Doyun lo siguió quedándose en la puerta. Einar Steen acababa de despertar.
— ¿Cómo se siente joven?
Al agente la cabeza le daba vueltas y sentía un dolor insoportable en la nariz. Sentado sobre la cama donde yacía sentado se hallaba el maestro.
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Editado: 01.12.2024