Alexei
El sonido suave de la alarma de mi celular me despierta, sacándome del sueño ligero en el que había caído. Abro los ojos lentamente y me quedo mirando el techo de mi habitación por unos segundos, intentando sacudirme el cansancio que parece haberse instalado en mis huesos. Al fin, me giro hacia la mesita de noche y tomo mi celular. Hay un mensaje de Rodrigo.
—"Dile a la loca de Irina que deje en paz a Camil"—, leo en voz alta para mí mismo, frunciendo el ceño.
La furia me golpea de inmediato, como un balde de agua fría. No es suficiente con que Irina haya cruzado la línea en mi oficina, sino que ahora está acosando a Camil, incluso fuera del trabajo. Paso una mano por mi rostro, tratando de calmarme, pero el enojo sigue ahí, latente, alimentado por la preocupación por Camil. A pesar de que ella intenta ser fuerte y mantener todo bajo control, sé que las palabras y acciones de Irina pueden afectarla.
Me siento en la cama y, sin pensarlo dos veces, marco el número de mi asistente. Después de unos segundos, su voz profesional y tranquila responde al otro lado de la línea.
—Necesito que encuentres a alguien que siga a Irina. Quiero saber cada uno de sus movimientos: a dónde va, con quién se reúne, todo. No quiero dejar cabos sueltos. Es una prioridad, ¿entendido?— Mi tono es frío y autoritario, dejando en claro que no toleraré errores en esto.
—Entendido, señor Ivanok. Me encargaré de inmediato,— responde con eficacia.
Cuelgo y suelto un suspiro, dejando que el celular caiga al colchón. No puedo permitir que Irina siga interfiriendo en la vida de Camil. Aunque nuestra relación terminó, está claro que ella no piensa aceptar eso de buena manera. Irina siempre ha sido volátil y manipuladora, pero esta vez ha cruzado una línea peligrosa, y no puedo permitir que su comportamiento afecte a quienes me importan.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño, dejando que el agua de la ducha me despierte por completo. A medida que el agua caliente corre por mi piel, empiezo a planear mis próximos movimientos. No solo tengo que proteger a Camil de Irina, sino también asegurarme de que Irina no tenga más poder sobre mí, ni sobre nadie en mi círculo cercano.
La situación con Camil me ha mostrado algo que no quería admitir: me importa más de lo que debería. Cuando estoy cerca de ella, hay una sensación de calma y de peligro al mismo tiempo. Como si cada momento a su lado fuera un equilibrio delicado entre control y caos. Y eso me gusta. No puedo evitar sonreír al recordar la forma en que su piel se sintió bajo mi mano, la calidez que emanaba de su presencia.
Pero primero, necesito encargarme de Irina. Solo entonces podré pensar con claridad en lo que realmente quiero. Salgo de la ducha con una nueva determinación. No voy a dejar que nadie más dicte los términos de mi vida, y menos aún, alguien como Irina.
Al llegar a la oficina, el edificio todavía está en el proceso de despertar. La actividad es mínima, pero la tensión que siento en el pecho no tiene nada que ver con la calma del entorno. Mi mente está ocupada con la imagen de Camil y las palabras de Rodrigo. La situación con Irina necesita ser resuelta, y la única forma de hacerlo es enfrentando directamente el problema.
—¿Ha llegado Camil?— pregunto al asistente en la entrada de la oficina.
—Sí, señor Ivanok. Llegó hace unos minutos.
Un impulso de ansiedad me recorre al escuchar la confirmación. Le pido al asistente que informe a Camil que quiero hablar con ella. Espero pacientemente en mi oficina, dando vueltas por la habitación mientras reviso algunos documentos. Mi mente no deja de girar en torno a la situación con Irina y mi preocupación por Camil.
Finalmente, la puerta de mi oficina se abre y Camil entra. Su presencia siempre tiene un efecto calmante en mí, y hoy no es la excepción. La veo caminar con una confianza serena, a pesar de los eventos recientes. Sus ojos captan la luz de la mañana de manera que me recuerda por qué me siento tan atraído hacia ella.
—Alexei, ¿cómo estás?— dice, tratando de mantener una actitud profesional.
—Camil, gracias por venir—, respondo, intentando sonar lo más sincero posible. —Primero que nada, quiero disculparme por todo lo que has tenido que pasar debido a Irina. No debería haberte afectado de esa manera.
Ella me observa por un momento, evaluando mis palabras. La sonrisa que se forma en su rostro, aunque pequeña, ilumina sus ojos. Es una expresión que he llegado a apreciar, y me doy cuenta de cuánto significa para mí ver ese brillo en sus ojos.
—No tienes que preocuparte, Alexei. Ya no importa—, dice con tranquilidad, pero sus ojos traicionan un destello de vulnerabilidad que no puedo ignorar.
El alivio que siento es inmediato. La tensión en mi pecho se disuelve un poco al ver que, a pesar de lo que ha pasado, Camil mantiene una actitud tan digna y serena. No puedo evitar admirarla por eso. La sensación de culpa por mi parte es real, pero también es reconfortante saber que, al menos por ahora, no ha dejado que esto la afecte más de lo necesario.
—Me alegra escuchar eso—, le digo, acercándome un poco. —No quiero que nada te cause dolor, especialmente no por cosas que están fuera de tu control.
Ella asiente, y el ambiente entre nosotros parece relajarse un poco. Hay una especie de entendimiento tácito en el aire, algo que va más allá de las palabras. Es en esos momentos que me doy cuenta de lo importante que es para mí tenerla cerca, incluso si las circunstancias no son las ideales.
#2005 en Novela romántica
#710 en Chick lit
romancecontemporaneo, relaciones personales, poder control celos
Editado: 11.12.2024