MANSIÓN DE BYFANG (ESSEN – ALEMANIA)
– Señora Bruchhagen, me avisó Genaro que llegó alguien a la mansión y desea hablar con usted.
— ¿Dijo quién era?
— No, señora. Aún está en la entrada —contestó el ama de llaves y Gina Alicia fue a conversar personalmente con el portero a través del teléfono de la cocina—
— ¿Genaro, quién es la persona que desea hablar conmigo? ¿Pudo identificarse?
— Acaba de hacerlo ahora, señora. Dice ser el maestro Soo Chung Hee.
— Wie?... ¿El maestro Chung?
Bastante, sorprendida y con el corazón repentinamente acelerado, se llevó una mano a la boca pensando si pudo haberle pasado algo malo a su hermano.
— No podría pasarle nada malo a Karîm. De ser así Louis ya me habría llamado —pensó— Genaro, hazlo pasar de inmediato.
El portero obedeció y permitió el ingreso del maestro a la residencia. Poco después, el ama de llaves lo recibió dentro de la mansión y lo guio hasta la sala donde Gina Alicia estaba esperándolo.
Con pasos lentos y mirando todo su alrededor, el maestro Chung ingresó.
— ¡Maestro Chung!
— ¿Señora Bruchhagen cómo está?
— Bastante sorprendida por su visita, pero sea bienvenido. Siéntase por favor.
— Perdone mi atrevimiento al venir de esta manera. Quise llamarla, pero no soy muy apegado a las tecnologías —dijo enseñando el teléfono móvil que le había dado el ex agente Einar Steen— El joven Wieber me dio este teléfono y me anotó su número en un papel, al igual que la dirección de este lugar, y preferí venir. Espero no haber sido inoportuno.
El maestro volvió a mirar lentamente todo lo que le rodeaba.
— Por supuesto que no maestro. Usted siempre será bien recibido en esta casa. Supongo que su visita tiene algo que ver con mi hermano. Él aún está en Inglaterra y Steen me mantiene al tanto de que todo esté bien.
— Yo no dudo de que el chico se encuentre bien. Ya tiene a su lado a persona que tanto adora.
Gina Alicia Bruchhagen sonrió.
— Pero este lugar no es apropiado para su regreso. Definitivamente no lo es.
— ¿Cómo dice maestro?
— Lo que acaba de oír, señora Bruchhagen. Este lugar está cargado de dolor. De recuerdos hirientes. De las sombras del miedo y de la muerte. Su hermano ya lo padeció muerto en vida y ahora que está sanando no puede repetirlo. El alma de usted se siente herida y me imagino que del mismo modo se encontrará el de toda su familia.
Los ojos de Gina Alicia se aguaron por completo y parecían a punto de rendirse ante inminentes lágrimas.
— No se ofenda por mis palabras, señora Bruchhagen, pero el joven Karîm no puede pisar esta mansión. No le hará ningún bien este lugar que ha visto una y mil veces en sus pesadillas. Aquel Sendero cubierto de oscuridad, de tinieblas y de pozos profundos no es más que esta mansión cubierta por las sombras de todos sus miedos. Su dolor. Su rencor y los recuerdos fugaces de una vida con su familia que le fue arrebatada. La voz que constantemente oía en su mente no era más que el de los seres que lo tuvieron con vida. Pudo haber sido la voz de su madre, aunque él prefería pensar que se trataba la voz de su pequeña hermana. Su ángel como él la llama. Lo he tratado durante 3 años y siempre han sido las mismas pesadillas. No ha hecho otra cosa que recordar a su madre cubriéndolo a él entre sus brazos estando pequeño. Es el único recuerdo que posee de ella, Pero ha aprendido a recordarla con mucha Paz. Una paz que aquí no encontrará porque la siguen recordando con dolor, culpa y tristeza. La recuerdan y no sienten más que rencor por lo que le hicieron. Nada de eso puede ser bueno para el chico señora Bruchhagen. Lastimosamente, no puedo hablarle sobre lo que piensa él de su padre porque nunca lo ha mencionado y esa ha sido para mí una tarea pendiente, pero sé que sus recuerdos también lo atormentan y lo harán aún más estando. El joven Karîm no reaccionará de buena manera estando aquí.
— ¿Y qué sugiere usted maestro Chung? Lo hemos esperado aquí durante años y deseamos tenerlo con nosotros. Con toda su familia. Aquí vivimos, pero podríamos verle un apartamento o algo así. No lo sé. No lo hemos planeado de ese modo. Él no puede arriesgarse a que lo vean en cualquier lugar. Esta es su casa y él debe estar aquí.
— Si usted me lo permite, señora Bruchhagen, yo podré hacer de esta mansión un nuevo lugar, Un lugar armonioso. Esta casa debe sanar antes del regreso de Karîm.
— ¿Sanar? No entiendo.
— Sanar. Liberarlo de las saturaciones negativas. Llenarlo de luz y buenas energías.
— ¿Y cómo haría eso? ¿Qué necesita?
— Todo debe ser cambiado. Los Muebles. Los objetos. Las fotografías. El color de las paredes. De las cortinas. Es necesario devolverle vida a este hogar. Supongo que no será fácil para usted ni para las demás personas que habitan en esta casa, pero es necesario hacerlo. No solo le harán un bien muy grande al joven Karîm. Se harán un bien a ustedes mismos. Dejarán libres a aquellos sentimientos que se han amarrado al alma durante tantos años. Sentimientos de tristeza, de dolor y melancolía que solo han enferman el espíritu.
El maestro Chung se puso de pie para despedirse de Gina Alicia.
— Estoy hospedado cerca de aquí. Sé que usted está en contacto con el joven Wieber. Puede pedirle que le envíe mi dirección. Sus oficiales se encargaron de conseguirme un lugar donde quedarme. En cuanto decida aceptar lo que le acabo de sugerirle, no dude en buscarme, señora Bruchhagen. O en todo caso, si desea llamarme, le pediré a uno de los oficiales que responda para mí.
Sin poder lograr que tan solo una palabra saliera de su boca, Gina Alicia simplemente asentó, y posteriormente el ama de llaves acompañó al maestro Chung hasta la puerta.
LONDRES – INGLATERRA
— Aurora… Aurora… Aurorita te estoy hablando. Despierta.
— Mmm…
— Esta muchachita se tomó muy en serio su papel de Bella Durmiente. Aurora…. —elevó la voz el joven ex agente—
— ¿Qué? ¿Qué sucedió? ¿Dónde está karîm?
— Nada malo sucedió, por lo tanto, no vayas a hacer otro escándalo como ayer preguntando por Karîm. Sí, en las mañanas no lo encuentras cerca de ti, ya debes saber que se encuentra meditando en algún lugar.
— ¿Y tú qué haces aquí? ¿Qué quieres? ¿Por qué me despiertas?
— Necesito hablar contigo antes de que él venga.
— Yo no tengo nada de que hablar contigo.
— Por supuesto que sí. Ahora guarda silencio y escúchame. Mañana volveremos a Alemania, pero antes de hacerlo te deben quedar en claro un par de cosas. La primera. Karîm está muerto. Muerto y enterrado para todos en Alemania. Ese Karîm que conociste años atrás ya no existe. Su nombre es Gregg Akins y tendrás que grabartelo muy bien en la cabeza. El único que lo ha llamado Karîm en los últimos años ha sido el maestro Chung. Incluso me llama a mí por mi verdadero nombre, pero una vez que estemos donde debemos estar todo, eso cambiará. La segunda. Yo soy Einar Steen. No me llames Louis Wieber. Y por nada del mundo vayas a mencionarle a alguien que yo me encuentro aquí con ustedes. Es más, tú ni siquiera vas a mencionar que Akins está contigo. Absolutamente, nadie debe saberlo Aurora, Y si en verdad deseas proteger a tu adorado principito, harás todo lo que te digo sin reproches ni rebeldías. ¿Fui lo suficientemente claro? ¿Mmm?
— ¿Que insinuas con todo esto? ¿Acaso pretendes que en Alemania continúe apartado de Karîm? ¿Eso estás queriéndome decir?
— No lo puedo creer. ¿No retuviste absolutamente nada de lo que acabo de decirte? ¿Acaso dije que no podrán verse estando en Alemania? Tendría yo que estar muy loco para proponer una cosa como esa. De tan solo insinuarlo, ese salvaje sería capaz de intentar matarme otra vez.
— ¿Qué dices? ¿Cómo te atreves? Karîm ni siquiera es capaz de matar una mosca.
Bastante molesta, Aurora se incorporó abandonando de inmediato la cama. Einar Steen comenzó a reír a carcajadas?
— ¿Qué te sucede policía demente? ¿De qué te ríes?
— Aquí el único demente es Akins.
— Cierra la boca. Eres un insolente.
— Toma… Aquí están guardadas las medicinas de tu hermanito. Tú te encargarás de dárselas ahora. Las tomó ayer antes de ir a tu presentación y debe volver a tomarlas mañana. Por nada del mundo vayas a olvidar que se las tome. Las indicaciones que apuntó el doctor Siu están allí por si desees leerlas. Ah… y ni se te ocurra dejarlas delante de él si no quieres que vuelva a cometer otro disparate como el de la última vez cuando se ahogó en sus pastillas.
Aurora tomó el neceser qué contenía los medicamentos de akins. Einar Steen dio unos pasos alejándose de la habitación, pero se frenó y volteó para volver a verla.
— Gregg Akins. Einar Steen. Memorízalos Aurora.
— Insolente y demente —musitó la joven entre dientes mientras guardaba los medicamentos de Akins en el fondo de su bolso y se disponía a ir en su búsqueda al gimnasio—
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Editado: 01.12.2024