Pov. Justin:
El día había estado pesado en el trabajo con tantos problemas respecto al contrato de unos nuevos socios y tantas cosas más, que necesitaba un respiro.
—Venga, deja esa cara, ¿por qué no mejor vamos a tomar unos tragos? –sugirió mi amigo intentando animarme–.
Hace mucho no salía a beber, ya que la empresa me tenía muy ocupado y estresado casi que todo el tiempo.
¿Qué podía salir mal?
—Está bien. Vamos –acepté–.
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El ambiente de aquel bar era increíble. No presiones, no pesadez, no conflictos. Lo único ruidoso era la música y las personas que bailaban, pero hasta eso era relajante en aquel momento.
Definitivamente me hacía falta esto.
—Hey, Justin. Por hoy olvídate del asqueroso trabajo y vamos a festejar –dijo mi amigo al verme concentrado en mis pensamientos–.
—No estoy pensando en el trabajo. Estaba pensando en cuánto me hacía falta beber un poco –respondí–.
—Ya no pienses en eso, te digo. ¡Vamos a beber hasta el fondo!
Mi amigo ya no estaba en sus cinco sentidos, si al caso estaba en un tres de cinco, por lo que me ofrecí a ser el cuidador esa noche.
Los minutos pasaron y como que el ambiente empezaba a sentirse ahogado. Tal vez llegaron más personas o era el alcohol que estaba consumiendo.
Empezaba a fastidiarme buscando a mi amigo entre toda la gente para irnos de ahí, hasta que la vi.
Una joven con cabello castaño oscuro y piel aperlada; con una mirada que parece que te va a matar, pero que a la vez expresa pasión. Dios mío santo, que hermosura de chica.
No me di cuenta del tiempo que la estuve mirando hasta que ella me miró para conectar unas cuantas miradas. De un momento a otro se paró de su asiento, dejando atrás a las personas que venían con ella y dirigiéndome hacia la barra de bebidas.
No sabía si también debía hacerlo o no, pero lo hice. Fue más un impulso de mi cuerpo el pararse del asiento e ir hacia donde ella estaba.
—Hola linda –llegué con una sonrisa–.
—Hola, ¿Qué tal? –me respondió–.
No creo que sea malo coquetear un poco con ella, ¿creen que me salga?
—¿Estás aburrida o por qué tan sola? –pregunté intentando abrir una conversación–.
—Un poco. Este ambiente no acostumbra a ser el mío.
—Vaya.
—¿Y tu?, ¿por qué estas solo aquí?
—No lo estoy. Estoy contigo, y lo disfruto –le guiñé un ojo y le tomé un trago a mi bebida–.
Dios, esto estuvo rancio. ¿Quien le guiña el ojo a alguien para coquetear?, no sé hacerlo. Okay, calma. Sí se puede Justin, sí se puede.
—Me alegro que te guste mi compañía. ¿Puedo saber el nombre de tan guapo y educado hombre? –me pregunta siguiendome el juego–.
—Justin, Justin Lee. ¿Y yo puedo saber el nombre de tan bella y atractiva mujer? –me acerqué un poco más a ella–.
Me acerqué más, ja. Espero que eso no la haya incomodado.
—Lia Olsen. Es un placer conocerte por fin–.
—¿Por fin? –pregunté confuso. ¿Habrá notado mis miradas?–.
—Desde hace rato noté que me mirabas y en como lo hacías, tanto que hasta mis amigos se dieron cuenta. Veo que tienes un propósito y me gustaría que me dijeras cual es –atacó–.
Atrado, já.
Lia: 1. Justin: 0.
—Me atrapaste –sonreí–.
—¿Lo ibas a negar?
—Para nada y la verdad, me encantaría que me concedieras el honor de bailar conmigo, ¿vamos? –le extendí mi mano con la esperanza de que no me rechazara–.
No sé bailar para nada, pero quería estar con ella.
—Vamos –tomó mi mano aceptado bailar–.
Caminamos hacia la pista donde varias personas bailaban como si su vida dependiera de ello. La tomé de la cintura y ella me tomó de los hombros para empezar a movernos al compas de la canción.
Muchos de aquí dirán: "Justin, es una desconocida, ¿por qué tanta conmoción?". Ni yo lo sé, solo quiero estar con ella esta noche.
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No sé como acabamos en esto, creo que es el alcohol que nos hizo dejarnos llevar.
Verán, después de que termináramos de bailar, caminamos hacia los baños para estar en un lugar "más privado". Y adivinen qué, terminamos besándonos a los desgraciado.
¿Saben que es lo más chistoso?. Terminamos de bailar porque yo le pregunté "¿Por qué no vamos por otro trago a la barra?". Y ella coquetamente me respondió: "Hay algo más divertido que beber otro trago". "¿Ah, si?, muéstrame", le respondí de la misma manera que ella, dejándome llevar por sus intenciones.
¿Y saben qué hizo?, me trajo a los baños, ja. O sea, ¡ME TRAJO A LOS BAÑOS Y ME BESÓ PRIMERO!
¿Qué se supone que debí hacer?
—Eres tan hermosa –dije en medio del beso y sonriendo a la vez–.
—Dios, siento que no quiero que este momento se acabe –dijo separándose un poco de mí y tal vez un poco... ¿exitada?–.
Oh dios, si sigue así, me voy a prender.
—Como me encantaría tenerte para mí esta noche, toda la jodida noche –ya me estaba prendiendo, já–.
—Igual me encantaría, pero creo que debo irme. Mis padres me matarán si no voy ya a casa de mi amiga.
—¿Te regañan a la antigua?, ¿Cuántos años tienes? –le pregunté bromeando y sosteniéndola aún en mis brazos–.
—¿Cuántos años tienes tú?- contratacó riendo-.
—32, primor.
Enseguida se pone tensa y pone cara de asustada, lo que me pone confuso.
—¿Qué?, parece que te impresionó mi edad –sonreí–.
Inmediatamente se separó de mí, alimentando aún más mi confusión.
—¿Qué pasa? ¿No quieres seguir? ¿Te incomodó algo? –le pregunté–.
–Sí... –dijo con pena. ¿Por qué el cambio ahora?– Señor, lo siento mucho. Esto no debió pasar, así que disculpeme, por favor –empezó a decirme... ¿Señor?–.
—¿Señor? ¿Ahora me hablaras de usted?, no te estoy entendiendo, Lia. ¿A qué viene esto después de saber mi edad?