“Ella nunca había tenido una herida, mucho menos una cicatriz, y como tenerla, si vivía en el lugar más seguro del mundo, un castillo, no había peligro si caía, todo el piso era tan duro como lo podía ser un malvavisco, o si chocaba con un mueble, no existían las cosas con puntas, no tenía manera de lastimarse, no conocía el dolor.
Todos los días se colocaba su pequeña corona de plumas de pavo real y salía a jugar, o tenía de que temer o eso era lo que creia... un día tocó a la gran puerta de algodón un viajero "vengo del otro rincón de estas tierras" le dijo a la pequeña princesa "estoy exhausto, ¿seria tan amable, princesa, de otorgarme asilo?" Los consejeros, emocionados por todas las historias que escucharían antes de dormir dijeron que era una buena idea. La princesa dudo pero al final acepto, emocionada le mostró al viajero todas las habitaciones "me imagino que posee un ejército muy poderosa princesa" le dijo, buscando a los guardias, ella negó con la cabeza y se rió "este pueblo nunca ha tenido una guerra, un ejército era innecesario y peligroso" el no dijo nada sólo siguió caminando con ella.
Y así pasaron los días, la princesa ya no estaba sola, tenía alguien con quien jugar y en las noches alguien que le leyera cuentos, pero toda la perfección se vio arruinada con un gran ruido de llantas. Una noche la princesa se despertó por el estruendo y se dirigió a su terraza, que estaba cubierta por una tela muy esponjosa, frente a ella, máquinas temibles se alzaban, y en la más grande se encontraba el, viajero, eran tanques de guerra que apuntaban a su castillo "entrega tu corona princesa, o todo tu reino caerá en un abrir y cerrar de ojos" le dijo el hombre. Las lágrimas recorrieron por primera vez el rostro de la doncella. "No lo haré, es un lugar hermoso que te abrió sus puertas, yo se que te enamoraste de el, baja tus armas y vive feliz como nosotros, sin dolor..." una risa se apoderó del lugar, seguido de estruendos de disparos en todas direcciones.
La pequeña ya no era princesa, perdió su corona, su castillo y su pueblo pero gano heridas de guerra, una guerra que nunca pidió, a la que nunca fue, se encontraba en el punto más lejano de sus tierras, observando lo que antes amaba, sus lágrimas no dejaban de salir, mezclandose con la sangre de un rasguño, que le recorría toda su cara”
Deje la pluma a un lado de mi cama, las lágrimas cayeron en las hojas, me odie por hacer sufrir de esa manera a mis personajes, raye los últimos párrafos y volví a escribir.
“No lo haré, es un lugar hermoso que te abrió sus puertas, yo se que te enamoraste de el, baja tus armas y vive feliz como nosotros, sin dolor..." el viajero observó a la pequeña, sus lágrimas y sus ojos pedían compasión, se dio la vuelta y observó el hermoso lugar que quería destruir, regreso sus ojos a la princesa y dijo "he sufrido tanto, que pensé que todos lo merecían, pero tienes razón, yo también me merezco un final feliz" bajo del tanque, tomó la mano de la chiquilla y fueron a jugar a los campos saltarines de migajon.”
Cerré la libreta y volví a esconderla, regrese al baño a revisar mi herida pero fui interrumpida por el golpe de la puerta al abrirse, regrese corriendo a la cama y el sólo me veía...