Las cuerdas de una guitarra

La cita

"Eres tú. Siempre eres tú. Sí alguna vez llego a enamorarme. Sé que será de ti. Eres tú. Siempre eres tú. Conocí a mucha gente. Pero nadie se siente como tú"

Capitulo 6: La cita

Tenía su cuerpo extendido sobre la larga superficie del sofá, pasaba los programas del televisor sin encontrar alguno que realmente le interesará, al pasar por cada uno se rindió y apagó la pequeña pantalla para suspirar y pasar su mano por su boca y limpiar el resto de papas que le dibujaban un bigote con la grasa.

Miró a su al rededor y luego el reloj en su mano, sintió que las horas pasaban más lento que nunca y se levantó para caminar a la cocina y tomar su teléfono para llamar.

- Faltan pocas horas ¿Ya me ayudarás? — preguntó al instante en qué el teléfono de la otra línea fue atendido

- Nathan no te puedo dar mi... — el chico carraspeó interrumpiendo

- por favor Ethan — dijo

- demonios — escuchó a su hermano quejarse — estaré en casa antes de las 6 ¿A esa hora quedaron no? — preguntó

- si — respondió Nathan con una gran sonrisa que sabía que su hermano mayor no estaba viendo — te esperaré aquí — y colgó

...

Estaba nervioso como nunca antes lo había estado por nada, tenía un millón de ideas en las que todo su plan podría dañarse, tal vez ella era alérgica  a algo o no le gustaba aquel lugar.

Nathan lo había descubierto poco después de conocerla y solo esperaba que ella llevando toda su vida ahí nunca hubiera ido antes, quería que aquel lugar fuera la sorpresa entera.

Paseaba por todo el supermercado, tomando cosas pequeñas y llenando el carrito, se detuvo en la gran nevera que almacenaba los helados y la miró durante un rato, hasta que decidió abrirla y tomar un tarro sabor coco, no sabia que tenía aquel helado pero sentía una facinación gigante por su sabor, luego tomó otro de chocolate sabiendo que a veces lo típico era lo mejor. Sin poder decidirse llevó los dos.

Pagó y caminó a pasó lento al auto que lo esperaba en el estacionamiento, tocó dos veces la ventana hasta que su hermano bajó el vidrio:

- si lo rompes no te lo prestaré — dijo, Nathan rodó los ojos

- ayúdame ¿Si? — pidió

- ¿Que tanta porquería compraste? — preguntó el mayor abriendo la puerta

- la única porquería es tu estúpido pastel de moras en polvo — se quejó el castaño

- ¡es delicioso! - regañó Ethan tomando una de las bolsas que tenía su hermano menor en las manos — y no dices que es una porquería cuando te lo comes en las noches

- no es mi culpa que sea lo único que sobra en la nevera porque eres el único que lo come — Nathan entró al carro, Ethan lo siguió dando un portaso

- demonios espero que sea linda — dijo entre dientes

- lo es — gruñó el castaño sonriendo

Nathan quería mucho a su hermano, lo empezó a querer más cuando pasó a ser la figura paterna de su casa, pero no eso no había sido mucho antes, y no se llevaban tantos años, así que tampoco lo respetaba como tal.

- aún tienes esos... — Ethan dejó la palabra al aire, Nathan entendió perfectamente a qué se refería

- aún no entiendo que hizo y porque no lo dijo — expresó — pero ya estoy bien y esos... Eso ya no sucede

Sabía que mentía y que aún por las noches le costaba respirar, y al momento de salir tenía una ligera presión el pecho, pero no diría eso, prefería que su hermano pensara que eso ya no pasaba.

- ¿Cómo se llama? — preguntó el mayor rompiendo el silencio

- ¿Quien? — dudó desconcertado el castaño, su hermano lo miró arqueando una ceja — oh ella — comprendió entonces — Mía

- bonito nombre — murmuró  Ethan

- como ella — Nathan lo dijo tan bajito que solo se escuchó el mismo y lo que vio su hermano fue un simple asentimiento de cabeza de su parte.

...

Subía y bajaba su mano nerviosamente, repasando en su mente que sería lo primero que diría al momento en que ella abriera la puerta, tal vez simplemente no debía decir nada, o quizás debía intentar hablar hasta que ella se cansara y lo besara para callarlo.

Pero Mía no era así, y el lo sabía, no porque la conociera sino porque, lo poco que sabía de ella, le bastaba para decir mucho de la personalidad de la castaña.

Y eso le gustaba a él, leer a las personas sin necesidad de alguna consulta, con solo ver su manera de expresarse al hablar o su vocabulario parecia saber de memoria cada una de las facciones de su ser interior.

A Mía por ejemplo la ligo a ser una chica fuerte desde el momento en que su sarcasmo se hizo presente cuando se vieron en la cafetería, luego en la biblioteca entendió lo divertida y confusa que podía llegar a ser, sus gustos de lectura la mostraron como una amante de la fantasía y el romance, y no era para más porque desde el momento en que sus mejillas se volvieron rojas el comprendió algo más de ella: amaba las historias de amor. Por último; no sería una chica fácil porque ella también esperaba una historia de amor de cuento de hadas.

Tal vez por eso había decidido dedicarle una canción cada día hasta que ella dijera que si, pero lo único que no comprendió de ella fue su música, así que le regaló su propia playlist esperando que ella conociera también cada canción.

Miró el reloj y decidió enviarle un mensaje avisando que estaba abajo.

Nathan 6:00 pm

Oye tomatito estoy aquí abajo

Tomatito 6:01

Ya voy

Suspiró dejando su teléfono sobre el asiento y apoyó su cabeza en el volante mientras esperaba, luego escuchó unas llaves sonar y una puerta cerrarse. Salió del carro y miró a la chica un poco asombrado, pensó que se veía perfecta y tan natural al mismo tiempo que solo pudo decir una cosa:

- wow — musitó — estás... Wow, simplemente preciosa Morgan

Contempló como Mía cubría su cara con ambas manos y entendió que esa era su forma de demostrar que estaba reprimiendo una sonrisa y un pequeño sonrojo en sus mejillas.




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