El momento de la verdad ha llegado. Después de horas de preparación y viaje, finalmente estamos aquí, en la superficie de la Luna, listos para enfrentar al enemigo.
Me ajusto el casco y compruebo mi equipo por última vez. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, pero trato de mantener la calma. Miro a mis compañeros, todos listos y preparados para la batalla. Nuestro oficial al mando, el teniente Zhang, da la señal y salimos de la nave. El paisaje lunar se extiende ante nosotros, con la base Selene en el centro. Veo movimientos en las sombras, y sé que los aliens están allí, esperándonos. Respiro hondo y avanzo hacia la base, preparada para disparar. Esto es lo que hemos venido a hacer. Es hora de luchar por nuestra supervivencia.
Avanzamos con cautela, cubriéndonos mutuamente mientras nos acercamos a la entrada de la base. Puedo sentir la tensión en el aire, y sé que mis compañeros están tan nerviosos como yo. La superficie lunar, con su brillo pálido y desolado, es un telón de fondo surrealista para el inminente conflicto. De repente, una explosión se escucha a pocos metros de nosotros. Alzo la mirada y observo como una de las naves de transporte explota en una bola de fuego y escombros. La ráfaga de energía que sigue impacta en uno de los escuadrones cercanos. A pesar de las mejoras en los trajes de combate, la armadura resiste poco a las armas de energía del enemigo, y veo a varios compañeros caer al suelo. El caos se desata, y las órdenes del teniente Zhang resuenan en nuestros comunicadores.
—¡Todos al suelo y busquen cobertura! —grita con una urgencia palpable.
Me lanzo al suelo, tratando de buscar cobertura detrás de una pila de escombros cercana. El fuego enemigo es intenso, y puedo sentir el calor de las ráfagas de energía impactando en el suelo a pocos metros de mí. Veo al teniente tratando de arrastrar a uno de los heridos hacia un lugar seguro, mientras que otros compañeros intentan devolver el fuego. Pero somos superados en número y armamento, y sé que no podemos mantener esta posición por mucho tiempo. Rápidamente configuro el Malvavisco a modo semiautomático, cambio a la munición de cianuro de mercurio y abro fuego en ráfagas cortas, derribando a varios aliens antes de volver a arrojarme al suelo cerca del cuerpo parcialmente destrozado de nuestra líder de escuadrón.
Observo a Sofía y a los mellizos a lo lejos, cubriéndose en los escombros de la nave que había explotado. Con señas, les indico sus posiciones: John y Helena avanzan por la izquierda mientras Sofía se queda en su sitio esperando a que los mellizos entablen comunicación.
—Estamos en posición, enemigos a las tres en punto a treinta metros —recibo el mensaje de John. Avanzo con lentitud, seguida de Sofía, mientras los demás soldados disparan de forma descontrolada a todo lo que se moviera.
De repente, un alien emerge de las sombras y disparo sin pensarlo. El alien cae al suelo gritando de agonía al sentir el impacto del cianuro de mercurio, pero los demás aliens reaccionan rápidamente, y pronto nos encontramos en medio de un intenso tiroteo. Me cubro detrás de una roca, disparando hacia los aliens mientras trato de encontrar una brecha en su defensa. Los disparos de energía y las explosiones crean un paisaje caótico y ensordecedor. Cada movimiento debe ser calculado y preciso para evitar ser alcanzado.
Los mellizos, desde su posición elevada, proporcionan fuego de cobertura, eliminando a los enemigos que intentan flanquearnos. Helena dispara con una precisión fría y calculada, mientras John utiliza su visor para marcar objetivos prioritarios. Sofía, a mi lado, se mantiene alerta, su respiración agitada pero constante. Paul, nuestro médico, se mueve de herido en herido, estabilizando a los que puede, llevándolos a cobertura y Pedro trata de piratear una torreta enemiga mientras otros soldados lo cubren; sin embargo, en ese momento, un grupo de enemigos los acorralan por lo que le indico a Sofía que lance una granada aturdidora para distraer al enemigo y darles tiempo para salir.
—John, Helena; ¡cambien a munición de cianuro, ahorren las cargas de plasma y disparen cuando escuches el estallido de la granada de Sofía! —exclamo por el comunicador mientras sigo disparando de forma pausada, tratando de ahorrar munición.
—Recibido —contestan y cortan la comunicación.
La granada aturdidora de Sofía explota con un fuerte estallido, y los aliens se detienen momentáneamente, confundidos. John y Helena aprovechan la oportunidad y desde su posición disparan con munición de cianuro de mercurio, alcanzando a varios aliens que caen al suelo. La brecha en su defensa es pequeña, pero es suficiente.
—¡Salgan de ahí rápido! —grito mientras abro fuego de cobertura hasta que Pedro y los demás soldados lleguen a la posición en la que me encuentro.
La batalla es un caos de sonidos y movimientos. Los aliens se lanzan hacia nosotros con una ferocidad inhumana, sus armas disparando ráfagas de energía que iluminan el paisaje lunar. Nuestros soldados responden con fuego de fusiles y granadas, pero los aliens parecen no acabarse. Por cada alien que matamos, llegan diez en su lugar. Uno de ellos se lanza hacia un grupo de soldados y es abatido por una ráfaga de disparos, pero otros toman su lugar, avanzando con una determinación implacable.
Algunos soldados retroceden y dejan de luchar solo para ser rápidamente abatidos. Incluso el teniente Zhang retrocede con un grupo de soldados heridos mientras Paul trata de atender a los heridos. La ferocidad del combate no da tregua, y el campo de batalla se convierte en un infierno de disparos y explosiones.
Editado: 11.12.2024