Estamos juntos en la habitación, pero aunque estamos cerca siento una distancia entre nosotros…
una distancia en nuestros corazones...
Cada palabra que sale de tu boca es una daga venenosa que se clava en mi pecho
“¿Qué quieres?” “¿Para eso me dijiste que viniera?” “¿Qué quieres que diga?”
Si preguntarte que me digas la verdad te acorrala; eres un cobarde.
Si preguntarte que me digas la verdad me hace miserable; quiero saberla.
Me cuestionas… me cuestiono.
¿Soy yo la mala? ¿Está mal querer sinceridad?
Tu mirada es sombría y tu boca se ha curvado en una expresión de disgusto.
Yo intento… no quiero perderte.
“Te quiero”, te dije.
No respondiste.
Y esa fue otra daga con veneno clavada en mi pecho: tu silencio.
Me he convertido en la muñeca que te gusta apuñalar con palabras
Y no sé cómo escapar.