Las Hermanas Deltaff

Nacimiento

El atardecer pintaba el cielo con sus colores rojizos, anunciando  la llegada de la noche, mientras una mujer observaba el horizonte.

-Solsticio de invierno-murmuró ésta mientras se acariciaba el vientre. Aquel día nacerían las guerreras que pelearían contra la nueva amenaza demoniaca. Suspiró-. Parece que ésta guerra no se acaba nunca.

Sintió un leve escalofrío pensando en la desafortunada madre que daría a luz a las pequeñas. "Pero ésa no soy yo" se dijo "Tengo sólo siete meses de embarazo"

Caminó por el verde pasto, arrastrando su túnica. Aún siendo invierno, ella se las había arreglado con su magia para mantener un clima templado en su jardín privado, con una eterna primavera. Cruzó el umbral hacia su hogar, cuando un dolor la detuvo en seco. Muchas parteras le habían dicho que tal vez un mes antes comenzaría a sentir contracciones, así que intentó mantener la calma. Pero el dolor volvió aún más fuerte.

Abrió los ojos de par en par.

No podía ser cierto. No podía dar a luz, no aquel día.

Un grito escapó de su garganta.

-¡Jae!-exclamó la mujer, llamando a su sirvienta.

-¡Saabi!-exclamó Jae, atraída por los gritos-¿Qué te sucede?

-¡El bebé!-dijo Saabi a punto de caer de rodillas-¡El bebé viene en camino!

Jae palideció. ¿Acaso eso significa que Saabi iba a ser la madre de....? Imposible. Saabi solo esperaba un niño. Jae cargó con la mujer hasta la habitación más cercana, donde se toparon de frente con Kodrack, quien acababa de llegar.

-¿Qué ocurre?-inquirió él, preocupado.

-¡Tu hijo viene, está a punto de nacer!-respondió Jae.  En cuanto pronunció éstas palabras, Kodrack se puso serio-¡Voy por la partera!

-No-negó él, sujetándola del antebrazo-. Nadie ajeno a nosotros debe enterarse. Llama a Taloma.

Jae sostuvo su mirada. "Él también lo sabe" adivinó ella, pero se limitó a asentir e ir por la madre de Saabi.

-Tranquila amor-dijo Kodrack cuando Jae se hubo ido.

-No puede nacer hoy-musitaba Saabi con una mueca de angustia que sobrepasaba el dolor-. No pueden ser ellas.

Kodrack la miró con dulzura.

-No pienses en eso-sonrió a su pesar-. Saldrá sano nuestro hijo. Recuerda que incluso tu madre nos dijo que era un bebé sano. Sólo uno.

Saabi volvió a gritar, presa del dolor. Rogándoles a los Dioses porque así fuera.

 

-¡Señora!-llamó Jae sin aliento cuando llegó a la morada de la gran maga. Taloma la observó seria-¡Saabi está dando a luz!

Taloma volvió la vista hacia su ventana.

-En el día de solsticio-murmuró teniendo un presentimiento-. Vamos, acompáñame-dijo.

 

-Aguanta...por favor...-insistió Kodrack,  quien por un momento  creyó que no tendría más opción que recibir al bebé él solo. Sin embargo Taloma irrumpió en el salón justo a tiempo, dando órdenes.

-Necesito una toalla y un balde de agua-gritó-¡Ahora!

Kodrack asintió y corrió por lo que pedía.

-Ya estoy aquí cariño-anunció Kodrack apenas dejó el balde al lado de su suegra y tomó la mano de su esposa.

-¿Lista?-inquirió Taloma, poniendo  por delante la toalla que Kodrack le había traído -¡Puja!

Saabi pujó y pujó, mientras la noche parecía no acabarse nunca. El amanecer coloreaba el cielo cuando la mujer dio su último pujido con todas sus fuerzas, e instantes después unos lloriqueos inundaron la estancia. Saabi se dejó caer agotada, satisfecha. Aún era el solsticio, pero quien había nacido era una hermosa niña. Solo una.

El alba pareció acercarse cuando de pronto volvió a sentir contracciones y una segunda bebé, idéntica a la primera nació.

Taloma sostuvo a la segunda bebé.

-Son gemelas...-musitó. Saabi asintió. Sabía lo que eso significaba, pero en ésos momentos no le importaba. Tomó a sus dos pequeñas y sonrió.

-Mira...-murmuró Saabi jugueteando con los dedos de las pequeñas-. Son nuestras hijas.

Kodrack esbozó una sonrisa con los ojos llenos de lágrimas.

-Nuestras guerreras.

Jae se limitó a observarlos en el marco de la puerta, para después adentrarse en las sombras. Yéndose sin aviso alguno.

-¿Cómo vas a llamarlas?-inquirió Taloma. Saabi se quedó pensativa.

-A ella-susurró mirando a la bebé que tenía en el brazo derecho-. Voy a llamarla Okono, en referencia a una hermosa flor que vi hace muchos años y que se llamaba así,  a ésta-continuó refiriéndose a la bebé del brazo izquierdo-. La llamaré Sansce. Como el etéreo mar en el cual según las historias, navegaban los dioses.

El sol comenzaba a darle calidez al hogar y Kodrack se aseguró de arropar lo mejor que pudo a su mujer y a sus hijas. Pero ni todo el calor que inundaba la estancia hubiera impedido que Saabi palideciera a sobremanera cuando vio a un hombre entrar en su recámara.



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En el texto hay: romance y magia, guerra y enfermedad

Editado: 23.03.2018

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