Lánzame Un Último Beso

cap. 5 – aguas aromáticas

Lauren protesta algo como un "pero es menor de edad" y Paula también me lanza una ojeada curiosa cuando Zac se gira hacia mí, eso llama la atención del grupo hacia mí. El chico me guiña un ojo animándome cuando me extiende uno de los vasos, Marina me observa a la expectativa. Casi puedo reconocer en sus ojos la presión que pone sobre mí para que no la haga pasar un mal rato. Ella no quiere que esta noche sea su amiga tímida, rara y con problemas de socialización. Supongo que brindaré por ella, entonces. Vierto el líquido sobre mi garganta sin poder contener la mueca que sigue esa acción. Es la cosa más asquerosa que he probado. Los demás estallan en carcajadas.

— ¿Estuvo tan mal? —me pregunta Zac entre risas, quitándome el vaso de las manos.

— ¿No es obvio? —Contesto recuperándome del mal sabor—. Realmente asqueroso.  

—Al segundo shot no pensarás lo mismo —comienza a llenar mi vaso otra vez.

Carraspeo, incómoda, sin saber bien qué decir.

—Creo que uno está bien, no ha bebido jamás y no creo que este es el lugar adecuado para emborracharla... —protesta mi amiga en voz baja.

—Sí, creo que paso —rechazo a Zac aprovechando la intervención de Marina—, además debo volver a mi casa temprano y no sería una buena idea llegar mal.

Su expresión se torna sombría ante nuestras justificaciones. Encogiéndose de hombros, se lleva el vaso a los labios y susurra:

—Tienen razón, no sé en qué estaba pensando —y se lo bebe él, tomándose el tiempo de pasar su lengua por el borde del cristal—. Rossi, ella es la amiga que Marina te trajo.

Confundida, levanto mi vista para ver de qué habla. Me encuentro con un muchacho parado a mi lado, vestido de traje, y con el cabello rubio ondulado cayéndole como margen a su rostro. Presiento un aura muy diferente a los demás presentes. Quizás más madura, más centrada. Ni siquiera posa sus ojos en mí, tiene toda su atención sobre Zac. Sus labios están apretados en una fina línea recta, y no tiene pizca de amabilidad en su expresión. En definitiva, no se está divirtiendo.

—Te dije que no me interesan tus juegos, Zachary. Vine a que solucionemos lo que tenemos pendiente y me largo de este estúpido bar —su tono de voz es tan hostil que noto que muchos de los presentes son intimidados por su presencia.

No obstante, Zac sostiene su mirada de manera descarada.

—Está bien. Salgamos de aquí —dice levantándose. El otro chico gira sobre sus talones y sale del establecimiento—. ¿Vienes, preciosa? Puedes esperarme en el auto.

Fulmino con la mirada a mi mejor amiga cuando ella se incorpora junto a él, ni siquiera vuelve su vista a mí. Puedo notarla tensa por el enfrentamiento de estos dos. Me quedo perpleja viendo como abandonan la mesa.

Me dejan a solas con el resto, sintiéndome completamente incómoda y fuera de lugar. Quisiera largarme, pero recuerdo las palabras de Marina instándome a ser más amistosa, o como ella dijo "dejar de ser una antisocial". Me resigno a no salir corriendo detrás de ella, aunque me temo que a ninguno de los que ahorita me acompañan se daría cuenta si lo hago. También intento controlar mi mala cara puesto que no quiero quedar como una amargada tampoco. Es la primera vez que Marina incluye en una salida con todos sus amigos externos. Pero en efecto, ellos no me reciben realmente. En definitiva, esta no es mi gente.

—Iré por algo de beber —me excuso de inmediato.

Me siento tonta al instante, ¿para que la aclaración? Si al fin y al cabo a ellos ni les importa.

—¿Te quedaste con ganas? —pregunta una de Lauren.

—Agua —aclaro con indisposición.

Tanto ella como Paula me lanzan miraditas burlonas, así que me apresuro a caminar en dirección a la barra, la cual se encuentra cerca de un pequeño escenario.

—Hola —un muchacho que no parece tener más de veintiún años me echa una mirada curiosa, aunque continúa haciendo mezclas extrañas de bebidas y entregándolas a las pocas personas que se encuentran sentadas en las bancas—, ¿tienes aguas aromáticas?

Levanta las cejas sorprendido, mientras ladea la cabeza demostrando confusión. Creo que lo he dejado sin palabras. Resoplo afligida.

— ¿Qué hay, Danny? —una voz masculina llama su atención antes de que me responda—, lo de siempre, por favor.

Me volteo molesta, ¿acaso no se da cuenta que yo estoy ordenando? Siento que mi mandíbula cae al suelo cuando reconozco de quien se trata.

—Disculpa, estaba haciendo mi pedido —aun así, le recrimino cruzándome de brazos.

Sus ojos me recorren de arriba abajo de nuevo, provocándome la misma sensación que el otro día en la academia. Sonríe con burla.

—Ah, la "favorita de Harry" —reconoce divertido antes de fruncir el ceño—, ¿eres tú la desubicada que preguntó si hay aguas aromáticas?

Lo miro atónita, ¿desubicada? ¿Por ordenar aguas aromáticas? ¿Realmente era tan extraño preguntar por ellas en un bar nocturno?

—¿Es tan raro? No sé si lo sabes, pero para tu información, las infusiones de hierbas tienen muchas propiedades que benefician al cuerpo —lo fulmino visualmente, echando una ojeada a la bebida que le está preparando el mesero—. Al contrario del café. El café, de hecho, bloquea los receptores del cansancio que te avisan cuando tu cuerpo necesita un descanso. Está sobrevalorado por una sociedad que promueve el trabajo excesivo sin considerar la salud física y mental de las personas. Toda esa ideología de “trabajo, trabajo, trabajo”. Es enfermizo. 




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