‘‘Hoy, 5 de junio de 1985, el tan esperado día finalmente ha llegado: el pueblo Carines no podría estar más emocionado y feliz por la gran boda real que se llevara a cabo exactamente a las 2 de la tarde. Nuestra futura princesa se ha dejado ver en pocas ocasiones, lo cual aumenta la tensión de nuestro alrededor, ¡bienvenida seas, princesa Nadine, larga vida a nuestra futura reina!’’
Todo el reino se encontraba en éxtasis: después de tanta espera, por fin se consolidaría la futura pareja que estaría al mando, ¿y qué historia no conmovería más que un verdadero cuento de hadas? Después de tantas planeaciones, acuerdos, detalles, retoques, enseñanzas e instrucciones, solamente felicidad protagonizaría en esta ocasión.
Nadine juraba estar soñando, no creía encontrar tan joven a la persona que cuidaría de ella por toda la eternidad, y poder asi lograr el sueño de formar su propia familia, sueño que se juró cumplir sean cual sean las circunstancias desde que era una niña de solo 10 años.
Poco a poco la catedral se aglomeraba, asi como las calles del exterior, era casi imposible de creer todo el furor que se había ocasionado.
La familia real se preparaba, con la ligera diferencia de que ellos no mostraban tanta exasperación como el reino, la tranquilidad colmaba sus cuerpos, los reyes, a pesar de no haberlo mencionado, les agradaba la idea de una heredera joven: más podría prepararse y educarse para igualar el trabajo de la reina y ser una fiel compañera para su querido hijo.
La ceremonia duro en total 3 horas, tal acto fue transmitido en televisión, grabado y guardado para las futuras generaciones, ¡no estaba de mas, considerando la gran magnitud que representaba este amorío! Había transcurrido casi un siglo desde que el ultimo heredero al trono Carines se había unido a una mujer que no perteneciera a la nobleza.
Al momento de entrar a la iglesia, absolutamente todas las miradas se postraron sobre la reluciente novia: absoluta delicadeza envuelta en un flamante vestido deslumbrante, delicado, elegante, hecho a la medida, capaz de despertar miradas de envidia. El corazón de David se contrajo, su futura reina se acercaba lentamente, y antes de que el sol se ocultase, estarían unidos hasta que la muerte lo decidiese.
Desde el balcón, los recién casados compartían la sorpresa acerca del efecto de su unión: los espectadores parecían pequeñas hormigas, hormigas realmente alegres, Nadine sonrió al sentirse tan acompañada, al saber que miles de personas compartían su trocito de felicidad.
Giro su cabeza por un momento y observo la cara de su esposo, quien estaba con una sonrisa de oropel, su mirada fue transmitida y el también decidió mirarla. En un segundo, el pronuncio: ‘‘Preciosa mía...’’ y se acercó ligeramente, ambos unieron sus labios, su primer beso como matrimonio oficial, la aglomeración aumento su emoción presente, tal momento seria descrito próximamente: el día en que Carino no experimento nada más que felicidad y gozo.
Las fotografías inundaban las revistas, los periódicos, los titulares, por un instante, el mundo se eclipso únicamente en una pareja real. Todos regalaban sonrisas, pareciese que estaban esforzándose lo más posible por inmortalizar este enlace por la eternidad; sin embargo, horas más tarde, cuando estaba por terminar la ceremonia privada, Nadine pudo jurar que un rastro de amargura se presentó en su paladar tras dar un bocado de su propio pastel de boda, no obstante, no le mostro la importancia suficiente:
‘‘A estas alturas, ¿por qué he de quejarme de un sencillo trozo de tarta?’’ pensaba para sí.
La unión resulto todo un éxito, aun asi Nadine no podía alejar el ligero sentimiento de tristeza que invadía su cuerpo: el saber que ninguno de sus padres pudo acompañarla en su propia boda, se imaginó a su madre viéndola con el vestido de novia puesto antes de caminar al altar, ella le daría su mano y vería a su hija girar agraciadamente en aquel conjunto blanco, su cabello danzaría suavemente con el aire, una sonrisa se escaparía y seguramente le hubiera dicho que se veía hermosa, y lo afortunada que era al casarse con un príncipe real. Lastimosamente no era posible resucitar a alguien, y aquella dulce memoria se guardaría en el baúl de todo lo que no pudo ser.
La pareja había terminado realmente exhausta, David se mostraba muy orgullo de sí mismo, después de tragarse comentarios de todo tipo, finalmente podría descansar y dormir calmadamente… ¿Ya están felices? ¿Ya me darán paz? ¡Mírame madre, ya te he conseguido una nuera digna! ¡Una muchacha merecedora de la corona! ¡Una mujer que alegrará al pueblo y cuyo reinado dará frutos casi tan buenos como los tuyos!
La ceremonia había resultado exhausta pero lo que se avecinaba lo sería más: las naciones vecinas se encontraban eufóricas, y como protocolo real, los futuros reyes deberían realizar giras en cada una de ellas, sumado a múltiples compromisos siendo ya una unión. Grandes responsabilidades se acumulaban sobre ellos, pero ambos eran un equipo y siempre se tendrían el uno al otro.
Su luna de miel la pasaron en Lorega, un destino fenomenal, se trataba de una isla con un mar bellísimo, una gastronomía exquisita y paisajes encantadores. Algunos fotógrafos capturaron los momentos, se hicieron dueños de instantáneas que derretirían a cualquiera: el cielo iluminado de fondo, las nubes fungían como algodones de azúcar, el agua cristalina decorando la superficie, un hombre de buen porte sosteniendo en sus brazos a una joven hermosura, cuyas miradas se entrelazaban y decían un ‘‘te amo’’ sin la necesidad de pronunciar una palabra siquiera… Está en especial fue utilizada para la portada de uno de los titulares, mismo que se vendió como pan recién horneado. En uno de estos días, Nadine llamo a su hermana Leía, quien no pudo evitar gritar desde la otra línea:
- ¡Estás en Lorega, hermanita! ¡El destino más codiciado, junto al hombre que alguna vez fue el más codiciado! – Exclamo su hermana, con la emoción a tope.