Capítulo V "Desconocido".

—¡¿Abuela?! — chilla el pelinegro, sus pies son rápidos saltando los escalones de dos en dos. Hay una mujer de oscuros mechones cortos sentada en el sofá, las arrugas surcan su pequeño rostro de ojitos felinos los cuales se hallan ocultos tras unas gruesas gafas de montura cuadrada, porta un vestido azul mientras sostiene sobre su regazo un sweater purpura que teje hábilmente.

—No corras, Kookie. — dice en voz baja cuando ve al menor pasar a toda velocidad hacia la cocina. JungKook sale de ella con un vaso de leche, mochila al hombro, jeans y una camisa a cuadros.

—Abuela, iré al trabajo. Tae Tae vendrá a cuidarte, ¿de acuerdo? — la anciana asiente en silencio.

—¿YoonGi aún está en clases?

YoonGi, quien hasta ese momento había estado observando a su abuela, desvía un instante la mirada hacia el rostro de su hermano. Nunca… él nunca ha sido muy expresivo con el tacto, suele ser más bien reservado con su espacio personal, pero en cuanto nota la rápida expresión que cruza el rostro del menor, quiere levantarse y abrazarlo. Dura menos de un suspiro y lastima como nada jamás lo ha hecho, ver a su pequeño hermano al borde del llanto, JungKook parece roto, casi sin aliento, antes de sonreírle a su abuela, asintiendo con la cabeza.

—Sí abuela. Ya vendrá. — La mujer vuelve a asentir. JiMin dirige una mirada de angustia al pelinegro, quien tiene los ojos fijos en JungKook mientras incrusta sus uñas en las palmas de sus manos, puede ver la forma en la que su labio inferior comienza a temblar y sabe que necesita hacer algo, lo que sea, así que lleva su pequeña mano a las contrarias, acariciando los dorsos con suavidad, parece funcionar porque por un momento, el tacto del ángel resulta reconfortante, casi balsámico y el pelinegro solo suspira, agachando la mirada. JiMin no conoce a YoonGi, pero quiere suplicarle que deje de sentirse de esa manera, cada vez que los mira, algo parece fracturar gravemente el interior de JiMin, no es capaz de recordar a alguien sintiendo tan intensamente. El sonido de unas campanas logra despertar un poco al pelinegro, quien ve a JungKook agacharse a la altura de la mejilla de la anciana y depositar un suave beso en ella. —Debo irme ya, Tae Tae está aquí. Trajo sus palillos porque dijo que tejerían juntos. —sonríe.

La mujer le sonríe en respuesta, alzando ambos palillos.

—Me agrada Tae. — asiente. — Ve con cuidado por favor, Kookie. — pide antes de volver a su tejido. JungKook asiente antes de dejar el vaso sobre la mesita de centro de madera y correr a la puerta.

YoonGi escucha la puerta cerrarse y los animados pasos del castaño acercándose, ve al novio de su hermano inclinarse para besar los cabellos de su abuela y mostrarle la pequeña canasta que trae consigo, resulta imposible reprimir la sonrisa en su rostro cuando ve a su abuela sonreir; sin embargo, todo atisbo de alegría desaparece por completo cuando TaeHyung gira el rostro hacia el sofá en el que JiMin y él se hayan sentados. La mirada dorada se mantiene fija en una de las esquinas del sofá antes de que su ceño se frunza profundamente.

—¿Quién eres? ¿Cómo entraste aquí?

No le está mirando a él.

YoonGi permanece congelado en su lado del silloncito, sintiéndose aturdido; está a punto de preguntar a JiMin si ocurre algo y es cuando gira el rostro que sus ojos se topan con la mandíbula desencajada y los enormes ojos grises desbordantes de sorpresa.

—¿TaeHyung? — susurra.

—¿Quién eres? — insiste el castaño — ¿Cómo entraste aquí? ¿Eres amigo de Kookie?

El pálido tiene la boca abierta cuando la anciana parpadea confusa en dirección a TaeHyung.

—¿A quién le hablas, cielo? — susurra.

La mirada felina va de TaeHyung, quien balbucea con torpeza señalando con su índice el lugar en el que JiMin yace inmóvil con la mandíbula ligeramente desencajada, al peliblanco completamente aturdido.

—¿Qué ocurre? — murmura confuso, es suficiente para lograr despertar a JiMin, quien se gira en su dirección y sujeta su mano. En un oscuro parpadeo, ambos desaparecen.