La cosa más bella-Eros Ramazotti
Bella, bella Italia
[27]
NATALIE
A bordo de un tren veo pasar frente a mis ojos los hermosos paisajes de Florencia. Creo que este ha sido el cielo más azul que he visto en toda mi vida, Los árboles, teñidos de verde se elevan y danzan al compás del viento, el cual se siente como una caricia. No puedo dejar de observar a mi alrededor, adonde quiera que voltees hay algo más hermoso que lo anterior.
Ernesto dormita semi recostado en el asiento y hago lo que ya es una costumbre para mí: Observarlo dormir. Hace un par de horas trate de conciliar el sueño, pero no lo logre. Acaricio su cabello suavemente, emite un gruñido, pero sigue durmiendo. Owen también duerme, en medio de ambos
A un par de asientos de distancia están Mariagrazia e Ethan seguidos de Nina y Connor y Arizona, quienes de último momento se unieron al viaje.
Luego de veinte minutos el tren detiene su marcha paulatinamente hasta terminar con un chirrido que cala hasta lo profundo de mi tímpano.
Zarandeo suavemente a Ernesto para despertarlo, luego de un par de minutos intentándolo abre los ojos un poco desorientado para luego restregárselos y dejar escapar un bostezo.
─Ya llegamos ─susurro.
Asiente sin decir nada más y después de tomar nuestras maletas de los compartimentos, toma a Owen y lo carga en su hombro. Caminamos por la estación de nombre Santa Maria Novella, uno junto al otro con los chicos detrás de nosotros.
Nos detenemos casi en la salida, Owen se remueve así que Ernesto lo baja.
─ Dante está esperándonos afuera ¿Quieren ir a comer algo o vamos directo a la villa?
─ ¿Enserio? Tengo demasiado tiempo sin verlo ─dice Mariagrazia.
─ ¿Quién es Dante? ─preguntamos Ethan y yo.
─Mi chofer ─Ernesto responde─ Lleva mucho tiempo trabajando para mí, es un amigo cercano de mi padre, lo conocemos prácticamente de toda la vida. Él dice que Grazia es como la hija que nunca tuvo. Entonces ¿Quieren ir a comer antes o prefieren descansar?
─ Vamos a descansar, yo necesito una buena siesta ─Ethan se ríe y Connor asiente con la cabeza dándole la razón.
Caminamos algunos pasos mas hasta salir al exterior. En la acera se encuentra estacionado un auto negro con los vidrios abajo. De el sale un hombre de tez morena y ojos aceitunados vestido con un traje. Aparenta estar cerca de los treinta años. Nada más ver a Mariagrazia se abalanza prácticamente sobre ella y la abraza con fuerza, Intercambian algunas palabras en italiano que no entiendo.
Después de presentarse formalmente nos ayuda a poner las maletas en el maletero y luego de subirnos todos al vehículo emprendemos camino hacia la villa.
─Dante también habla inglés ─musita Nina al notar la cara de desconcierto de Ari y Connor─ ¿Verdad, Dante?
El aludido asiente.
─Of course
La rubia y el barbudo se observan mutuamente con una sonrisa de alivio.
─ En realidad todos los empleados hablan español, inglés e italiano como base, además de algunos otros idiomas así que no tendrán problema para comunicarse. ─responde Ernesto.
El resto del camino lo pasamos en un silencio nada incomodo hasta que nos detenemos.
Al salir del auto lo primero que capta mi atención el hermoso jardín, esta todo cubierto de verde, plantas, arbustos y árboles de gran tamaño entran en mi campo de visión dejándome gratamente sorprendida.
Pasamos por un camino de piedra, hasta toparnos con una inmensa fuente justo en el centro. Avanzamos unos pasos más hasta situarnos enfrente de una puerta de madera rustica, si la observas detenidamente puedes notar en ella cientos de pequeños detalles. Me quedo anonadada con la belleza de este lugar.
Esta vez es Nina quien presiona los nudillos contra la madera, luego de esperar, la puerta se abre y de ella sale una mujer regordeta, de cabello castaño pintado con algunas canas. Lleva puesto un mandil y con un trapo blanco seca sus manos. En cuanto ve a Nina, la recibe en sus brazos en un apretado abrazo que la hace sonreir.
Luego de ingresar Ernesto nos la presenta como Gulia la mujer que junto a su esposo se encargan de la casa cuando él viaja.
─ ¿Quieren algo de tomar? ─Pregunta a todos?
─Vino ─responden todos al mismo tiempo.
Ernesto suelta una risa
─Iré por unas botellas.
Se pierde por el pasillo hasta llegar a la cocina para después abrir otra puerta y entrar.
Mientras tanto, todos decidimos sentarnos en los sillones para conversar.
─Ya enserio chicas ─Connor es el que habla primero hacia Nina y Mariagrazia. Díganme ¿Cómo pudieron dejar este lugar para emigrar hasta la fría ciudad de Chicago? Esto es un completo paraíso
─ Y no has visto nada aun ─Mariagrazia ríe─ Si fuera por mi jamás hubiera dejado Italia, pero un dia nos llamaron y nos dijeron que en el Med estaban faltos de personal, así que nos transfirieron.
─Lo que he visto hasta ahora me encanta ─digo─ para donde quiera que voltees hay algo nuevo y todo más lindo que el anterior, quiero ver más.
─Si iremos a otros lugares, la vendimia solo dura dos meses, el mes restante lo usamos para recorrer ciudades cercanas y no tan cercanas.
La puerta vuelve a abrirse, Ernesto sale por ella con dos botellas de vino en las manos, además de copas y un plato alargado con lo que deduzco serán quesos.
Nina se levanta para ayudarle.
─Erny yo creí que ya te habían abducido los ovnis─ Mariagrazia suelta una carcajada─ Tardaste demasiado.
─Lo siento Grazia, pero uno de los bodegueros me llamo, quiere que vaya mañana a revisar el estado de las viñas para asegurarse de que todo está en orden. Además, me llamo mi papá para decir que el dia de mañana también llega el resto de la familia.