Las princesas no viajan en tren

Capitulo 5

Carmín se concentró en no vomitar. No porque no quería ensuciar la casa de Joana o perder aún más la dignidad, sino porque no quería manchar sus zapatos Gucci. 

La casa de Joana era diminuta. Una vez vio en una revista unas entrevistas a gente loca que vivía en tiny houses. Bueno, esto era algo así. Una casa para hamsters, pero con gente. 

 

-¿Desea sentarse, Su Alteza?

Miró las sillas, baratas por supuesto. Eran apenas cuatro alrededor de una mesita. De una olla en la estufa emanaba el vapor catastrófico de una sopa. 

Todo gritaba pobreza, incluso el perro que dormía en una manta sobre el suelo. 

-No Joana -respondió al fin, dominando su asco-. Quiero ir a mi habitación. 

Joana la acompañó a un pasillo tan angosto que hasta un fideo se sentiría apretado si pudiera caminar por allí. Había tres puertas, según Joana una daba al baño, la otra a la habitación de la pareja -Joana y Ramir- y la otra…

-Aquí está su habitación, Alteza. 

 

Le pareció ridículo que la llamaran “Alteza” cuando debía dormir en un lugar con una cama pequeña, un armario aún más pequeño, y cajas con paquetes de comida y elementos de limpieza apiladas contra las paredes. 

Se preguntó porqué Joana vivía tan mal cuando trabajaba en el palacio. A Carmín todo el mundo le parecía pobre excepto ella y la verdad es que nunca le puso mucha atención a su asistente pero nunca la hubiera calificado como indigente. Ahora, viendo su casa, le parecía que estaba en una excursión a África pero con menos calor. 

 

Joana la dejó sola y cerró la puerta y Carmín se sentó en la cama estrecha, mirando a su alrededor. 

Su vida apestaba, pero no  se daría por vencida. De hecho tenía una fantástica idea. 

Tomó su teléfono y descubrió que, al menos, Joana tenía internet en su casa. Escuchó golpecitos en la puerta y vio a su ex asistente.

-Su Alteza, aquí tiene la clave del wifi. Puede usar cuanto quiera, mi casa es su casa.

Carmín tomó el papel con la clave y asintió para que Joana se retirara. 

-”Mi casa es su casa”. Puaj. Espero no tener una casa así jamás en mi vida. 

Ya con internet en su celular comenzó a grabar un video para sus redes sociales. Su padre la amenazó mil veces y le dio cualquier cantidad de sermones debido a que, siendo miembro de la realeza, tenía prohibido manejar redes. Pero ella no se privaría de eso. Era una princesa y de alguna manera tenía que mostrar, día a día, minuto a minuto, quién era y cuánto tenía. Sino, ¿cuál era la gracia de ser millonaria?

Ahora su padre no podría regalarla ni tampoco detener esto

-Hola súbditos -saludó a cámara-, quiero mostrales la pocilga en la que voy a vivir. Mi padre, el rey, me está obligando a esto. Soy una princesa y me humilla. ¿Qué clase de padre es? Miren, miren esto.

Mostró detalladamente cada rincón de su habitación, mientras veía cómo respondían sus seguidores. Le resultó extraño, la gran mayoría no estaba dando muestras de indignación ni tristeza, así que resolvió hablar y llorar y revolcarse en el piso. Si esto desencadenaba una revolución en su favor, mejor. Confiaba en que sentirían pena y que pronto estaría de regreso en su palacio, quizás no como princesa sino directamente como reina. 

-¡Estoy sufriendo mucho, mi vida es penosa! Miren, una princesa viviendo en un cuarto donde se amontonan escobas, ¡así pagan toda mi bondad y cariño!

 

Sucedió algo inesperado. En la pantalla de su celular apareció un cartel impidiendo la transmisión. 

“Su cuenta ha sido temporalmente bloqueada debido a que infringe nuestras políticas”

 

-Soy Carmín de Miterrand, puedo infringir lo que se me dé la gana.

Pero descubrió algo peor, y más humillante: no solo sus redes estaban bloqueadas, sino que tenía muy pocos seguidores. Menos del veinte por ciento de lo que tenía hasta hacía un día atrás. Y aun peor, los comentarios eran terribles.

-Oh no, no, no. ¡Me cancelaron! ¡Estoy cancelada! ¿Pero qué les pasa a todos?

Otra vez escuchó golpecitos en la puerta, Joana se asomó. 

-Alteza lamento lo que acaba de suceder con sus cuentas. 

-¡Tú qué sabes lo que es que te cancelen todos! ¡Déjame en paz! 

Joana no respondió. La verdad es que era bastante doloroso darle refugio a alguien y que luego transmita en sus redes que tu casa es una pocilga. 

 

-La comida está lista, Alteza. 

-¡No quiero tu comida asquerosa, ni tu casa y tu habitación asquerosa, ni tu perro asqueroso! 

Joana cerró la puerta y Carmín se quedó sentada en la cama, tratando de comunicarse de alguna manera con sus pocos seguidores para que comenzaran ya mismo una revolución.  Envió demandas a todas las redes para que la desbloquearan pero no tenía dudas de que el culpable era su padre. 

-Quién sabe todo el dinero que les dio para que me bloqueen y me cancelen todos, seguramente todo el dinero que me sacó a mi. 




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