Las olas claman justicia

Capítulo 27

-Ey, ¿extrañaban a la tía Sarah?- se burló, con un aspecto psicópata.

-Tengo algo que mostrarte Sarah... -indiferente, trató de ignorar sus tonos y comentarios que no valían nada.

Ashley le entregó la carta que Kayla había escrito, cumpliendo con la voluntad de su madre, como ella lo pidió.

Tomó el sobre desconfiada, lo abrió y desplegó. Su expresión indiferente iba dejando de serlo a medida que llegaba al final... de repente se le empañaron los ojos, y cuando parecía que iba a quebrar en llanto se tapó rápidamente la boca con las manos y salió corriendo desesperada hacia su prisión. La carta bailó en el aire unos instantes hasta caer suavemente al suelo. Y Sarah desapareció.

Fue una reacción inesperada para Ashley, quien pensaba que la coraza de esa mujer nunca se rompería. Pero lo logró. Por lo menos ahora todos sabían la verdad y se estaban dando cuenta de las cosas que habían hecho... todo era más claro.

Es difícil y dolorosa, pero la verdad siempre trae luz matando a la oscuridad.

Andrew tenía obligaciones y su vida en Estados Unidos, su trabajo, todo. Pero Ashley quería quedarse, había empezado una buena relación con Chad, y a pesar de su condena se quedaría allí visitándolo, apoyándolo y esperándolo. Además estaba encantada con la casa, era todo lo que ella siempre quiso y sentía que era parte de su madre, quería quedarse allí el resto de su vida. Así que Andrew apoyó su decisión y volvió a su país, prometiendo ir a visitarla cada dos meses como mínimo.

Se anotó en la carrera de Arte en el centro de la ciudad, pidió que le enviaran todas sus cosas y comenzó una nueva vida allí.

Dos semanas después de ese encuentro con Sarah, recibió un llamado de la cárcel. Para su sorpresa, su tía la buscaba en son de paz.

-Ve a mi apartamento, tengo algo que le pertenece a tu novio... -y sin dar explicaciones cortó.

Ashley se quedó con el pensamiento dándole vueltas en la cabeza, y no pudo evitar ir a entender lo que pasaba.

De nuevo se encontraba por el puente de madera al costado de la ciudad en Sidney, donde había visto por primera vez a Sarah creyendo que era su madre y dónde la raptó Patrick, recordaba perfectamente la dirección.

La casa estaba vacía, la recorrió curiosa y confundida. Entró a la habitación, vacía. Pero al verlo se le ocurrió abrir el armario, y para su sorpresa allí había una caja dorada. Una caja que le devolvería a el hermano de Chad su libertad... y su independencia ahora que él estaba preso.

Sí, las grabaciones completas de aquel día en que mató a sus padres por defensa propia.

¿Pero por qué las tenía Sarah? ¿Cómo la Sirena negra se vinculaba de alguna forma con Chad y Harry? Al parecer, cuando Ashley creyó que ya lo había descubierto todo, la verdad seguía sorprendiéndola.

Se llevó las grabaciones consigo y volvió a su nueva casa para verlas en una computadora.

Eran las cámaras de seguridad de la antigua casa donde vivía la familia McCarthy. Y allí estaba la escena... Harry, el hermano de Chad, pasando por un agudo ataque de esquizofrenia. Un señor corpulento alto y grande vestido de traje entró ebrio a la casa, vio a Harry y comenzó a golpearlo violentamente al ver sus molestos ataques involuntarios, propios de su trastorno. Aumentaba su intensidad hasta que tomó un fierro que había en un rincón contra el sofá, dispuesto a golpearlo en la cabeza, cuando Harry entró en pánico e instintivamente tomó un martillo que estaba a su alcance en la caja de herramientas sobre la mesa y lo golpeó en la cabeza dejándolo inconsciente. A los minutos entró su madre, de espaldas a la escena, Harry entró en cólera y se apuró a golpearla también a ella en la cabeza. Soltó el martillo y entró en estado de shock al ser consciente de lo que había hecho. Había matado a sus padres. Seguramente habría sentido pánico por lo que su madre haría con él al ver lo que había hecho.

Media hora después Chad entró a la casa, trató de calmar el ataque de su hermano abrazándolo con fuerza, lo llevó a otra habitación y luego se llevó los cuerpos sin vida de sus padres.

Esa grabación era la prueba de que Harry mató en defensa propia, pero también condenaría a Chad como cómplice al sacar los cuerpos. De todas formas, su hermano necesitaba libertad ahora que Chad, su protector, estaba preso y no podría seguir haciendo todo lo que hacía por él.

Así que se dirigió a la policía local y entregó las grabaciones, pidiendo que las envíen a la policía estadounidense. Tiempo después llegó la noticia de que habían declarado a Harry McCarthy víctima, y anularon la orden de arresto.



#3875 en Detective
#1175 en Novela policíaca
#12621 en Thriller
#5158 en Suspenso

En el texto hay: homicidios, amor, justicia por cuenta propia

Editado: 21.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.