Simplemente me siento en paz en una tormenta infernal en donde su voz proteje mi alma.
No existe fuerza bruta que pueda penetrar el muro que solo con ella he construido.
El aire es fresco y trae un aroma agradable, el agua no sólo refresca mi ser, también le da vida a cada célula que me mantiene a su lado.
No le pido nada al ser divino, porque ya me hizo el hombre más rico y bendecido del mundo por regalarme la mujer que me cautiva con tan solo una mirada.
Mirada que no se compara con ningún lucero.
Sus ojos son dos destellos de luz que me iluminan con total plenitud en el ímpetu de mi existencia terrenal.
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Editado: 09.08.2024