Las voces del silencio |sueños oscuros #4|

11° Sueños oscuros

Cada vez que intentaba dormir durante la noche, la oscuridad en que se vio envuelto regresaba. El frío le hería hasta los huesos y la sensación de estar perdido se convertía en su más fiel acompañante. Cada noche era lo mismo y no lograba entender por qué.

Él logró que Vedher regresara a lo más profundo del infierno, donde sin dudas, tendría que rendirle cuentas sobre su fracaso al señor de las tinieblas. Las cosas debían estar bien de ahí en adelante, pero él sentía que no era así.

Se dio la vuelta sobre la cama todavía con los ojos cerrados, desesperado por no conciliar un sueño tranquilo. Los sueños oscuros seguían torturándole, grabándose en su memoria para no desaparecer jamás. ¿Por qué? Greyson apretó la sábana con ambas manos y comenzó a jadear. La cabeza estaba comenzando a dolerle, al igual que la parte de atrás de los ojos.

Entreabrió un poco los ojos. La habitación del hospital estaba casi invadida por la oscuridad, y moviéndose despacio entre la negrura, una silueta hizo acto de presencia. Greyson observó que la silueta avanzaba directo hacia él; tenía una especie de lengua adherida a la mano derecha que se le acercaba. Temió que se tratara de otro demonio. Cabeceó intentando huir pero era inútil. No tenía energías para defenderse o gritar por auxilio.

Volvió a cerrar los ojos y esperó lo peor. La lengua fría de la silueta negra le acarició la frente; Greyson sintió que un poco de su saliva le escurría por la cien. De pronto, escuchó una voz susurrarle despacio y, al identificarla, el muchacho volvió a abrir los ojos de golpe.

No era un demonio, sino Marlene. La lengua que Greyson creyó ver saliendo de la mano de la silueta era un trapo húmedo, y la saliva no era más que agua fría. Escuchó a Marlene preguntarle cómo se sentía. Él solo la miró en silencio unos segundos.

—Me siento extraño —respondió por fin Greyson.

—Tienes fiebre —comentó Marlene limpiando el rostro de Greyson con ternura—. Dijo Erik que tienes una infección por estreptococos. Es una bacteria normal en nuestro organismo, pero como tuviste una baja de defensas por todo lo que pasó, esta bacteria se salió un poco de control. Ya estás recibiendo antibiótico.

—Entiendo.

Greyson observó con atención a Marlene mientras remojaba el trapo y lo exprimía, para después volver a limpiarle el rostro. La chica lucía encantadora con la poca luz que ingresaba en aquella habitación. Era como un delicioso misterio por descubrir.

—¿Pasa algo? —preguntó Marlene sonrojándose al percibir la mirada constante del joven.

—No, nada —comentó Greyson de inmediato desviando la mirada, también con un ligero sonrojo en las mejillas—. Solo me preguntaba si… —El joven tragó saliva, nervioso. Marlene apretó el trapo con ambas manos—. ¿Podrías abrazarme?

Greyson se encogió entre las sábanas apenado. Actuar como un niño asustado era una de las cosas que más odiaba, pero luego de llevar adentro todos aquellos sentimientos negativos que alimentaban a Ana, necesitaba un poco de cariño que le ayudara a no sentirse tan destruido. Pensó que tal vez, solo por esa ocasión, podía darse el lujo de ser condescendiente consigo mismo.

Por su parte, Marlene sintió que una enorme ráfaga de ternura la envolvía. Greyson vivía esforzándose en ser duro como una roca, aquel que podía sostener a toda su familia con sus propias manos pese a cualquier adversidad; y aun cuando era cierto, como todo ser humano, tenía momentos de flaqueza.

Marlene se inclinó sobre Greyson para abrazarlo con fuerza, quien no tardó en corresponder. El sol comenzó a entrar por la ventana iluminando la silueta de ambos jóvenes con tonos de naranja y amarillo.

Cuando Marlene se separó un poco del cuerpo de Greyson y sus miradas se encontraron, una sonrisa se dibujó en ambos rostros. Estuvieron contemplándose uno al otro durante unos segundos, hasta que el sonido de los pasos de alguien en el pasillo los hizo reaccionar. Marlene se levantó por completo y, luego de sujetar la cacerola con agua, salió de la habitación.

Greyson estuvo en observación unos cuantos días, solo para descartar por completo algún tipo de daño cerebral. Sus lesiones físicas resultaron no ser tan graves como se esperaban, y en los dos meses que le pidieron que mantuviera reposo en casa, la lesión en su hombro terminó por sanar casi por completo. La costilla había dejado de dolerle también, así que Erik decidió que pronto podría volver a su ritmo habitual de vida.

Las primeras semanas fueron complicadas para los hermanos Black, ya que Nathan debía volver a trabajar para solventar los gastos, y Castiel buscó un trabajo temporal para ayudar a su hermano, así que Marlene se ofreció para cuidar a Greyson junto a Nigel.




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