Las cuerdas de una guitarra

La fiesta/parte 1

“Mía sonrió, dejando la línea de su labio un poco elevada sin darse cuenta”

Capitulo 3: la fiesta/parte 1

El teléfono de la chica comenzó a vibrar, lo había dejado en silencio desde que se bajó del autobús, tal vez San Diego no era un mal lugar y sus nativos tampoco eran malas personas, pero nada podría evitar que a Mía la robaran si se arriesgaba a dejar el sonido de su teléfono encendido mientras caminaba el largo pasaje hacía su casa.

Dejó las notas a un lado y tomó su teléfono de la cama, dos mensajes ambos de la misma persona leyó el nombre y pensó en si se había equivocado al enviar el mensaje, pero no, aquel mensaje sin duda era para ella:

C.J 20:12

Ey Mía, hoy saldremos con unos amigos me preguntaba si querías venir con nosotras.

C.J 20:14

Iremos a una fiesta en casa de Luan, el chico de arte ¿vendrás?

Mía pensó que posiblemente a C.J se le había salido una tuerca, era domingo en la noche esos días eran única y exclusivamente para relajarse, aunque la idea de una fiesta no le parecía mala, hacía mucho no veía a sus primas y tenía incluso más tiempo sin ir a una fiesta

- Mía te estamos esperando – escuchó gritar a su madre desde la planta de abajo

- Ya bajo mamá – respondió

Mía 20:16

¿Vendrás a buscarme?

C.J 20:17

Pero claro primita, paso por ti a las 10

Mía 20:18

Te espero :)

Envió el mensaje y pensó luego en si su madre la dejaría salir, posiblemente tendría que rogar pero conseguiría salir esa noche. Sin cambiarse bajo las escaleras y camino a paso rápido al comedor

- Había jurado que te estabas bañando – dijo su madre cuando ella se sentó en la mesa

- No mamá  – comentó apenada Mía – es que me entretuve un poco con el teléfono – agregó

Tomó su tenedor y pincho el plato de espaguetis, le gustaba la comida de su madre a ella le parecía que era muy buena cocinera pero nunca le diría eso, Mía además tenía el cariño hacia su madre muy por los suelos  y desde que llego a la adolescencia nunca había vuelto a abrazar a su mamá, mucho menos decirle que cocinaba bien.

- Ma, ¿has hablado con mi tía? – preguntó de repente

- No – simplificó su madre y siguió comiendo

- Es que C.J me ha invitado a una reunión y he dicho que si – expuso Mía como solicitando más un “ok” a un permiso

- ¿una fiesta hoy? – averiguó la mujer, no era nada extraño Mía debía decir a su madre hasta el color de ojos de las personas con las que iría o no lograría salir en absoluto

- Es una reunión – aclaró Mía

- ¿a las 9 de la noche? – indagó su madre

- 10 – expuso la chica – y no es necesario que me des el permiso solo le diré a C.J que no iré

- ¿Dónde es? – cuestionó la mama sin prestar atención a lo que había dicho su hija

- No lo sé ella vendría a buscarme – informó la menor

- ¿ella te traerá? – Mía miró a su madre ¿le daría en serio el permiso?

- Supongo – dijo

- Está bien – comunicó la mujer – iras, muévete a bañarte antes de que me arrepienta

- ¿es en serio? – suplicó Mía

- Que si, ya anda rápido – estableció su madre

Mía no espero mas y salió corriendo a su habitación, 8:50 debía estar lista para las 10 estas muy mal Mía muy mal se dijo a sí misma y se metió a la ducha.

Seguía repitiéndose que estaba muy mal, a ella ni siquiera le gustaban las fiestas y lo recordó cuando desde el umbral de la puerta de su casa escuchó la música surgiendo del coche de su prima mayor desde el otro lado de la calle.

Se había arrepentido pero no era tan cobarde así que acabo sentándose en el asiento trasero con el mejor amigo de C.J, Mía lo conocía y en lo general le caía bien pero su existencia era tan insignificante para ella como lo era la de ella para él.

Estaba sentada en el asiento cuando recordó el papel en su bolsillo seguramente encontraría más interesante hablar con Nathan antes que bailar porque aquello último sencillamente no se le daba.

Metiendo su mano en el pantalón sacó el arrugado papel, anotó el número apresuradamente sabia que nadie le estaba prestando real atención pero no quería que sus primas preguntaran nada que ella no supiera responder.

Cuando sintió el carro detenerse miró por la ventana, sabía del dinero que tenían los padres del chico de artes pero nunca espero que la casa de Luan fuera una completa mansión. Con ventanas muy altas y pintada por completo de un color crema que aún de noche se lograba distinguir bien, cuanto entró se dejo sorprender más por lo lleno que estaba aquel lugar, para tener 16 años ese chico era realmente popular.

- Creo que lo mejor está en la piscina – gritó cerca de su oído C.J, debía hacerlo ya que gracias a la música no se le escuchaba nada- ¿vendrás? – le pregunto a Mía

- No – negó - yo creo que prefiero estar aquí dentro – admitió la chica

- ¿segura? – inquirió la morena inclinando su cabeza a un lado confundida

- Completamente – expresó Mía, sus primas y el chico que venía con ellas asintieron y alegremente se fueron a la piscina

Mía se quedo sola aunque no completamente, estaba rodeada a más no poder, quería descubrir un poco aquella casa pero las personas bailando no la dejarían pasar, así que camino en zigzag chocando con algunos cuerpos sudados y recibiendo golpes en sus costillas cada que decidía voltear, hasta que llego a la cocina.

Dentro de esta habían vasos rojos regados por todos lados, Mía buscó con su vista hasta que se topó con un gran frasco, necesitaba un trago así que tomó un vaso de los limpios y se fue a servir un poco de lo que hubiera en aquella botella.

Al principio sintió arder su garganta, luego un frío y fresco como una menta, no estaba fuerte pero sin duda tenía licor, sirvió un poco mas y lo dejo en la mesa, afincó su cuerpo a la encimera y sacó su teléfono del bolsillo, mordió su labio y lo desbloqueo.




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