Capítulo 5

Pasaron varios días de la última vez que vi al sargento Hamilton, estaba preparándome para una entrevista que iba a tener, me estaba terminando de maquillar, me gusta hacerlo por mi cuenta, cuando tocaron la puerta avisándome que ya era hora de salir, me hice la señal de la cruz, recé un padre nuestro y salí del pequeño camerino.

-El día de hoy, tenemos una invitada muy especial, todos las conocemos por su trabajo como modelo de ropa interior y ser la imagen de diversas marcas, pero también por ser una de las personas más influyentes del siglo, con ustedes señoras y señores, la espectacular Keinell Cox-, presentó el animador del programa.

Coloqué mi mejor sonrisa, y caminé por todo el set, saludé al público que ahí estaba, le tendí la mano a Bobby Brown (el presentador del programa), tomamos asiento.

-Antes de empezar con la entrevista, quiero presentar a otro invitado, es nadador profesional, ha ganado las Olimpiadas mundiales tres veces seguidas, con ustedes damas y caballeros, Alan Moore.

Las personas empezaron a aplaudir, apareció un hombre de estatura mediana, atlético, con piel bronceada, caminaba con seguridad y arrogancia, era guapo, pero no más que el sargento Hamilton, ya lo había visto en instagram, tenía muchos seguidores, Eli babeaba por él igual que muchas chicas, pero había algo en él que hacía que las alarmas saltaran, decidí ignorar ese sentimiento, no lo conocía, y no era justo que diera mi veredicto sobre él.

Me levanté de mi asiento para saludarlo.

Le tendí la mano y le sonreí, el hombre también hizo lo mismo, y me observó más de lo normal, sobretodo mis pechos, cosa que me hizo sentir incómoda.

La entrevista empezó, pero primero fue con Alan, Bobby le hacía preguntas sobre su vida profesional, y sobre el esfuerzo que hizo para lograr el récord que ahora tiene.

-Bueno, creo que es suficiente de hablar sobre Alan-, el público empezó a reír-, ¿Dinos querida Keinell, cómo le va a tu corazón?

Y yo sin poder evitarlo alce una ceja, se suponía que la entrevista era para hablar sobre mi vida profesional, no personal, sino me hubiera negado, ya que jamás me gustaba hablar de mí vida privada, porque es mía, no de los fans.

-La última vez que fui al cardiólogo, me dijo que estaba bien-, le contesté con una risita.

-Tú tan simpática como siempre, me refería a si tu corazón estaba enamorado, triste, feliz, roto...

-Mi corazón está enamorado de la vida.

Y antes de que siguiera con ese tipo de preguntas, intervine.

-Creí que esta entrevista era para hablar sobre mi vida profesional.

-Pero ¿Para qué queremos saber sobre tu vida profesional, si sabemos que eres una simple modelo de ropa interior?-, inquirió Alan.

Yo lo quería matar, ¿Qué se creía él para opinar de mí, de esa forma?

-Aparte de ser una "simple modelo"-, dije haciendo comillas en el aire-, también soy embajadora de 3 fundaciones, referentes, a niños con discapacidad visual, con TDAH y esquizofrenia.

-O mejor dicho, niños que son un estorbo para la sociedad, niños que son inadaptados y personas que son desecho de la sociedad-, dijo contraatacando el nadador.

-Las personas con TDAH no son ningunos inadaptados, ni los esquizofrénicos desechos y los niños ciego un estorbo, son personas, así que dirigete con respeto, y muestra la educación que te enseñaron en casa-, le pedí al hombre, tratando de controlar mis ganas de ahorcarlo.

-Estoy diciendo lo que pienso.

-Y yo pienso que eres un imbécil.

El hombre se tensó ante mis palabras, pero no me iba a retractar, aceptaba que me insultara a mí, total, no sería la primera vez que alguien lo hace, pero no a los chicos de las fundaciones, ellos merecen ser tratados con respeto, como las "personas normales".

Antes de que alguno dijera algo, Bobby intervino.

-Creo que mejor vamos a una pausa.

A penas las cámaras se apagaron, salí como un vendaval del set, ¿Quién se creía él para insultar mi trabajo?, por eso era una de las razones por las que no me aventuraba a tener una relación, la mayoría de chicos con los que he tratado de forma amistosa, dejaban en claro su punto no muy agradable sobre las fundaciones, la mayoría colaboradora con ellas aportando económicamente, pero era para evitar los malditos impuestos, yo prefiero pagar mis impuestos y ayudar con las fundaciones, pero no sólo económicamente, también lo hacía, dando pequeñas charlas, motivando a las personas en ayudar, buscando fondos, entre muchas cosas, sin embargo la prensa prefería hablar sobre con quien estaba saliendo, o si me vestía bien, o cualquier estupidez.

Entré al pequeño camerino, seguro Lucían Fernando estaría llamando para citarme en su oficina y darme un sermón sobre mi vocabulario frente la prensa, pero antes de alcanzar mi bolso, sentí que me agarraban del brazo y me estrellaban contra una pared acorralándome.

-¿Quién te crees tú para insultarme mujerzuela?

-Mujerzuela la madre suya, usted empezó a insultarme, así que si quiere respeto, dé lo mismo, ahora suelteme-, le exigí en un tono autoritario.

La cabeza me dolía, y podía jurar que me saldría un chichón, eso sin contar la marca de los dedos en el brazo, me mantuve serena, aunque por dentro tenía miedo, la actitud de ese hombre me aterrorizaba, pero años viviendo con mi madre, me enseñó a no mostrar miedo, sentirlo sí, pero jamás exhibirlo, hacer eso, era como darle fuego a un fanático de los incendios.

-Una cosa como tú, no merece respeto, pero a ti si te voy a enseñar a respetar a los hombres, y que ustedes las mujeres sólo sirven para estar en casa-, dijo el hombre frente mío con una sonrisa diabólica.

Con una de sus manos me tomó de las muñecas, y con la otra me tapó la boca, me empezó a besar el cuello y pasar su asquerosa lengua por el, sentí que iba a vomitar, y mi mente colocándose en blanco, maldita sea, no era hora para que mi cuerpo entrara en shock, entre mi lucha mental, recordé unas palabras de papá.