Las Gemas de Zira: El Rubí Protector.

Capitulo:6 Ritbeth, la cuidad de los rubíes.

- ¿Preguntas? - Mackenna nos miró a todos segundos después de acabar de exponer su plan. Ninguno de los presentes dijo nada, todas sabían lo que tenían que hacer- Perfecto- sonrió satisfecha- ahora vamos por las armas.

-Al fin- Heather se levantó de su asiento.

-Ama a sus juguetes y a decir verdad yo también muero por un poco de acción- expresó Jaden elevando las comisuras de sus labios de manera juguetona.

La rubia apagó la mesa y el menor de los hermanos Revenswork colocó sobre esta todo el armamento que habían traído, se acercaron ansiosos como niños abalanzándose a los dulces que caen de la piñata.

-Cuanto te extrañé preciosa- habló James a su espada plateada, el mango tenía un camino de pequeñas piedras rojas.

-Esto te gustara- dijo Matt observando lo mimo que yo. Su primo lanzó la espada dándole un leve giro y acto seguido desapareció.

- ¿Qué fue eso? - pregunté asombrada.

- Es nuestra forma de portar armas con estilo- respondió divertido.

- ¿Todos pueden hacerlo?

-No, solo los Gemiers, los Gemierianos usan cinturón.

-Ah- contesté un poco desilusionada, a una parte de mi le habría gustado poder hacerlo.

-Tenemos que irnos ya- Tyler se hizo oír con su voz imponente, me sorprendió pillar su mirada azulada fija en mí y de nuevo esa sensación extraña me inundó.

Tanto sus hermanos como los demás le obedecieron y lo siguieron a una puerta localizada en la esquina apartada del cuarto, la misma daba a un pasillo largo.

- ¿Alessia? - me detuve en el marco de la puerta, giré sobre mis talones encontrándome con la hermana de Rose.

- ¿Pasa algo? - fruncí el ceño.

-Se acercó a mí, demasiado para mi gusto. Era más alta, eso le ayudaba a parecer más amenazante, la cara de ángel que portaba era solo una fachada, echó un vistazo por sobre mi diminuta existencia para cerciorarse que los demás estuvieran lo suficientemente lejos para no escuchar nada y después dejó caer sus llamas celestes sobre mí-  escúchame con atención guapa- intentaba teñir su voz con amabilidad inexistente en ella- si por tu culpa la misión falla o tenemos algún inconveniente me aseguraré de que le pagues y muy caro, nos seguirás el paso porque nadie se detendrá por ti, ¿entiendes?- se inclinó casi pegando su rostro con el mío intentando verse temible- una cosa más, ¡Daga!- un agujero negro se abrió sobre nosotras y de él salió una daga plateada con gemas amarillas, di un paso atrás para impedir que atravesara mi cabeza, el arma cayó sobre las palmas abiertas de la rubia y acto seguido la pegó con fuerza en mi pecho- debes salvar tu patético pellejo, porque nadie te cuidará allá afuera.

- ¿Mackenna? - Rose la llamó desde el otro lado del pasillo- ¿Qué haces allí todavía?

-Lo siento hermana, solo le daba a Alessia su arma y un pequeño consejito-sonrió.

-Es hora de irnos.

- De acuerdo en un minuto los alcanzamos- al irse su hermana su rostro volvió a reflejar el enojo que sentía, me dio una última mirada despectiva y pasó a mi lado chocando con mucha fuerza su hombro contra el mío- ¿no vienes Al?

-Perra- murmuré llevando mi mano a la zona adolorida, me mordí la lengua para contenerme, merecía que la dejara en su lugar, pero no quería causar un escándalo y arruinar mi oportunidad de salir.

Caminé hasta el otro lado del corredor donde se hallaba la única habitación abierta. Una luz fuerte lastimó mis ojos y casi al instante llevé el dorso de mi mano a ellos, comencé a quitarlo despacio y observé lo que tanto deseé encontrar toda esta mañana: un portal, mi escape.

-Bienvenida al cuarto de los cristales linda.

-No sabía que existía un portal abierto al público.

- No lo está, nadie tiene acceso a él.

- ¿Entonces cómo...?

-Telequinesis ese es mi poder- las comisuras de un Tyler muy orgulloso se alzaron- así pude abrir la puerta y con las palabras correctas- señaló las paredes repletas de diamantes, de allí provenía una blanca línea cegadora, la misma se unía a otras tres más en el centro y creaban el portal- que gracias a Rose averiguamos abrimos el portal.

-Oh.

-Si lo se somos unos chicos muy malos, pero todo sea por la causa.

-Bien, ¿Quién es el primero?

-Yo-  Heather con paso seguro lo atravesó. Así uno por uno se fueron perdiendo en ese claro destello con destino a una ciudad prohibida.

-Tengo miedo- confesé a Jaden, él y yo éramos los únicos que faltaban.

-Linda- tomó mis manos- ya pasaste por uno, la experiencia no es tan mala y viste que no te paso nada, estarás bien te lo prometo, yo estaré esperándote del otro lado, solo piensa donde quieres ir y él te llevará- desapareció en el brillo resplandeciente dejándome sola en el cuarto.

Cogí una bocanada de aire armándome de valor, cerré mis ojos con fuerza y sin más entré por esa fuerza extraña. Segundos después levanté mis parpados lentamente, un mareo similar al de la vez anterior irrumpió en mi cuerpo, sin embargo, no tardó demasiado. Me encontraba en medio de un bosque opaco, los árboles muertos y flores marchitas eran parte del cuadro triste, sin una señal de vida que no perteneciera a nosotros, que presenciaba. Parecía haber sido consumido por el fuego, siendo esto lo último que quedaba de lo que una vez fue un pueblo lleno de vida, el día desde allí parecía ser una ostra grisácea, el sol no parecía ser él, era un débil fulgor que asemejaba agonizar con cada segundo.




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