Querido ex:
Espero que te pu...
¡Espera, espera! No era así como empezaba, vamos a retroceder...
Querido ex:
Ha pasado mucho en este tiempo, pero no vengo a contarte mi vida, no es algo que a ti te incumba. Si estoy aquí es para darte las gracias... Sí, ¿qué pasa? ¿Tan raro es darle las gracias a una persona que te hizo daño? Que no... Que no soy masoquista... ¡Solo deja que prosiga!
Ejem... ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Gracias ex. ¿Que por qué? Bueno, resulta que gracias a ti aprendí lo que es y lo que no es el amor, algo por lo que siempre te estaré agradecida. Vale, seguro que no entiendes nada y crees que me he vuelto loca... ¡Pues no! Solo sigue leyendo y encontrarás fácilmente el sentido, créeme, es tan sencillo que hasta tú lo vas a comprender.
Bien sabes que al principio yo era de esas que decían: "puffff... El amor no existe, solo es una treta de Disney." Todos me decían que cambiaría de opinión al enamorarme, pero yo siempre me negué a creer que eso sería posible. Pero ya sabes, nunca digas nunca... Un día tú apareciste. ¡No eras mi tipo en absoluto! En serio, no entiendo cómo pude fijarme en ti, eres todo lo contrario a mi hombre perfecto, no obstante, recibí la primera lección:
El físico no importa, lo que cuenta es el interior.
A ver, no es que yo sea fibrola o algo por el estilo, pero es que tú tienes menos gracia que el Donald Trump, ¡las cosas como son! ¿Cómo me fijé en ti entonces? Bueno, a día de hoy porque estaba ciega, pero ya llegaré a eso. ¡Vamos a ponernos serios! Todo empezó cuando te acercaste como amigo y aprovechaste que no estaba en un buen momento de mi vida para darme apoyo y cariño. Con el tiempo y sin darme cuenta respondí de forma positiva a tu confesión. Lo que nunca creí posible pasó, llegó el amor.
El tiempo pasó y las cosas bellas se tornaron horrendas. Las verdades se volvieron mentiras y tus palabras de amor amenazas y dramas.
Me tomó tiempo darme cuenta de que tu tristeza no era real, que tú miedo a perderme era solo una ilusión de tu mente y que tus lágrimas eran parte de ese teatro que tan poco te costó armar. Me costó aceptar que tus sentimientos no fueron nunca una realidad, que solo me retenías a tu lado por miedo a tu propia oscuridad. Lo único que querías era a alguien que te dijera que eres bueno y que te brindara el cariño que ni en tu casa te dieron.
Finalmente, un día aprendí que yo nunca fui nada para ti, que destrozaste mi mente solo por tu extremo egoísmo, escudándote tras una capa de vitimismo. Me hiciste creer que nadie jamás podría quererme, que los hombres solo buscarían una noche, que tú eras el único noble...
Me usaste.
Me humillante.
Me lastimaste.
Me hiciste ver y creer cosas que no son ciertas.
Me diste alas y las arrancaste.
Por eso te digo gracias. Porque me diste una gran lección de vida.
Gracias porque al irte definitivamente de mi vida, tuve la oportunidad de volver a amarme a mí misma. Gracias a ti sé lo que valgo y lo fuerte que soy, porque con lo que hiciste podría seguir sufriendo en un rincón, asustada al pensar que podrías tener razón y nadie jamás volvería a abrirme su corazón, pero no, aquí estoy, siendo consciente de lo maravillosa que soy.
Gracias a ti ahora sé que el amor no son mentiras, que con lágrimas de cocodrilo y hablando de suicidio no puedes reterme. Ahora entiendo que si en verdad llegabas a cometer esas acciones sería asunto tuyo, yo no debo sentirme culpable por tus decisiones, por las elecciones de tu mente enferma y perdida.
Gracias por enseñarme que el amor no es dolor, no es un sentimiento negativo el que quiero en una relación. El amor son eternas sonrisas, es sentir una energía que recorre cada esquina de tu cuerpo cuando ves los ojos de la persona que pone tu mundo de cabeza. Gracias a ti aprendí que el amor es dormir abrazados bajo la eterna vigía de la luna, y que al despertar por los cálidos rayos del sol lo primero que deseas ver es su mirada otra vez. Eso es amor, no noche tras noche en vela pensando en si estás con otra y en la nueva mentira que traerá consigo el amanecer.
Es gracias a ti, a este tiempo lejos de mí, que me he dado cuenta de que no te amo y nunca te amé. Bueno, quizás alguna vez, pero de ese sentimiento ya no queda nada. Comprendo que solo me aferré a ti porque me hiciste creer que serías el último hombre en quererme.