En el pueblo, vivía un chico llamado Demon.
Tenía la piel blanca, el cabello café, los ojos verdes y una sonrisa deslumbrante.
Para los desconocidos transeúntes que solían merodear por allí, Demon era parte de las atracciones del pueblo. Le decían siempre:
— Dimon ¿verdad?
— Se pronuncia Demon, con "e".
Y la gente sólo le sonreía incómoda.
Demon había crecido en aquel lugar, en este pueblo llamado Orange, y aunque le gustaba vivir en este, siempre había sentido curiosidad por lo que había fuera del pueblo.
Más allá del bosque.
Este interés había surgido por la leyenda que se escuchaba de parte de los ancianos, contaban que, en las ruinas de lo que solía ser Blue Bell, rondaba una criatura de piel pálida que, según se contaba, estaba perdida y buscaba la salida de aquel lugar. Pero a cualquiera que le ayudase, la criatura se lo llevaba a vivir con ella para siempre, condenándolo a una vida miserable.
Muchas veces, la gente había descrito a una chica de piel pálida que no hacía más que observarlos en profundo silencio. Una chica desaliñada que al sentirse vulnerable, ágil y delicada se alejaba dando saltos por encima de las ruinas.
Pero otros habían dicho haber visto a otra persona rondando el lugar.
Demon se había dedicado a encontrar pistas sobre esto, y le parecía que nada concordaba y que si esta chica se encontraba en aquel lugar, no era en lo más mínimo peligrosa.
Él estaba a cargo de una excursión que se realizaría a las ruinas con propósitos arqueológicos y planeaba, sin dudarlo, llegar al fondo del asunto.
Editado: 06.02.2021