(Narra Luken)
La taberna estaba llena de risas y gritos. Tarik, Enzo y yo estábamos en nuestra mesa habitual, ubicada en una esquina en donde podíamos observar todo lo que sucedía sin ser molestados. Una voluptuosa mesera trajo nuestras bebidas; me entregó mi tarro primero, mostrándome deferencia por ser el príncipe heredero, luego le dio los suyos a mis amigos con menos cuidado. La mesera era nueva y quería quedar bien conmigo, mis acompañantes le eran totalmente indiferentes, aunque eso estaba por cambiar.
Tarik le guiñó un ojo de forma coqueta, lo que provocó que ella se sonrojara con evidente nerviosismo. Mi amigo tenía talento con las mujeres, se le daba bien ser un Casanova. Lamentablemente, después de tantos años de amistad, ni a mí ni a Enzo se nos había contagiado nada de su talento con el sexo opuesto. No era que yo no atrajera mujeres, sí lo hacía, pero sospechaba que era más por mi título que por mi poder de seducción. Era torpe coqueteando, siempre decía la cosa equivocada o hacía algún chiste incómodo que las chicas no encontraban gracioso, no era bueno leyendo las señales que me mandaban y usualmente eran mis amigos los que tenían que informarme que la chica en cuestión me estaba dando entrada. Al final siempre me quedaba la duda de si había logrado ganarme su favor por mis méritos o simplemente había sido mi título lo que había tenido éxito. Tarik muchas veces me había insistido en enseñarme a ser como él, pero no era un muy buen alumno. Eso sí, cuando empecé a acercarme a Grecia, sí que me apoyé en Tarik para que me diera varias asesorías sobre qué decir y cómo entender las indirectas que ella me enviaba para evitar que cometiera los errores que usualmente acostumbraba.
—Por favor, no seduzcas a la nueva mesera. Parece eficiente y no quiero perderla —se quejó Enzo.
—No tengo la menor idea de a qué te refieres —dijo Tarik con fingida inocencia.
—Oh, claro que lo sabes. La vas a conquistar, te la llevarás a la cama y luego te irás con la siguiente chica que se te cruce enfrente, haciendo que ella renuncie en el acto y perdamos otra mesera competente solo porque eres incapaz de controlar tu libido —dijo Enzo negando con la cabeza.
—De verdad no entiendo de dónde sacas estas historias que te inventas —respondió Tarik casi sin aguantarse la risa.
Su cinismo hizo que rompiera a carcajadas.
—Hagamos un brindis por los futuros novios —propuso Enzo, ignorando la insolencia de Tarik.
—Ah, no. Eso sí que no. Bajen sus tarros que no pienso brindar por eso —se quejó Tarik—. Aquí venimos a planear la forma épica en la que nuestro querido amigo tiene que despedirse del mundo de la soltería, no a celebrar su casamiento. Esto es importante, tiene que ser algo grandioso que recuerdes por el resto de tu vida.
—¿Por el resto de mi vida? Vaya, esa es mucha presión para un solo evento —exclamé antes de dar un trago a mi bebida.
—Podríamos irnos de campamento los tres —sugirió Enzo—. Ir a pescar, dormir bajo las estrellas... sería divertido.
Asentí sin mucho ánimo, sonaba aceptable.
Tarik miró a Enzo como si quisiera abofetearlo.
—¿Pescar? ¿Acaso tienes diez años? ¡Pescar! ¡Hazme favor! Nuestro futuro rey va a casarse, ¿y tú lo vas a festejar llevándolo a dormir a la intemperie y a pasar horas sobre una lancha viendo al infinito? ¿Por qué no mejor le dices que lo odias? —exclamó indignado. Luego giró su atención a mí—. Tienes suerte de tenerme como amigo, porque sin mí, este zoquete estropearía tu despedida de soltero.
—Era solo una sugerencia —se defendió Enzo—. Y ya imagino lo que tú planeas hacer: una fiesta llena de bebida y mujeres. ¡Qué original!
—Una fiesta está bien, solo que no sea demasiado alocada. No quiero problemas con mis padres si las cosas se salen de control —intervine.
—Pues lo siento, Luken, pero no habrá tal fiesta —dijo Tarik—. Lo que tengo en mente es mucho mejor: un reto.
—¿Un reto? —pregunté intrigado, vaya que sonaba mucho más interesante que un viaje de pesca o una fiesta.
—Sí. Vamos a ponerte un reto que debes de cumplir de aquí al fatídico día del casamiento. Y nosotros te vamos a ayudar.
Enzo frunció el entrecejo, tan confundido como yo por las palabras de Tarik.
—Te recuerdo que Luken es nuestro príncipe heredero, no podemos hacer nada que lo ponga en peligro —comentó Enzo, previniendo que nuestro amigo pudiera tener en mente una idea enloquecida.
—Ay, tranquilo, suenas como un anciano —se quejó Tarik—. Lo que tengo planeado es inofensivo. Es solo una forma en la que el príncipe se desfogue antes de entregarse a la monótona vida matrimonial.
—Debo admitir que estoy intrigado, cuénteme de qué se trata este reto —le pedí inclinándome sobre la mesa.
—Haremos una lista de las mujeres más bellas de Dranberg y tú te irás a la cama con todas y cada una de ellas antes de tu boda —dijo con una sonrisa de orgullo.
Enzo se ahogó con su propia saliva y empezó a toser. Mientras que yo mantenía mi mirada en Tarik.
—Eres un granuja —le dije con un gesto reprobatorio, pero a punto de reír.
—Oh, no seas tan mojigato. ¡Vamos! Es una forma fantástica de despedir tu soltería —defendió Tarik su idea.
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Editado: 27.10.2022