Sweet Kisses es una cafetería de las antiguas. Clásica, sofisticada, pero sobre todo confortable. Por eso es uno de los sitios predilectos de Sasha para reunir a las amigas.
Además de contar con los mejores cheesecakes del país. De solo pensarlo, la boca se me hacía agua.
Llegamos al lugar acordado y encontramos "nuestra" mesa ya ocupada por los dos miembros restantes del grupo. Sasha Parker y Erin Santiago eran nuestras amigas de la U. Habíamos congeniado tan bien los primeros años de universidad que formamos una amistad para la posteridad.
– Ah! Por fin llegaron – chilló Sasha, mientras se paraba para darnos un fuerte abrazo. Ella era la más emotiva del grupo – Ha pasado mucho tiempo desde que nos reunimos todas juntas.
– Por Dios Sasha. Las hemos visto hace dos meses – acotó Erin mientras nos saludaba.
Una vez realizado el ritual de saludos. Nos sentamos y realizamos nuestros pedidos correspondientes. Un rico café Mocha con un cheesecake de maracuyá.
¡Hoy se rompe la dieta!
–Bueno me alegra que todas estén aquí. Listas para conocer el lugar a donde vamos a veranear – exclamaba Sasha. Todas estábamos expectantes y curiosas sobre el país que visitaríamos. Sabíamos que Sasha tenía unos gustos refinados, pero a la hora de elegir los lugares a visitar, busca algo con naturaleza y diversión. La diversión nunca faltaba. – Les voy a dar una pista: Isla. Vamos adivinen.
–Ya! Déjate de intrigas qué lugar es. – dijo Aspen que no era de mucha paciencia.
–Aguafiestas! Bueno, ya que no quieren jugar, cojan sus tazas y brindemos por nuestro viaje a.... – golpeó la mesa para dar un sonido de tambores de suspenso – Aruba, babies.
Todas las chicas chillaron de alegría.
–Joder. Sasha has sobrepasado mis expectativas. Aruba va ser el mejor viaje que hemos tenido- dijo Kath, mientras que Aspen y Erin sonreían a más no poder y hablaban lo que tendrían que llevar en sus maletas.
Riéndose Sasha preguntó– Y Elisa, ¿qué piensas del lugar? ¿Estás emocionada?
¿Emocionada?
No. Esa no sería la palabra adecuada.
Estaba que estallaba de felicidad. Aruba estaba dentro de mi lista de lugares que quería visitar desde siempre! Además, que su cultura caribeña me ayudaría mucha para inspirarme para el proyecto de Luxion. Este viaje estaría interesante.
–¡¿Bromeas Sash?! Esto es increíble. ¡Vamos a ir Aruba! – No tenía palabras más exactas para describir mi emoción.
Luego de ello, comenzamos a planear qué ropa llevaríamos, las actividades qué haríamos y en qué casa nos encontraríamos para luego ir al aeropuerto. Lo bueno es que ya habíamos comprado los boletos y reservado una suite con dos cuartos en un hotel de 4 estrellas.
–Verdad, Elisa. Tenemos una sorpresa para tu cumpleaños. No creas que nos hemos olvidado de eso– mencionó Kath.
Mi cumpleaños justo era la próxima semana y era la razón por la que cada año organizábamos estos viajes o como nosotras lo llamábamos: la semana de parranda.
Esto se debía a que, como vivíamos en diferentes ciudades de Estados Unidos, nos era difícil celebrar a lo grande los cumpleaños de todas. Por eso aprovechábamos mi cumpleaños, que caía en junio, para irnos de viaje, ya que era la época donde menos trabajo teníamos.
En esa semana, celebrábamos los cumpleaños en orden. El lunes le tocaba a Aspen, el martes a Erin, el miércoles a Katherine, el jueves a Sasha y, como este año mi cumpleaños caía viernes, me tocaba celebrarlo ese día. Además, que cada uno elegía lo que quería hacer.
Por eso, lo dicho por Aspen me tomó por desprevenida – ¿Sorpresa? Pero pensé que cada una elegiría que actividad quería hacer.
– Cariño, cumples 25 años. ¡Tenemos que hacer algo memorable! - me recordó Kath. – No hiciste nada para tus 16, 18 o 21 años. Así que deja que te demos esta sorpresa, ¿sí? Tú nos has ayudado en muchas cosas. Ahora, nos toca a nosotras agradecértelo.
– Pero chicas, el viaje va ser memorable con o sin sorpresa. Solo quiero pasarla con ustedes y... – iba a decir algo más cuando me interrumpieron – Oh vamos Eli, no pongas excusas. Quieras o no la sorpresa ya está hecha– dijo Erin.
Suspiré. Que más quedaba que darles las gracias a mis amigas. – Esta bien. ¡Qué va! Ustedes son cabezotas. Gracias por todas chicas. Las quiero– dije demostrando mi cariño por ellas. No sabría qué haría si ellas no estuvieran a mi lado. – Mmm. Ahora sí, dejemos las cursilerías y veamos qué vamos a comprar de ropa.
Conversamos por una hora y luego nos despedimos, recordándonos que el sábado, en la noche, nos reuniríamos en mi casa para dirigirnos al aeropuerto.
Esta iba a ser una de las aventuras más emocionantes de mi vida. Esperaba con ansias el día de mañana.
Aruba ahí vamos.