In my veins-Andrew Belle
Al asecho
[22]
NATALIE
Solo escuchar su voz hace que me quede estática en mi sitio, un estremecimiento me recorre entera en una fracción de segundo. Puedo incluso, sentir como las palmas de mis manos comienzan a sudar y debo luchar por llevar aire a mis pulmones.
Con rapidez, y casi instintivamente cierro la puerta del auto, en un débil intento de proteger a mi hijo. Ese es el único movimiento que me atrevo a intentar porque no creo que mi cuerpo pueda hacer más. Me he quedado congelada en mi sitio, presa del pánico.
Mis pies siguen anclados al pavimento, como si les hubieran puesto pegamento. Puedo sentir como la bilis sube por mi garganta y tengo que hacer un esfuerzo por contener las arcadas que suben por mi garganta.
Mi frente comienza a perlarse de sudor y pequeñas gotas comienzan a descender, regándose hasta mis ojos, imposibilitándome un poco la visión.
—¿Te ha comido la lengua el ratón, Natalie?
El escuchar el tono de voz que utiliza hace que las arcadas incrementen. Mi corazón comienza a martillear con violencia dentro de mi pecho escuchar el ruido de sus pisadas acercándose. Queda tan cerca mío que juro que puedo escuchar su respiración agitada.
Aún sigo de espaldas a él, con las manos apoyadas en el vidrio de la puerta trasera del coche, las cuales comienzan a resbalarse debido a la excesiva cantidad de sudor en mis palmas.
Tomo una bocanada de aire antes de por fin voltearme y encararlo.
Lo que veo me deja sorprendida, sus ojos están inyectados en sangre y sus pupilas tan dilatadas que solo puedo percibir un recoveco blanco en sus ojos oscuros. Su mirada solo expresa una sola cosa. Ira contenida.
—Will, aléjate de mí, llamare a la policía, no puedes acercarte más. Trato de que mi voz no se quiebre y salga lo más clara posible.
Ah ¿No puedo? —Avanza un paso más, retándome con la mirada— ¿Quién me lo va a impedir? ¿Tu?
La carcajada malévola que deja escapar provoca que mi sangre se hiele, pero aún así no me dejó amedrentar por el.
— ¿Qué demonios quieres? ¿Por qué no me dejas en paz?
De manera repentina da unos pasos hacia atrás y, yo por fin puedo respirar, por lo menos por un momento.
Aun con la distancia que nos separa puedo verlo claramente. Y cada vez me asusta más lo que veo en sus ojos.
— ¿Qué es lo que quiero? Te quiero a ti, siempre te he querido a ti. Desde el primer momento, pero tú siempre me hiciste a un lado. Me ignorabas como un perro porque estabas con el inútil de Jeffrey. ¿Qué le viste a ese idiota? Era un estúpido, además casi nunca estaba contigo porque estaba ocupado haciéndose el héroe. Y no contenta con eso, meses después te embarazaste de su bastardo.
El escuchar las palabras que ha usado para referirse a mi hijo ocasiona que mi sangre comience a hervir. Empuño mis manos a los costados de mi cuerpo, pero me mantengo sin emitir sonido alguno.
— Querías que yo me conformara con tu amistad, pero yo no pude aceptarlo. Nunca pude ni podre aceptarlo. Por eso tenía que hacer algo.
—Tú piensas que tu adorado esposo murió en batalla ¿verdad? —En un segundo vuelve a acercarse a mí, dejándome sin espacio para respirar.
Pues déjame decirte una cosa querida. YO CONTRATE A ALGUIEN PARA QUE LO MATARA.
Mi corazón parece detenerse en ese mismo segundo. Mi cabeza empieza a dar vueltas y su voz se convierte en un vago sonido cada vez más lejano. Me mantengo estática en mi lugar sin poder mover ni un solo musculo. Solo soy capaz de sentir las lágrimas bajando por mis mejillas de manera silenciosa.
Su voz vuelve a elevarse unos decibeles más.
— Así es Natalie, contrate a alguien para que se infiltrara en su base y lo matara de un tiro, pero antes fue golpeado y torturado hasta que suplico piedad. Lo de la granada fue algo que se me ocurrió, después de matarlo le ordene a mi ayudante que lo aventara en medio del desierto y detonara una granada cerca de su cuerpo para que pareciera todo un «terrible» accidente.
—ERES UN ASESINO, MALDITO. —me acerco aún más a él y le pego una bofetada que resuena en el espacio y hace que mi mano derecha arda.
Will permanece sin expresión y se toca mínimamente el lugar donde lo he golpeado.
Yo creía que después de deshacerme del ibas a ser solo mía, que equivocado estaba —suelta una risita irónica— porque tu otra vez me mandaste al diablo. Luego llego el italiano y todo se fue al demonio otra vez. Pero, sabes una cosa, he llegado a una conclusión con todo esto.
Mis ojos casi salen de sus cuencas al ver como saca un cuchillo del bolsillo trasero del pantalón que viste.
El mango de este es de color negro, puedo apreciar como brilla el filo gracias a la luz lunar. Trago saliva audiblemente, el pánico está invadiéndome nuevamente y la poca fuerza y coraje que había reunido se esfuman en este instante.
Camina a paso lento en mi dirección, en su cara crece una sonrisa malévola, sus ojos brillan con una emoción desconocida, incluso masculla algo que soy incapaz de interpretar.
Cuando se encuentra a centímetros de mi toma mi brazo con brusquedad y de un tirón impulsa mi cuerpo hacia adelante, quitándome mi única barrera de protección.
Una lagrima sale de mi ojo izquierdo debido a la fuerza con la que sostiene su agarre, estoy segura que quedara una gran marca ahí. A pesar del dolor me mantengo en un mutismo completo, el único sonido que se percibe es el de la respiración jadeante de Will.
Todo parece suceder en cámara lenta cuando siento el filo del cuchillo presionar contra mi abdomen.
Comenzamos a movernos hacia un rincón más oscuro, Will me hace caminar manteniendo el cuchillo presionado contra mi costado derecho. Avanzo con sigilo porque sé que si hago un mal movimiento esto podría terminar mal.