Las Chicas Perfectas

CINCUENTA

Sara despertó sintiéndose algo mareada y dolorida, muy dolorida. Nick tenía la culpa de todo ese mlestar.

Frunciendo el ceño salió de la cama, y fue a ducharse aprovechando que Nick dormía profundamente.

Ducharse con agua tibia volvía a sentirse muy bien en su cuerpo. Respiraba tranquila y hasta felíz, se apoyó en la pared cerrando sus ojos mientras sentía la tibia agua acariciar su adolorido cuerpo.

No supo cuanto tiempo pasó así, pero al sentir la puerta abrirse abrió nuevamente sus ojos. Era su dorado amor, desnudo y dispuesto a ducharse con ella. Sonrió moviendo la cabeza. Le gustaba saberlo tan necesitado de su persona, pero le molestaba un poco a su vez.

— Debiste despertarme Sara.
— A diferencia de tí, yo si respeto el descanso del otro.

El rubio la abrazó con dulzura limitándose a sonreír, no deseaba perderla otra vez, no quería ni podía soltarla un solo instante. Sabía que se había vuelto insaciable y bastante pesado, pero su amada Sara lo entendería o al menos eso esperaba él.

Bajo la ducha volvió a acariciar aquel tan apetitoso cuerpo de su oscuro amor, acariciaba sus nalgas con intensa suavidad sin dejar de besarla.

Sara lo rodeó con sus brazos pegándose a su cuerpo, sintiéndo el miembro de su dorado esposo sobre sí misma.

Al alejarse para respirar, Sara arrojó su cabeza hacia atrás sintiendo cómo el agua de la ducha tibia acariciaba su rostro cerrados los ojos.

Nick no se perdía detalle de su amada desde que llegó a casa. El lugar donde había estado viviendo Sara era horrendo, y aunque se empecine en dejar en claro que no le interesaba el dinero ni los lujos, lo cierto era que su amada Sara en verdad extrañó los lujos a los que estaba acostumbrada siendo su esposa.

Muy delgada y pálida, y eso que estaba embarazada de cuatro  meses. La abrazó con ternura sintiendo a su bebe moverse. 
— Iremos al doctor amor, tienes que hacerte revisar.

Sara no dijo nada limitandose a abrazarlo también. Los dolores volvían a invadirla una vez más dando por concluída la ducha. Así media hora después ambos salían rumbo al doctor.

Cuando entraron, Sara sintió ciertos temores debido a todo lo vivido. En verdad no le gustaban los doctores, salvo aquellos que ella conocía como ser Karin. Pero Nick no se le despegó de su lado, abrazándola con amor.

Sara no pudo evitar temblar sintiendose una verdadera idiota, pero el doctor en cuestión supo entenderla debido a que conocía la historia de Sara al ser amigo de la familia de Nick de años.

La revisó de pies a cabeza dandole análisis de todo tipo. Pero le adelantó la anemia de Sara.

— No es peligrosa pero hay que tratarla. Le daré una dieta especial y verán cómo se recuperará en poco tiempo.

Al salir, Sara respiró hondo y más aliviada, era notoria su aberración hacia los doctores y las jeringas. Sus traumas la seguían atormentando y eso lastimaba a Nick más de lo que la pelinegra podía soportar.

— Mi amor — le dijo Sara a Nick — No te sientas culpable por favor. Nada de lo que me pasó fue tu culpa.

— Si lo fue Sara  — contestó con dolor el rubio — Te tuviste que entregar a ellos por mí culpa, y después preferí ignorarte al dejarme llevar por la angustia por lo de Ana.

— Eres un excelente padre y un muy buen esposo mi amor. Ahora si deseas ayudarme, deja de lamentarlo y no vuelvas a hecharme de tu lado.

— Sara, no volveré a dejarte solo un instante.
— No exageres tampoco, necesito dormir también ¿entendido?

Ambos rieron dejando la angustia atrás. Volvieron a casa, y entregaron la dieta que el doctor le dio a Sara a la cocinera para que le prepare la comida necesaria.

A su vez fueron a la clínica donde Karin trabajaba para que le extrajera sangre y la analizara. Todo empezaba a encaminarse una vez más.

A su vez Ana asistía a las fisioterapias junto a su amado esposo Kaspy. El panorama era esperanzador, debido a que los doctores le indicaban un buen futuro volviendo a caminar.

Nick recibió a su hija Ana al volver de la fisioterapia. Kaspy debía regresar a casa, ya que no le era permitido vivir en la mansión de ellos, al menos de momento. Solo visitarla nada más.

En tanto, Anthony pasaba el tiempo con su mamá Sara disfrutando de su compañía. Pero la relación de los gemelos había sido exterminada.

Anthony no le perdonaría a Ana el haber preferido irse con Kaspy a permanecer con su familia. Menos aún al haber provocado que su padre Nick hechara a la calle a su mamá Sara estando embarazada de tres meses.

Nada de lo que le dijeran o viera lograba hablandar su corazón. Absolutamente nada.

 




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