Las gotas de lluvia se resbalan por la ventana de mi despacho. El sol de Manchester las seca antes de que caigan al suelo. Parece que por fin dejó de llover, pensé que nunca se detendría. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del teléfono de mi escritorio. Al responder, la recepcionista me recordó la cita que tenía con este chico, Julian. Olvidé por completo que ya era viernes.
Julian entró despreocupado, lo saludé desde mi escritorio y él tomó asiento en el sofá de mi oficina. Sus ojos no hacían contacto conmigo, se la pasaba mirando los cuadros a mi espalda y las decoraciones de mi despacho. Sus gestos silenciosos se convertían en una mueca de ingenuidad por instantes. Me levanté de mi escritorio, tomé una silla y me puse frente a él, tomé mis anteojos, mi libreta y un bolígrafo. De mi chaqueta saqué mi grabadora, el joven la vio con asombro y confusión.
—Parte de mi método psicológico es grabar mis sesiones ¿Tienes algún inconveniente con eso? —Dije tratando de no sonar demasiado dura con él—
—No, me parece bien, es solo que no pensé que usara un modelo tan antiguo
—Si no está roto no lo arregles —Provoqué una pequeña risa en el paciente— Empecemos de cero ¿Te parece? —Presioné el botón para empezar a grabar— Yo soy la doctora Sazo, por favor dí tu nombre y tu razón para empezar con el proceso psicológico
—Soy uhm… Julian. Vine porque una amiga insistió en que lo hiciera, al parecer me nota decaído —Se rasca el rostro con despreocupación al hablar, alejando un mechón de su oscuro cabello que le cubría parte del rostro—
—Supongo que hablas de Emmeline ¿No es así? —Tomo apuntes en mi libreta, se le nota incómodo—
—Sí, la buena de Emm. —Se muestra aburrido y casi obligado—
—Muy bien, Julian, antes de empezar de lleno quiero que sepas algo. Mi trabajo no es decirte como debes vivir al pie de la letra, solo trataremos de solucionar conflictos que tengas, emociones que estés reprimiendo y buscar soluciones para que puedas tener una vida más balanceada. Gran parte de estos procesos dependen de tí, de tu dedicación y de tu honestidad.
—Claro, estoy acostumbrado a que me digan que hacer así que es refrescante escuchar simplemente “recomendaciones” —Asiente mientras sonríe con inocencia—
—Muy bien, ya que mencionas órdenes, cuéntame ¿En qué trabajas actualmente?
—Soy un dibujante de tiras cómicas para un periódico local. No es la gran cosa, pero me gusta trabajar ahí, siempre me ha gustado dibujar —Su postura cambia, se sienta con la espalda recta y cruza los brazos—
—¡Excelente! Parece que te gusta lo que haces ¿No es así? No muchos dibujantes llegan a tener un trabajo estable como ese
—Sí, de hecho, ha sido mi sueño trabajar en ese periódico desde los trece años. Francis y yo solíamos pasar por el edificio cuando íbamos a la escuela en nuestras bicicletas. Creo que eventualmente se hartó de oírme hablar de lo mucho que quería trabajar en ese lugar —Tiene una sonrisa más grande y sus hombros parecen estar más relajados—
—¿Un amigo cercano? Cuéntame un poco acerca de él —Anoto el nombre de Francis y al lado dibujo una pequeña estrella para resaltarlo—
—Algo así como un hermano —Exclamó con una sonrisa débil en su rostro— Lo veo algunas veces luego del trabajo
—Parecen bastante unidos. —Lo miro directo al rostro, dejando mi pluma sobre la libreta— ¿Por qué crees que Emmeline te recomendó venir aquí?
—Bueno… Emm dijo estar preocupada por mí —Dice moviendo los dedos índice y pulgar de su mano derecha, algo incómodo— Cree que me limito o algo así
—¿Limitarte de qué forma? —Noto sus dedos moverse como buscando algo para jugar—
—Cree que lo que estoy haciendo no es todo lo que quiero hacer, pero vea simplemente quien habla —Se acomoda en su asiento, teniendo una posición más erguida— Emm ni siquiera quería estudiar arquitectura conmigo; no sé por qué se inscribió en primer lugar
—Bien, Julian, asumo que Emmeline tiene sus razones para hacerlo así como tú —Le apunto con la pluma, enfatizándolo a él— ¿Cuáles fueron tus razones para estudiar arquitectura?
—Por el dibujo. Quería mejorar mi técnica y no limitarme a simplemente dibujar trazos sencillos que se vean graciosos —Suspira, llevándose instintivamente los dedos inquietos hacia su boca—
—¿Fumas, Julian? —Pregunto al ver su mano frente a sus labios, tomando nota de un posible tic—
—Algunas veces. No me considero adicto aún, pero tampoco soy un novato en el tema —Sonríe con sarcasmo y aleja la mano de su rostro—
—¿Cuánto tiempo llevas haciéndolo?
—Desde los quince, creo… A mis padres no les fascinó tanto la idea como puede asumir —Asiente lentamente, recordando un momento específico de su adolescencia a lo que yo tomo nota—
—Volviendo a lo que dijo Emmeline ¿Cómo te sientes tú? ¿Crees que estás haciendo lo que quieres hacer? —Ladeo mi rostro, interesándome en su respuesta—
—Creo que ese trabajo es una gran oportunidad para ampliar mis gustos —Sonríe aunque puedo notar que es una sonrisa falsa—
—¿Podrías decir que no preferirías hacer nada más? —Intento presionarlo, ver hasta donde puede fingir—
—Ya se lo dije, lo busco desde los trece años ¿Usted disfruta hacer lo que hace? —Juega con su dedo sobre el brazo del sofá—
—La mayoría del tiempo, sí —Digo con orgullo, arreglándome las gafas— No podría decirte que todos los días son buenos ni que todos mis pacientes dan de su parte, pero sí puedo asegurarte algo: Haré todo lo que sea posible para que mis pacientes logren llevar una vida plena.
—¿Incluso si eso no parece posible? —Responde de manera seria, inclinándose un poco hacia adelante—
—Ningún caso es imposible, Julian. Siempre se puede encontrar una solución. —El joven simplemente me mira, entrecerrando sus ojos y se queda en silencio— Ambos conocemos a Emmeline, sabes que ella no es una chica que se tome estas situaciones a la ligera, si ella te recomendó venir aquí, podemos pensar que hay una razón concreta para ello
#1670 en Novela contemporánea
#1843 en Joven Adulto
drama amistad dolor tristeza y perdida, terapia, superacionpersonal
Editado: 22.03.2024