Los Ángeles supuestamente sólo existen el cuentos de fantasía o nuestros sueños y pensamientos, pero para Laura esto incumplió las expectativas y pensamientos de seres humanos los cuales no creían en esos seres de luz que venían en nombre de Dios. Al parecer, cada persona tiene un Ángel de la guarda, el de Laura era extrovertido e inteligente. Laura se asustó al ver ese cuerpo casi transparente y brillante hacia la vista. Y más al ver que hablaba con fluidez y seguridad en él. Entre charla y charla, salieron de Laura unas palabras, las cuáles cambiaron su vida repentinamente. Las palabras fueron las siguientes "Estoy acá desde 2005, los guardias no me dejan salir". El ángel, cuyo nombre era Daniel, se sorprendió e intentó ayudarla.
El plan era distraer con ruidos extraños provenientes de afuera los cuales llamarían la atención de aquellos guardias grandes, fuertes, robustos y de pelo castaño. El plan funcionó de maravilla, el único problema fue que uno de ellos se quedó en la salida.
-No puede ser, te dije Daniel, esto no va a funcionar. -Reclamó Laura a punto de llorar.
-Mmm... Perdón, no los conozco del todo, son más inteligentes de lo que pensaba.-Dijo Daniel con una cara de asombro pero voz relajada.
Días después, a Laura se le ocurrió la idea más obvia pero menos accesible de pensar en un momento como este.
-¡Ya sé! - Exclamó Laura.
Daniel la miró con cara de intriga y rechazo.
-Escapemos-Agregó Laura con voz tranquila.
-¿Cómo piensas escapar?-Preguntó Daniel en tono de burla.
-Eso es lo de menos, ahora solo hay que pensar en conseguir comida y agua para el viaje hacia otro pueblo lejos de aquí-Dijo Laura.
Los días pasaron y pasaron, pero Laura siempre tenía la misma escusa para no realizar su propio plan
-Déjame consultarlo con la almohada y mañana te doy una respuesta, antes de hacer tremenda locura hay que pensarlo.
Siempre decía lo mismo, Daniel se cansó de ese ciclo infinito el cual según él nunca terminaría, entonces una noche mientras Laura dormía él regresó al cielo, un lugar que hacía como un año no visitaba, estuvo tan pendiente de Laura y sus problemas que no regresó a ver a sus amigos. Uno de ellos se llamaba Juan, y el otro Oscar. Juan era el ángel de la guarda de uno de los guardias, por eso no perdieron el contacto mientras él se ocupaba de su persona elegida para cuidar(Laura). Pero con Oscar no ocurrió lo mismo, él era el cuidador de una pequeña niña de otro pueblo. En el reencuentro de los tres mejores amigos a quienes todo el mundo conocía, a Daniel se le ocurrió la mejor idea que pudo tener para ayudar a Laura.
-Ya sé cómo ayudar a Laura-exclamó Daniel con una sonrisa de oreja a oreja.
Sus amigos lo miraron con una cara de poca aprobación. El festejo siguió sin problema, pero dentro de la cabeza de Juan y Oscar la frase de Daniel dió vueltas y vueltas.
Editado: 01.03.2023