— ¿Estás completamente segura de ésto? — Me preguntó Leo.
— Nunca estaré completamente segura, pero creo que es lo mejor.
— ¿No quisieras pensarlo un poco más? — Inquirió.
— No intentes hacerme dudar, si me haces cambiar de opinión saldrás perdiendo. — Argumenté.
— No se trata de lo que yo pueda ganar, se trata de una desición que te afectará el resto de tu vida.
— Mira Leo, si Dios me dió la oportunidad de seguir viviendo después de lo que pasó es por algo. Tengo la oportunidad de hacer algo extraordinario y sé que no va a ser fácil pero necesito hacerlo así que sino vas a ayudarme, iré con tu padre y no le agradará saber que perdiste una clienta. — Dije y él soltó una pequeña sonrisa.
— Está bien Issa, tu ganas, sé que lo harás bien. Así que si ya lo has decidido firma aquí y aquí por favor — dijo mientras extendía los papeles de la tutela sobre el escritorio. — Sabes que si llegas a tener algún problema con el papá de Maggy por esto, amenazas, agresiones, invasión de la propiedad o cualquier cosa puedes contar conmigo.
— Lo sé, te lo agradezco. — Dije y firmé los documentos.
Admito que no fue fácil tomar aquella desición, al parecer todos estaban empeñados en hacerme desisitir, pero sentía que estaba haciendo lo correcto. Una vez que salí de la oficina de Leo, Eliot también pasó a firmar y en el caso de Victoria, pues ella estaba en el hospital desde hacía dos semanas, así que tuvimos que llevar los documentos para que los firmara allá.
Prácticamente desde que Victoria ingresó al hospital por complicaciones debido a la invasión del cáncer, Maggy ya estaba bajo mi custodia, y debido a la gravedad de la situación nos apresuramos a hacerla legal.
Fue un funeral bastante triste, no podría describirlo, pero sentí más nostalgia que el día que mi padre murió y es que ver a Maggy tener que pasar por algo así me partía el alma. Estuve todo el tiempo junto a ella y aunque mi instinto maternal no florecía me sentí como una hermana mayor que intentaba protegerla, fue entonces cuando comprendí todas las veces que mi hermana había estado ahí para mi, cuidándome y apoyándome aún cuando yo he sido tan terca y poco agradecida.
Audry nunca tuvo la culpa de ser tan bonita y tampoco de la baja autoestima que he cargado toda la vida, así que cuando el funeral terminó me acerqué a ella y le agradecí por estar ahí siempre, la abracé y nos echamos a llorar.
Maggy me pidió que la llevara a la casa donde había vivido con Victoria durante toda su vida. Nos quedamos ahí, pero en la noche escuché un estruendo en la puerta principal. No quise salir porque sospechaba de que se trataba. Por la mañana había una enorme roca tirada frente a la puerta y no dudé que quién la lanzó fue Cristian.
Decidí que no era seguro quedarnos ahí, así que nos fuimos a casa, después de una semana pasó lo mismo. Mi madre llamó a la policía y aunque llegaron rápido, él ya se había ido.
Un día, cuando iba saliendo del garage para llevar a Maggy al colegio Cristian atravesó su motocicleta detrás de mi auto e intentó bajar a la pequeña. Me amenazó con llevársela a la fuerza si no le daba dinero. Le grité algunas cosas que no suelo decir y al final aventé al piso el dinero que traía en la cartera para que lo recogiera, cosa que no dudó en hacer. Que patético era ese hombre, siempre lo fue, o tal vez la patética había sido yo por haber estado con él.
Magy se asustó así que ya no la llevé al colegio y mejor la llevé conmigo al Hotel. Hablé con Leo para contarle lo que había pasado y me pidió que tuviera cuidado porque debido a que no hubo ninguna agresión no podía hacer mucho al respecto.
Llevé a Maggy al restaurante del hotel para que comiera algo y para mi sorpresa al entrar a la cocina, ahí estaba Jhoan, con su impecable traje de chef mientras preparaba algunos platillos. Le pedí a uno de los ayudantes que le sirviera algo a la niña y cuando Jhoan terminó lo que estaba haciendo se acercó a mí y me saludó con un beso en la mejilla.
— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en el Angora? — pregunté.
— Sí, pero hice cambio con Javy por un par de semanas para estar cerca de Vale. No la ha estado pasando muy bien con el embarazo de su madre. Disculpame por no haberte avisado, pero sé que estabas ocupada con lo de Maggy. Espero que no te moleste.
— No te preocupes, comprendo. Está bien tenerte por aquí otra vez.
— ¿Quieres que te prepare algo?
— Tal vez más tarde, debo ordenar algunas cosas pero gracias. — Dije.
— De acuerdo — respondió y yo entré a la oficina.
Después de una hora Audry abrió la puerta y entró con una cara de felicidad que le iluminaba el rostro, además del brillante resplandor del enorme anillo que pude ver en su anular izquierdo.
— No me digas que es en serio lo que estoy pensando. — Exclamé.
— Sí, — dijo con voz chillona — anoche Mateo me pidió que me casara con él y por supuesto que acepté.
— Es una gran noticia, — dije y me levanté de la silla para abrazarla — muchas felicidades Audry, te mereces estar con alguien que realmente te valore.
— Sí, lo sé. Y quiero que tu seas parte de ello, por eso voy a pedirte que seas mi dama de honor otra vez. Pero te advierto que esta será una boda pequeña.
— Sabes que no puedo negarme. Estoy muy feliz por tí. ¿Por cierto cuanto tiempo falta para eso?
— 6 semanas — respondió Audry.
— ¿No es muy pronto? ¿No estarás embarazada?
— No, no lo estoy pero nos queremos y no veo razón para esperar más tiempo.
— Pues entonces ahí estaré. Aún guardo el vestido de tu boda anterior por si quieres que lo use.
— No, ni se te ocurra, me traerás mala suerte. — Reímos. — Oye Issa, por cierto, dísculpame por no avisarte que Jhoan regresaría por un tiempo. Parece que Valeria no la está pasando bien y quiere estar más cerca de ella.
— Sí, eso fue lo que me dijo. Pero no te preocupes, creo que puedo soportarlo, tengo problemas más serios para preocuparme.