Recuérdame.
POV. NOVA.
Me voy alejando de Nayet rumbo a la cabaña. Dentro, el alcohol se reparte como agua, y tal vez era eso lo que me tenía tan mareada y sensible.
He perdido la cuenta de cuanto había tomado y solo pensaba en divertirme... ahora en llorar por haberle gritado a Debrah.
Desde lejos le hago señales a Megan, pero no me ve en medio de la muchedumbre. Busco a Debrah y tampoco veo señales de ella por ningún lado.
Intento acercarme a mi amiga, pero alguien se atraviesa en medio de la pista de baile.
—¿¡Te puedes quitar de mi camino?!
Con una sonrisa pedante me contestó algo que jamás creí escuchar:
—No.
Un contundente No.
Quiero pensar que es producto del alcohol o el volumen de la música.
¿En serio me dijo que No? y aún tiene la desfachatez de sonreír.
Me está empezando a doler el estómago y no estoy para estas tontearías.
Me muevo a la derecha se me cruza, me mueva a la izquierda y se atraviesa.
Parece estar jugando.
Intento hacerlo a un lado con todas mis fuerzas, pero el tipo, más duro que un muro, no se mueve.
—¿¡Que te pasa?! —espeto haciendo el último esfuerzo.
Lo empujo una vez más pero antes de tocarlo, él se quita y caigo encima de una chica y su bebida.
Algunos voltearon, pocos se rieron.
Y no solo eso estaba mal, se puso peor cuando mi estomago expulsó todo lo que había bebido durante la noche en la cara de la chica.
—Esto no estaba en mis planes —Escucho la carcajada del tipo a mi espalda mientras me levantaba en brazos.
Me arde la garganta, tengo los oídos tapados y lucho por no cerrar los ojos, necesito verlo, memorizarme la cara del infeliz.
—¿Ya no lele pancha?
¿Quién mierda era este tipo?
¿De dónde salió?
—Me voy... a vengar.
—¿Dijiste algo? Tu aliento a mierda me aturde.
Nunca un chico me había dicho que No.
Nunca antes un chico se había burlado de mí.
Jamás un chico me había atrevido a humillarme.
Lo sentí moverse entre la gente, y lo que más me sorprende es que a pesar del aglomeramiento, nadie logró tocarme.
—¡Esto está mucho mejor!
Cerró una puerta con su espalda y me dejó sentada en el lavamanos del baño principal.
—¿Esta es casa de tu amiga? —apenas respondí—. Creo que no le importará si agarras un poco de pasta de diente. Saca la lengua.
Desconfío buscando la trampa, pero sin apartar la vista de su mano me quita el cabello de la cara y su rostro se define frente a mí.
Es guapo, sus ojos cafés destallan un rojo interesante, y esa sonrisa amplia parece más una trampa.
Nunca lo había visto en Belmont, y es lo que más me inquieta, conozco a toda la gentuza que vino a la fiesta, pero a él... ¿de dónde salió?
Pone un poco de pasta dental en mi legua y abre el grifo para recoger agua de su mano y dármela.
—Has burbujitas y bótalo.
Esto no podía ser más extraño.
Mucho menos real.
Un desconocido me estaba cuidando.
—Tu vestido también esta echó un desastre. Ayúdame.
Esto nadie me lo creería, el ataque de un oso sería más lógico que esto.
Baja las manos hasta llegar a mi regazo, recorre mis piernas y suavemente las introduce bajo mi vestido enderezándome en el acto.
La piel se me eriza cuando su mirada conecta con la mía y un pálpito me avasalla el pecho al ver los labios que se abren para darme órdenes.
—Alza.
Me hace aferrarme a sus hombros para levantar mi peso. La tela se desprende de mi cuerpo y su perfume queda impregnado en mi nariz.
No parece tener malas intenciones, no cuando me encuentro en ropa interior frente a él y en vez aprovecharse de mi vulnerabilidad, cubre mi pecho con su chaqueta de cuero.
—¿Quién eres? —pregunté.
Esboza una media sonrisa e intento buscar su mirada rojiza que rebosaba de diversión.
—Pronto lo sabrás, hermosa.
Acaricia mi rostro con ternura y pasa el pulgar por labio inferior perdiéndose en mi boca, pero no se acerca.
No me aguanto, el alcohol en mis venas me hace tirar del cuello de su camisa acercándolo más. El cuerpo me cosquillea y dicha sensación se empeora cuando desliza las manos apoderándose de mis glúteos. Dejo que recorra mis muslos y se meta bajo mi braga.
Cierro los ojos disfrutando de cada exquisita sensación, mordida y dolor que jamás he sentido en mi corta vida.
A pesar de ese momento, una sensación de vacío invade mi pecho a la mañana siguiente que me despierto olvidando su cara y como llegue hasta aquí.
Solo sé que me encontraba tirada en el piso del baño con dolor en la entrepierna, la puerta con seguro y mi vestido doblado en el lavamanos.
La única pista que tengo de él, que me asegura que fue real y no un sueño, es su chaqueta.
POV. DEBRAH.
Acabo con el jugo que me recarga la batería. He tomado 3 vasos y por alguna razón me siento con más energía que antes. La sala de estar es una verdadera pista de baile y de tantos giros ni reconozco al chico frente a mí.
—¡No imagine que bailaras! —me grita al oído.
—¿Bromeas? ¡me encanta!
—¿Quién lo diría? Con lo santurrona que eres.
Ese disparate me hace reír.
—¡No soy santurrona!
—¡En comparación con tus amigas lo parecías! Nadie entiende como es que Nova y Megan se juntan contigo.
Nova y Megan.
Megan y Nova.
¿Hay algo por lo que alguien me vea sin involucrarlas?
—¿Que ocurre? —pregunta al ver que ya no me muevo—. ¡Ey! ¿A dónde vas?
Doy media vuelta terminando con mi bebida y lanzándola al piso. Camino entre la gente y pillo a Nova haciéndole señas a Megan desde su trono.
Ríe de una forma que me da a entender que si me cruzo su sonrisa va a desvanecer.
Sigo con mis pensamientos mientras trato de no interrumpir ni molestar a los invitados. Sobro en esta fiesta.
Veo la salida abierta y una mano evita que sienta el aire nocturno.
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Editado: 24.11.2024