Perseguida soy en un bosque sin fin próximo. Pienso que ver atrás duele mucho más que el sufrir de mis piernas frente a la sobrexigencia. No entiendo cómo es que todavía no me atraparon, eso debe ser la principal pista para que piense que este es un sueño mío. Si no es el caso, disculpen por cuestionar su existencia, pero en este instante, increíble se me hace poder salirme con la mía por primera vez en mi vida.
El bosque podría tener fin pero no uno útil el cual me sirviera para escapar. Altos y eternos son los árboles, y suficiente el espacios para correr entre ellos. Aún así, me fastidia que parezca que estén en mi camino, y mientras más lo pienso más están en el medio.
El bosque tiene marcado mi propio fin, lo he visto, estoy segura, pero sigo escapando por el instinto de esperanza humana. Nunca he creído en una facción innata que venga con el uso de la conciencia, y en mi caso veo posible que alguien no luche por ser atrapado, pero pensar tener algo en común con el resto me otorga una humanidad dentro de las billones de cosas que me hacen un monstruo. Difícil es convivir con este dilema para una persona inquisitiva, escribirlo me otorga tranquilidad por más que en la soledad de mi mente no lo crea, cosa que me hace pensar que mi razón no es más que un reflejo del sentimiento ajeno reclamando para mí una humanidad sincera.
Trato de esconderme en el bosque como trato de esconderme detrás de una faceta de abatimiento, que por más que odie no puedo dejar de reconocer que me mantiene en pie. "Ya es muy tarde" me repito como un suspiro, al tratar de quitarme la bazofia de faceta que representa todos mis males, me doy cuenta que no tengo rostro, se derrite con tan solo el roce delicado del viento.
Nunca me concentré en ayudar a mi propio rostro y cuando quise hacerlo ya era muy tarde.