Las Chicas Perfectas

CUARENTA Y OCHO

Nick entró a su habitación con Sara sujetándola de la muñeca derecha. En verdad estaba desesperado por poseerla, no sabía cómo pudo ser tan idiota de hecharla así de su vida, si la adoraba con cada fibra de su ser.

Sara, en cambio, se sentía adolorida e insegura ya que no sabía que su terco esposo acabaría hechándola a la calle otra vez si hacía algo que lo disgustase.

Suspiró apesadumbrada ya que odiaba sentirse así, tan necesitada de afecto como de un techo más caliente. De no estar embarazada, su actitud sería diferente. Con intenso pesar se acarició el vientre sintiendo a su bebe moverse.

La voz de su dorado esposo la alejó de su reflexión. Nick estaba de pie mirándola con gran detenimiento. Su celestina mirada la llegó a incomodar, ya que llevaba ropas viejas y algo rotas.

Sonrojándose un poco, restregó sus manos en esos harapos que llevaba puestos. Sara no tenía dinero alguno, y cuando Nick la hechó se fue sin llevarse nada de nada.

Fue su desesperado intento por hacerle notar a ese terco dorado, que ella lo amaba por su alma y no por su dinero ni nada de valor. Solo deseaba estar a su lado, por eso adoraba a Anthony debido a que era idéntico a su padre.

Pero al parecer fue inútil ya que nada logró, más bien ser ignorada por Nick. De hecho si no hubiese sido por Anthony, su dorado amor nunca se hubiese dignado a ir a buscarla. Debería arrancárselo de su corazón, pero Sara sabía que era imposible de lograr debido al intenso amor que sentía por él.

— Sara, necesito que me creas amor. Lamento haberte hechado de casa, pero...es que estaba muy mal por Ana. Pero ¿sabes? Creí que no te irías de mi lado.

— Me hechaste de tu casa Nick ¿qué se suponía que debía hacer?

—No lo sé, quedarte tal vez. Luchar por lo nuestro quizás.

— ¿Qué? Nick me hechaste de tu casa ¿cómo podría quedarme entonces? Tú ya no me querías aquí.

—Primero, no es mi casa sino nuestra casa, ya que eres mi esposa legal. Eso te hace dueña del cincuenta por ciento de toda mi fortuna.

— Nick yo solo deseo estar a tu lado ¿es que no lo entiendes? No me importa tu dinero sino tú. Y quise demostrártelo obedeciéndote sin llevarme nada.

— Lo sé Sara, sé que no te importan los lujos ni el dinero. Pero debiste quedarte y presentar batalla ¿sabes? Convencerme de lo equivocado que estaba al echarte a la calle. Debiste....intentar convencerme de lo mucho que te necesito...

Sara cerró los ojos desviando la mirada hacia otro lado. Cómo podría haber actuado como a Nick le hubiese gustado si...ella seguía programada para obedecer sus órdenes. Todas sus órdenes.

Cuando los abrió miró a Nick con intenso dolor. 
—¿Cómo podría haberme quedado aquí cuando me ordenó irme de su casa...my lord?

Nick la miró desconcertado, ya que no se esperaba semejante respuesta. 
—¿Qué?

— Aún sigo con esa maldita programación mental que...ellos me implantaron...

—Sara
— ¿En serio creíste que tu traidora amiga del pasado me ayudó....Nick? Que iluso eres...ella siempre fue cómplice de Adam.

Nick la abrazó con fuerza total, no se había detenido a pensar en ello en verdad. Dios ¿cómo no lo pensó antes? La besó con intensidad. Sara le devolvió aquel beso.

— Sara ¿me amas?
— Con todo mi ser Nick, te amo solo a tí. 
— En ese caso solo anhelo que seas libre Sara. Libre mental y emocionalmente.

— En ese caso no vuelvas a darme órdenes que me lastiman si es que es verdad que me amas Nick. 
— Perdoname mi amor, lo lamento tanto.

Ambos se besaron con pasión intensa. Sara se aferró a su dorado amor, mientras Nick la presionaba contra su miembro que empezaba a endurecerse.

— Te deseo Sara — susurró Nick sobre sus labios mientras le acariciaba sus nalgas con excesiva pasión — Ámame hasta enloquecer y más allá. Aunque te pida que te vayas no me escuches, solo quedate a mi lado siempre.

— Yeas, my lord — respondió Sara sintiéndose renacer — Para mí será un verdadero placer Nick.

Lentamente se quitaron las ropas sin dejar de besarse, las caricias se volvían más intensas a medida que el tiempo pasaba. Nick llevó a Sara a la cama donde se dejaron caer mientras seguían besandose y acariciándose.

Sara sentía que sus fuerzas regresaban a su persona a medida que su dorado amor acariciaba cada sector de su cuerpo.

Cuando sintió que las caricias de Nick se centraban en su entrepierna, contuvo el aliento despertando sensuales y eróticas risas en Nick.

Las expertas manos de Nick la hacían vibrar por dentro, al punto de tener que taparse la boca con ambas manos para no gritar de placer  y de desesperación.

Cada vez que Sara intentaba moverse, Nick se lo impedía con sus mágicas manos. Las risitas nerviosas de Sara le brindaban a Nick intensos placeres. Su amada era suya y de nadie más, tenerla así de desesperada e inmovilizada, delirando de placer le encantaba.

— Ya Nick....ah....por dios....sueltame....basta ya....hay dios....ah

— Extrañé tocarte, extrañé todo de tí Sara. Por eso ahora pienso deleitarme contigo durante toda la noche y adivina mi amor...

—¿Q-Qué?
— La noche recién empieza. Y espero que tengas excesivo aguante mi amor.

Sara negaba nerviosamente con la cabeza, sintiéndo desesperación sin quitar las manos de su boca. Miraba a Nick con desesperante necesidad y deseo de alejarse de ese roce.

Tener sexo y hacer el amor no se parecían en nada a lo que Nick le estaba haciendo en esos momentos. Si debía ser sincera, deseaba que la soltase en esos momentos y la posea de la forma en que normalmente lo hacía.

—¿Lo estás disfrutando mi amor? — preguntó Nick a lo que Sara negó con la cabeza sin dejar de mirarlo con intensa desesperación al sentir cómo se detenía en su vagina y entrepierna con magistral perfección — Que mal porque yo sí que me estoy divirtiendo. Tocarte así fue mi mayor fantasía sexual desde que estúpidamente te dije que te fueras.




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