Aitana.
Al llegar a la bella edad de 15 años —es decir hace casi dos años—. Una versión nueva apareció en mi, una de la cual mi yo actual no está para nada orgullosa. Llegué a un punto de mi vida donde pensaba que la gente me veía y me confundía con mi hermana, cosa que me molestaba enormemente. Pasa que Aina siempre ha sido la buena de las dos —en muchas cuestiones—y yo siempre la problemática.
Me quise demostrar que era de verdad ser mala al separarme de Aina. Hice daño y en ese entonces no me importo, con Lionel y Guzt nos metíamos en problemas cada vez que se nos presentaba. Con tratar mal, burlarnos de los niños nuevos o de cualquier imperfección posible de una persona como si nosotros no las tuviéramos y que esas imperfecciones son las que nos hacen humanos.
Todo esto me trajo muchos problemas con papá y que otra gran parte de la hermandad con Aina se dañara. No estaban de acuerdo con mis actitudes, papá me castigaba y otras muchas veces se sentaba a escuchar cual era mi problema. Nunca recibió una respuesta, sin embargo, ni yo misma la sabía.
Llegó a un punto de nuestras travesuras, cuando sentimos que lo que habíamos hecho llegaba a un punto de karma y ese día nunca se me va a olvidar.
Lionel tenía una hermana pequeña. Recuerdo aquel día estaba muy soleado, llegábamos los tres de molestar a una persona en el parque por su condición —la cual no recuerdo—. Íbamos felices, sintiendo que el mundo lo teníamos en nuestras manos. Al entrar a la casa de Lionel me lleve una de las peores imágenes de nuestra vida. Kara, la hermana de Lionel, estaba con toda su cara pintada de mimo y mucho de su maquillaje estaba estaba regado por sus lágrimas y estaba amarrada con una cuerda a su silla de ruedas. La soltamos lo más rápido que pudimos, al hacerlo sus brazos estaban muy lastimados por la fuerza con la que la ataron.
La pregunta es de que sirvió esto para que cambiáramos, muy sencillo. Ese día Lionel se puso muy bravo, quería golpear a quien sea que lo haya hecho y estaba muy dispuesto hacerlo, sino fuera porque las palabras de una niña de once años le abrió los ojos, es más, nos abrió los ojos a los tres.
—¿Qué vas a hacer Lionel? Te recuerdo que tú y estos dos también hacen lo mismo. Lo que tu le haces a otros, otros me lo hacen a mi —Los tres quedamos paralizados a la salida de su cuarto— Ojalá me mataran y a ver si de esa manera dejan los juegos de niños. Dañan y ustedes son culpables de lo que me hicieron hoy.
Hoy en día nuestra relación con ella es nula, porque desde ese momento nos hizo saber que nos odiaba. Solo van a casa de Lionel, Hongi y Pelto, porque ellos nunca estuvieron de acuerdo con nosotros en lo que hacíamos, que muchas veces los asocian con nosotros tres por todo lo que hicimos, era diferente. Pero ellos son mejores personas que nosotros. Con Lionel la hermandad cambió, es algo como simplemente una compañera con la cual convive.
Mentiría si digo que no me sentí mal ese día al ver la rabia en su mirada. Pero lo peor llegó ese día, al enfrentar a mi familia por la llamada que ella les hizo a ellos.
Flasblack.
—¿Te parece bien molestar a otras personas y hacerlas sentir mal? — preguntó sereno papá, pero con su mirada reflejaba mucha decepción.
—No —respondí agachando la mirada a mis zapatillas.
—¿Qué pensaría si Sofía tuviera una quemadura en la cara? —cuestionó, mis hermanas estaban sentadas a mis lados, menos Layla que estaba en una silla aparte—, ¿qué Aina tuviera un problema de habla? —No contesté—. No pasa nada, porque cada una de ellas tiene diferentes cosas. La primera pudo haber tenido un accidente en casa, la otra es porque sus capacidades de habla no se han desarrollado lo suficiente. No sabes por lo que pasa una persona con diferentes cosas, Aitana. A las personas tus juegos les genera complejos, inseguridades y eso te hace una horrible persona.
>> Lastima que no te des cuenta de esto y te estés convirtiendo en una persona que tu madre estaría muy decepcionada —se levantó de la silla y me miró serio—. Estás castigada y después no te quejes que la gente te tenga miedo.
Como si mi padre no me hiciera sentir mal. Mis hermanas se levantaron sin decir nada hasta las escaleras, lo cual me hizo preguntarme qué pasaba en sus cabezas.
—Digan algo —rogué, frenaron al principio de las escaleras.
—No reconozco ni siquiera a mi gemela —musitó, Aina, y Sofía no contestó.
—Aitana, ¿sabes que pasa? Que lo que opinemos no va a cambiar lo que estás haciendo —cerré los ojos, por las palabras de Layla —. Pero te voy a decir algo, presta atención. El día del accidente Edward terminó con el pie muy herido, si nuestro hermano hubiera sobrevivido estoy segura que les hubiera tocado amputarle la pierna. ¿También lo hubieras rechazado por su condición? Papá ya te lo dijo, no sabes que tanto lucha una persona día a día viéndose al espejo, como para que venga alguien egoísta a señalar algo que no le importa.
Fin de Flashblack.
Desde ese día entendí que ese tipo de cosas no las debía hacer, lo cual con Lionel y Guzt concordamos en redimir nuestros errores.
El día de Halloween al pelearme con Armando revivió esos momentos, que duelen, porque antes de darme cuenta el gran error y peso de mis acciones se vio en la pérdida de una persona. Pedí perdón, muchos lo aceptaron y otros no —lo cual entendí—, pero Armando no y menos porque según él, tengo algo que ver con la muerte de su hermano.