David preocupado tocó la puerta de la habitación de Amelia varias veces.
- Amelia, abre hermana hablemos un poco
Ya estaba vestida con ropa para dormir, paso sus manos por su rostro...
Abrió la puerta y se sorprendió al ver la pierna de David sangrando, se asustó al verla así, le preocupó que la herida estuviera abierta, así que lo ayudo a sentarse nuevamente en el sofá, toma el control del televisor y le baja un poco el volumen.
- ¡Por favor no me hables del tema!, Ahora no. Le pidió
- ¡Como quieras!, no hablaré del tema, Pero si vamos hablar, dijo demandante mientras la mirada de ella estaba puesta en su pierna.
Ella asintio ante la orden de su hermano, retiró el vendaje para revisar la herida, abrió los ojos.
- ¡Valla David! se abrieron los puntos, creo que tocará hacerlos nuevamente.
No soporto escucharlo, estaba fastiodoso y harto por no poder hacer mucho movimientos, cualquier movimiento sentía presión en esa parte, tampoco estaba acostumbrado a estar sentado todo el día. Ostinado bufó
- ¡No!, ¡No me coceras como trapo!, calienta una cuchara en el fogón y trae la miel
Sorprendida negó
- ¿Qué harás?, Pregunto extrañada
- Lo que nuestro padre, me enseñó, contesto con la mirada perdida. Por muy fuerte que se mostrará ante su hermana, recordar le afectaba también.
Ella fue a la cocina hacer lo que él le pidió. Por otro lado, David limpiaba la herida con alcohol, cerró fuerte sus ojos por el ardor que sentía...
Amelia le entregó la cucachara caliente y el tarro de miel, se arrodilló para ver que iba hacer, sentía intriga.
David suspiró primero, se junta un poco de miel y coloca la cuchara en la herida de su pierna, se quejó fuerte por el inmenso dolor que estaba sintiendo, ella se espantó y se lanzó hacia él para abrazarlo con los ojos lagrimosos, su hermano quedó tembloso el dolor era insoportable.
David bajó la mirada y noto que la pierna de su hermana brincaba rápidamente, la rodeó con sus brazos y abrazaba fuerte...
Pasado unos minutos, ya se había calmado, Amelia le curaba la herida, rozaba con sus dedos sobre la piel, verla quemada, maltratada, no podía creerlo, ya no estaba abierta, aún así era de cuidados.
- Tienes que, tomar antibióticos, susurro.
David la notó distraida, colocó su mano encima de la de ella, sabía que Amelia quería saber cómo supo de eso.
- Esto me lo enseño Diego Amelia, dijo en voz baja, ella suspiro con mucha tristeza.
- Papá sabía muchas cosas ¿No creés?, Dijo al tiempo cubría nuevamente la herida.
David acaricio su mejilla derecha
- ¿Es malo?, Ella negó, recuerda siempre todo lo que te enseñó, no nos enseñó lo mismo a los tres. Confirmó, ella asíntio y sonrió en respuesta.
Tocaron su puerta varias veces y se espantaron de tal manera que David le hizo señas haciendole saber que había un arma en uno de los cajones del multimueble, Amelia toma el arma y se acerca a la puerta, mira por la mirilla y no alcanzó a ver quien era, abrió la puerta con cuidado, apuntando escondida, al ver a una chica la esconde en su espalda.
- Hola soy Elisa, soy nueva en el apartamento del al lado, me acabo de pasar y no he tenido el tiempo para hacer el mercado, Serias tan amable de regalarme un poco de azúcar.
Algo sorprendida abrió más la puerta para que la chica pasara. La joven entra y Amelia le recibe una taza pequeña que llevaba en sus manos.
Al percatarse de la presencia de David queda apenada con cara de asombro.
- ¡Ah!, Lo lamento, no me imaginé que estuvieran, lamento haber interrumpido, que pena con ustedes. Dijo avergonzada, imaginó que había interrumpido algo íntimo por la pijama de Amelia, un pequeño shorts en satín y blusa color rosa, al ver a David sin camisa, imagino sexo en la sala.
Amelia quedó sorprendida por la confusión se miro con David y este sonrió...
Amelia se dirigió a la cocina y escondió el arma
- ¡Es mi hermano!, Comentó para aclararle la confusión de la nueva vecina.
Ella sintió más vergüenza se disculpó nuevamente, Amelia notó la forma en la que David miraba a la joven y como no hacerlo si era muy atractiva.
- Mi nombre es Luciana y el es Efraín, ambos se miraron y sonrieron
David frunció sus labios
- Cuando quieras puedes venir, agrego algo pícaro, la chica había causado impacto por su belleza en él.
Amelia sonrío disimuladamente, se dio cuenta de que a su hermano le había gustado la chica nueva. Se acercó y le entregó la taza
- Bienvenida, también somos nuevos viviendo aquí. Elisa sonrío
- Muchas gracias, agradeció, Amelia la acompañó hasta la puerta...
- ¡Yo te vi!, te gustó, si que te gustó, comento burlona
- No empieces, bufó
- ¡Qué!, no he dicho nada, ¡Es muy guapa y tiene un muy buen cuerpo eh!.
- ¡yaa! Deja la lora, quiero descansar me ayudas, tendió su mano para que ella lo ayudará a caminar hasta la habitación.
- ¡Como no! Ni que estuviéramos bravos, su humor había cambiado
*
Apenada y sin saber que le está pasando, porque se sentía así, su cercanía la descontrolaba...
Sandra se dejaba llevar de la caricias de él, aún su cuerpo se cubría por la toalla, él se ha dedicado a darle besos tiernos en todo su rostro, su cuello era el más sensible.
- Deja a tu novio Sandra. Susurró en voz baja, un silencio los arropó, ella no respondió, se separó un poco de él, suspiró profundo antes de contestarle.
- No puedo Rafa, dijo bajando su mirada a lo que él la miro con ternura.
- ¿Dime el porqué?
- Es complicado ¡Por favor no me presiones!, Dijo casi suplicante
- ¡Mirame!, Ordenó. Ella levantó su mirada, y él se acerco tomando sus manos.
- ¿Dime porque? ¡por favor!. Ella suspiró pensando.