Las trampas del destino

CAPÍTULO 5

Estaba furioso y si no golpeaba a la persona que tenía enfrente, era porque se trataba de mi padre.

 

— ¿Qué rayos te pasa? ¿Cómo se te ocurre hablar así de mi prometida? — Reclamé a mi padre. 

— No dije nada que no fuera cierto. Una chiquilla de dieciocho años no puede ser responsable 

— ¡Rodrigo! ¡Basta! — Intervino mi madre — ¡Ya ha sido suficiente! 

— Más te vale que te calles, ella será mi esposa te guste o no. No dejaré que controles mi vida como lo has hecho con mi hermano — Nunca había hecho mención de lo que obligó a hacer a mi hermano, que fue precisamente casarse con una mujer que no amaba, sé que con el tiempo él llegó a resignarse, pero yo no era igual que Elliot. 

— ¡Tienes malos gustos para las mujeres! ¿Quieres que te recuerde a la loca de Yaritza? la culpable de la muerte de Brian. 

Ese fue un golpe bajo, la muerte de Brian aún me afectaba. Solo de escuchar su nombre todo mi ser se removía. Él era mi mejor amigo, aun me recriminaba su muerte; si tan solo no hubiera puesto mis ojos en su novia, en Clarisa… él estaría vivo. Pero no se le puede mandar al corazón, muchas he pensado en qué hubiera pasado si yo no hubiera interferido en su relación, si los hubiera dejado ser felices. Tal vez… tal vez Brian estaría con vida. 

— ¡Papá ya es suficiente! — Intervino Elliot — Esta noche ya ha sido demasiado. Isa es la madre de los hijos de Santiago, además él la ama, creo que esas son dos razones suficientes para que ellos se casen. 

— Así es. No quiero volver a escuchar ni un solo insulto dirigido a mi novia o su familia, porque en una próxima no voy a recordar que eres mi padre. 

—  Deberías analizar si en verdad la amas o solo estas con ella, porque es la única mujer que te hace sentir hombre — Esta vez no quise contestarle, era suficiente por esta noche. Estaba realmente furioso y si seguía ante sus provocaciones esto podía terminar peor. Tomé mi chaqueta y salí de la casa.

— ¡Santiago! ¡Espera! — Elliot me gritó desde la puerta — Quiero acompañarte a tu casa. Necesito hablar contigo de algo urgente — Asentí. Ambos subimos a mi auto y nos encaminamos a mi casa. Para que mi hermano quisiera acompañarme, tenía que hablar algo serio conmigo, nunca solía acercarse a mí sobre todo para hablar. 

Llegamos a la casa y lo invité a pasar. — Dime hermano ¿De qué quieres hablar? Te advierto que no quiero escuchar la palabra papá. 

— Ya conoces a nuestro padre, solo ignoralo. Se nota que Isa es una gran mujer, no la apartes de tu lado si de verdad la amas, no hagas lo que yo hice hace años; abandonar al amor de mi vida y obedecer a mi padre. 

— No tengo idea de cómo has soportado vivir al lado de una mujer que no amas — Ese era el peor castigo para un hombre. 

— Al principio fue difícil, pero cuando acepté mi destino todo fue más fácil de sobrellevar. Tal vez no estoy enamorado de mi esposa, pero soy feliz; ella es una gran mujer y me quedaré con la satisfacción de que fui un buen esposo. 

— ¿Por qué hablas así? Es como si ella ya no estuviera aquí en esta tierra — Al principio me reí, pero al ver su expresión, mi rostro se puso serio. — ¿Qué sucede Elliot? 

Mi hermano suspiró y echó su cabeza hacia atrás, en donde se encontraba el respaldo del sillón. — Esto es muy difícil para decirlo. 

— Elliot ¿Qué está pasando? 

— Annete está enferma... — Soltó — muy enferma, los doctores nos han dado pocos meses de vida para ella. 

— ¡Estas de broma! ¿Verdad? — Negó — ¿Qué es lo que tiene? 

— Tiene… leucemia. Los médicos ya han hecho de todo y ese es el principal motivo por el cual no nos dieron en adopción a ningún niño. Porque mi esposa está desahuciada — En shock, así estaba. Totalmente congelado por las palabras de mi hermano, estaba consciente que mi hermano no la amaba, pero nunca le falló, él le tenía un gran aprecio y cariño y esta noticia le afectaba de igual manera. 

— ¿Estás seguro de todo esto? has consultado otro médico, visitado clínicas... 

— Si lo he hecho, hemos visitado docenas de doctores, visitado diversos hospitales, el diagnóstico es el mismo, ya no podemos hacer nada por ella. 

— Pero..  ¿Su cabello? tengo entendido…

— Ella utiliza una peluca, se maquilla muy bien para que nadie note su enfermedad, pero hay algo que la tiene con vida el sueño de tener un hijo en sus brazos. 

— Pero ella no puede tener hijos, estando en esa condición 

— Lo sabemos, por eso estamos recurriendo a otros métodos. Quiero cumplirle ese sueño antes que parta de este mundo. 

Me sentía realmente triste por mi hermano, él siempre ha sido un buen esposo a pesar de todo; es digno de admirar, siempre fue un ejemplo para mi. Ha sido el hijo obediente, recatado, con las mejores notas en la escuela; en cambio yo, fui siempre el chico bonito, que amaba el deporte y don juan con las chicas. 

— Lo lamento, de verdad que sí. Espero que puedas ayudarla; cuentas con mi apoyo. 

— Gracias hermano, agradezco de verdad tu apoyo. Por cierto; ¿Fuiste al psicólogo? — Elliot insistía en que fuera al psicólogo, pero para mi no era necesario. Isa era mi antídoto; no necesitaba nada más. 

— No es necesario, ya estoy bien. 

— No lo creo, nada pierdes con asistir. Ella es una amiga mía y es muy buena en su trabajo. 

— ¡No voy a hablar de esto con una mujer! — Me quejé. 

— Ella es profesional y puede ayudarte si lo necesitas, si no fuese así ella misma te lo dirá pero es bueno que la visites. 

— Te prometo que lo haré en estos días. En estos momentos solo tengo cabeza para disculparme con Clar. Lo que mi padre le dijo la dejó muy mal y no solo a ella. También a su familia. 

— Es cierto, si tu quieres puedo acompañarte para pedir disculpas. 

— No es necesario, eso es algo que solo me corresponde a mí. — Pasamos un buen momento entre hermanos, momentos que desde hace años no ocurrían entre ambos. Al final de la noche los dos nos habíamos descargado uno con el otro, recordando momentos incluso de nuestra infancia, Elliot era tres años más grande que yo. 




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