HuaiSang volvió a Qinghe Nie con una gran sonrisa. En el fondo lo lamentaba por Wei WuXian y demás, pero necesitaba hacer esto.
Más ahora que, el plan de Yu Mei, había comenzando. Siendo Xue Yang la principal atracción.
Detestaba un poco tener que matarlo, sin embargo, era completamente necesario.
Xue Yang debía volver, y no solo eso, debía tomar una gran decisión con respecto a lo que pasaría en el futuro. Eso sí, algunas personas estarían involucradas en el proceso.
Solo esperaba tener el perdón de aquel que tanto ama.
Cuando vió a Song Lan, soltó un suspiro de arrepentimiento. Sin embargo, no se disculpó ni nada por el estilo.
Se quedó mirando como limpiaban las heridas del mayor, quien lo observaba con un inmenso dolor.
—¿Por qué? —Es la pregunta que hace ZiChen.
—Porque estoy cansado —responde, HuaiSang—. Cansado de vivir con sombra de tu pasado.
—Ya te dije que lo deje atrás —recrimina, dolido.
—No, porque si hubiera sido así, habrías actuado de otra manera con respecto a Xue Yang.
—¡Sabes muy bien lo que ese bastardo hizo, HuaiSang!
—Lo sé —afirmó el menor—, estuvo en mí secta hace algunos años. Sin embargo, Wei WuXian y Lan WangJi se encargaron de él después.
—Aún así...
—¡Aún así nada, ZiChen! —interrumpió el líder Nie—. ¡Deja de estar viviendo de un pasado que ya murió!
—¡Tú no entiendes! —gritó el mayor levantándose cómo pudo.
—Vete —ordenó HuaiSang, sin despegar la mirada de su esposo. El médico asintió y tomó sus cosas con la mejor rapidez que pudo, no quería estar presente cuando empezara la discusión.
Al ver qué estaban solos, HuaiSang volvió a hablar.
—Quiero que te expliques.
—No quiero dejarlo atrás —susurró—. No puedo simplemente hacerlo.
—Eso no explica nada, ZiChen. —HuaiSang suspiró con pesadez, miró a su esposo por breves segundo y se levantó.
Dentro suyo esperaba otro tipo de respuesta, algo que le hiciera creer realmente en el hombre que tanto ama. Sin embargo, se sentía un completo idiota ahora.
Jamás sería capaz de superar a Xiao XingChen, no importaba lo que hiciera.
—No voy a vivir bajo su sombra, por eso, te diré hacía dónde se está dirigiendo. —Las palabras salieron como si fuesen veneno, la frialdad en ellas paralizó el corazón de Song Lan.
—¿Hacia dónde?
—GusuLan, va a buscar a Su amado Xue Yang.
Con esa respuesta, Nie HuaiSang salió del ahí con el corazón roto.
“¿Por qué, ZiChen?” fue el pensamiento del menor, quién llegó cómo pudo a su habitación y se desarmó por completo. Dejando salir todo el dolor que sentía.
GusuLan
Lan Yang se encontraba furioso, le había preguntado a JingYi porque lo trataba con tanta indiferencia y el mayor simplemente lo ignoró, y no solo eso; también se la pasó como esos tres bastardos.
Lo peor de todo, era que sentía unas ganas inmensas de matarlos. No entendía porqué, pero quería hacerlo.
Siguió con su día intentando ignorar su malestar. Práctico su cultivo y el manejo de la espada.
Le sorprendió el talento nato que tenía al manejarla, algo en su cabeza le decía que pronto sería capaz de entrenarla a la perfección.
Agradecía el apoyo que recibía por parte de sus tíos y padres. Daría lo mejor de sí para ser el mejor cultivador de Gusu.
Minutos después, decidió dar por terminado su entrenamiento, se sentía cansado y sudoroso. Con ganas de llegar al JingShi y dormir.
Caminó despacio, viendo los árboles y algunos que otros conejos corriendo por allí.
Mientras llegaba, logró ver a un hombre hablando con Xian-gege y Lan-ge. Por lo que se veía, sus mayores no estaban para nada contentos con la presencia de ese hombre.
Intrigado, se acercó a pasos rápidos, inconsciente de lo que ese hombre fue en su vida en algún momento.
—¿Xian-gege? —llamó con suavidad.
—A-Yang, cariño, ve con JingYi al JingShi —pidió el patriarca en respuesta.
—Está bien —contestó confundido. Sin embargo, antes de siquiera moverse, una gran mano lo agarró del hombro con fuerza.
—Él no irá a ningún lado —habló el señor de túnicas blancas.
—No hagas esto, Xiao XingChen —murmuró Wei WuXian.
—Vendrá conmigo —sentenció, con seriedad
—¡No te llevarás a mí hijo! —gritó Wei WuXian mientras se lanzaba así el taoísta.
Xue Yang se sintió atrapado, sin embargo, logró escabullirse del fuerte agarre. WangJi lo tomó con rapidez y se lo llevó de ahí.
JingYi y los demás lo siguieron, dándole un poco de tiempo a Wei WuXian para detener a XingChen.
Cuando llegaron al JingShi, WangJi les ordenó cuidar y proteger a Xue Yang de cualquier cosa. Los tres adolescentes asintieron ante lo dicho, jurando que harían todo lo posible para cuidarlo.
Yang estaba nervioso y asustado, no entendía quien era ese hombre. Solo sabía que no quería volver acercarse a él, algo le decía que no lo hiciera, que estaba mal.
De pronto, sintió como las lágrimas bajaban por su mejillas. Los cuatro jóvenes lo abrazaron con suavidad, mientras que JingYi susurraba palabras de alivio en su oído.
Se separaron poco tiempo después, sintiéndose algo avergonzados por la situación. Xue Yang fue hacia la cama y quedó ahí, a la espera de que su Xian-gege venga y lo salvara.
Wei WuXian estaba cansado, llevaba horas peleando contra Xiao XingChen. Interfiriendo para que no llegara a su pequeña A-Yang.
No muy lejos de ellos, estaba su esposo junto a su hermano y cuñado vigilando el lugar. Necesitaban estar atentos ante todo tipo de movimiento y escape.
—No hagas esto más difícil, XingChen —habló WuXian esquivando un golpe del mencionado.
—Tú lo estás haciendo difícil, solo devuélveme a Xue Yang y todo se acaba.