Las aventuras de A-Yang, y los celosos juniors

Capítulo 36

Por un hijo serías capaz de sacrificar tu vida, pero, cuando se trataba de uno valioso, eres capaz de sacrificar al mundo.”

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La tensión era pesada y áspera, casi podía cortarse con una maldita espada. Sin embargo, eso estaba en segundo plano.

La atención de todos estaba en la diosa. Y en las palabras dichas con anterioridad.

¿Su A-Yang quería esto? No podía ser posible, y Wei WuXian se negaba a que fuera cierto. Pero sí era así, él no podía ir contra de los deseos de su niño.

Sin embargo, sentía que algo no estaba bien con eso. Era como la presión que sintió cuando no encontró a Xue Yang, no obstante, esta vez no era igual. Se sentía peor, hasta el punto que no lograba respirar correctamente.

Su esposo pareció darse cuenta, porque sintió sus brazos rodeándolo suavemente. Apoyándolo en todo, y demotrandole que él también estaba sufriendo.

Los dos, miraron a la diosa, aunque rápidamente posaron su mirada en HuaiSang.

—¿Por qué? —preguntó el patriarca—. ¿Qué ganas con esto, HuaiSang?

—Hay una explicación para esto —respondió.

—Dime cual es. —Para ese punto, Wei WuXian solo quería destrozar todo. Sin embargo, se mantenía lo suficientemente cuerdo.

—Xiao XingChen. —《¿Qué?》 Pensó WuXian desconcertado, incapaz de entender muy bien.

—¿Qué tiene que ver él con todo esto? —exigió.

—Todo, Yiling Laozu —contestó Yu Mei—. Ese joven maestro, tiene que ver todo.

Wei WuXian no podía pensar con claridad, sabía bastante bien lo que Xiao XingChen fue en la vida de A-Yang. Sin embargo, y ahora que el menor estaba con él, le era difícil dejarlo ir. Porque una parte suya, tenía miedo de lo que iba a suceder de ahora en adelante.

Xiao XingChen era una espina difícil se sacar, alguien que solo le llegaría a causar dolor a su pequeño, pero tampoco sabía que hacer, como actuar, o simplemente dejar que las cosas siguieran su cuerpo.

Sin embargo, ¿y si su A-Yang se iba? ¿Sí este lo dejaba? No podría ser capaz de soportar algo así otra vez.

Con dolor miró a su esposo, intentando buscar un poco de consuelo. No obstante, Lan Zhan estaba peor que él, y miraba a A-Yang con anhelo, esperando tenerlo otra vez en sus brazos.
Con pesar, tomó una decisión que tal vez lo cambiaría todo.

—Dejaré que sigan con esto —habló, y se giró hacía HuaiSang—. Le ocurre algo a mi hijo y no tendré compasión contigo.

El líder Nie no tuvo más remedio que asentir, él sabía de las cosas que sería capaz de hacer WuXian por su familia.

A paso decidido, se acercó a Yu Mei, colocando un pergamino en el pequeño cuerpo de Xue Yang.

—Una vez regrese a la normalidad, deberán dejar que se reúna con Xiao XingChen. —Wei WuXian maldijo con fuerza, pero tampoco se opuso a la condición. Más si esta haría que su pequeño niño estuviera bien.

*****

El tiempo se hacía eterno, llevaban más de dos horas ahí, esperando. Wei WuXian caminaba nervioso, maldiciendo a todo el mundo del cultivo, implorando porque A-Yang estuviera bien; anhelando que su polluelo abriera los ojos.

WangJi había llegado a su lado, tomándolo del brazo para envolverlo en un fuerte abrazo, preocupado también por su hijo. WuXian se aferró a su esposo con fuerza, deseando que el tiempo pasara para así tener a su niño con él.

Sin embargo, mientras más pedía, más larga se hacía la espera y más nervioso se sentía.

—¿Cuánto va a durar? —preguntó con rabia, observando a HuaiSang con algo parecido al desprecio.

—Llevará el tiempo que tenga que llevar —respondió Yu Mei.

—¿Una hora? ¿Dos horas? ¿Cien años? —La ironía se hizo presente en la voz de Wei WuXian ansiaba con demasiada fuerza tener a Lan Yang en brazos, y esconderlo de todos aquellos que querían lastimarlo. Sin embargo, no podía hacer, y esperar no le estaba ayudando tampoco.

Observó a Yu Mei con rencor, dejando que la emergía volviera a expandirse alrededor de ellos. En ese instante, WuXian solo quería una cosa, acabar con todos y llevarse lejos a su pequeño hijo.

Sin embargo, y a pesar de que tenía todo el poder para hacerlo, Wei WuXian cayó sobre sus rodillas soltando un grito desgarrador. WangJi, quien en ese momento tenía sus ojos en A-Yang, se giró hacía su esposo desesperado. Al verlo como estaba, no dudó en correr hasta él y apretarlo contra su cuerpo.

Para ese entonces, el hechizo de Yu Mei ya estaba actuando sobre el pequeño Lan. En este momento, lo único que quedaba por hacer, era esperar a que todo pase y A-Yang despierte.

Luego de largas horas, el cuerpo de Lan Yang, empezó a reaccionar de manera violenta. Gritos desgarradores comenzaron a salir de su boca, aumentando la preocupación de Wei WuXian y Lan WangJi.
Sin embargo, cuando intentaban acercarse, el brazo de Yu Mei los había retenido.

—¿Qué crees que haces? —exigió saber Wei WuXian.

—Es normal que esto esté pasando, Yiling Laozu —respondió Yu Mei—. Xue Yang pasó demasiado tiempo en el cuerpo de un niño, por lo que su reacción, es bastante esperada.

—Le duele —susurró el Patriarca, mirando a su pequeño sufrir a metros de él.

—Lo sé, pero es un proceso por el cual tiene que pasar para poder vivir sin culpas o arrepentimientos. —La explicación de Yu Mei, no tranquilizaba del todo al matrimonio. No obstante, decidieron quedarse en silencio y esperar a que todo terminara, aunque las ganas de sacar a su hijo de este lugar eran demasiado grandes.

Para WuXian esto estaba siendo difícil, quería con todas sus fuerzas meter a A-Yang en cualquier lugar apartado de la civilización y protegerlo, pero sabía que no sería nada sencillo. A su lado, WangJi estaba igual o peor que él.

El segundo maestro Lan, se encontraba temblando de la rabia mientras apretaba a Bichen con fuerza. Su instinto lo incitaba a correr hacia A-Yang, tomarlo en brazos y sacarlo lo más rápido posible del lugar.
Aún así, luchaba por contenerse lo mejor posible, y pensar con la cabeza fría. Después de todo, de una cosa estaba bastante seguro, una vez todo terminara, tomaría a su familia, y se los llevaría los más lejos posible de aquí.




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