Lazos De Sangre

Prólogo

No sabes lo que es perderlo, ¿No es así?

— ¡Salud! —Gritaron todos al unísono mientras chocaban sus vasos con soda y los bebían celebrando el cumpleaños del chico.

Alexander y sus amigos se dirigieron al patio para degustar la variedad de snacks que su madre le había preparado, desde doritos y papitas hasta pastelitos de distintos sabores, tanto lujo se debía al decimoquinto cumpleaños de su segundo hijo, quería que todo fuera especial.

Todos sus amigos reían mientras los padres conversaban entre ellos cosas que a Alexander honestamente no le importaba, el solo disfrutaba con sus amigos conversando y riendo mientras la música sonaba de los altavoces, pasándolo bomba como se puede decir.

— No tenías que venir, ¿Sabes?, total la fiesta no es para nosotros —Comentó Diego sentado en la hierba junto a Maite, mirando la clara y tranquila noche que se cernía.

— No digas eso, tu mamá me tiene especial cariño y no iba a perderme la fiesta de 15 años de tu hermano, lo conozco de hace mucho. — dijo jugando con las hojas del suelo, para luego mirar a Diego— Además sé que no tienes demasiada compañía, así que aquí me tienes, para ser tu compañera en esta noche.

Diego sonrió y le dio un beso en la mejilla— Te lo agradezco mucho, Maite.

Ambos siguieron mirando como la luna iluminaba los pastizales alrededor de la colina, y la pareja con las manos entrelazadas disfrutaba de la tranquilidad que el lugar les brindaba.

— ¡Diego! ¿Diego estas? ¡Diego! —Eran los gritos de su madre, tenían que volver a la fiesta.

— Supongo que se acabo nuestra tranquilidad —Bromeó Maite.

— Vamos, tenemos que celebrar el cumpleaños de mi hermano, hemos estado muy ausentes en la fiesta, —Diego se levantó— ¿Cómo sabes que no será su ultimo?

— ¿Por qué piensas así? —Maite se levantó confundida.

Ambos caminaron en la hierba hacia la fiesta— Porque vivo el día a día, no sabes si mañana me veras de nuevo, no sabes que pasará el próximo día, por eso aprovecha cada momento, sobre todo si son ocasiones especiales, como esta.

Maite río— Entonces vamos, disfrutemos esta noche —llegaron finalmente a la zona, la gente estaba mas calmada, pero aun quedaban snacks para comer.

El resto de la noche la pasaron conversando y riendo, dieron las 1 de la mañana.

— Oye, acompáñame, quiero mostrarte algo —Le dijo Diego a Maite cuando estaban prácticamente solos en la zona de fiesta.

Maite siguió a Diego hasta el risco de una colina, ambos se sentaron en el borde mirando a los arboles y arbustos que había por la zona, la vista era agradable.

— Esta es mi zona, por así decirlo. —Comento Diego— Aquí me siento a ver a los animales, a observar el ambiente o a simplemente pensar.

— ¿Pensar? ¿En qué?

— En cualquier cosa, sobre mi futuro, sobre mis actos, sobre la gente que conocí, sobre todo. —Suspiró— Pero sobre todo en que pasaría si...alguien que quiero muere, yo nunca experimente esa triste sensación de perder a un ser querido, no digo que la quiera experimentar, pero... ¿no es esa sensación la que nos hace personas racionales? ¿La que nos hace madurar y ver el mundo tal y como es?

— Pero... ¿Tu no perdiste a tu padre?

— No murió, o si el tipo murió no tengo forma de saberlo, nos dejó cuando mi hermano apenas tenia 3 años, pero el siempre fue un aweonao, nunca nos demostró amor ni a mi madre ni a mí, solo le bastaba con terminar su día para acostarse con ella, ese tipo de relación no dura, ¿Sabes?, no entiendo como estuvieron mas de 10 años así, cuando tuvieron...no, cuando EL tuvo un descuido, mi mamá quedo embarazada de mi hermano, él lo ''crio''—Hizo señas con ambos dedos— hasta los 3 años, cuando nos abandonó, y la verdad me agradó que fuera así, fue una perdida, pero no de alguien que mereciera mi cariño.

— Yo sí experimente esa sensación, varias veces, con tíos, mis abuelos, algún que otro primo... ¿Tu no? ¿Ni siquiera de parientes lejanos? —Estaba visiblemente confundida.

— No, cuando mi padre se fue vinimos a vivir a Melipilla, alejados de todo lo que era Santiago, alejados de mis tíos y primos, con los que nunca tuve una relación buena, todos fueron unos drogadictos o abusadores, a ninguno lo quería tanto como a mi madre o a mi hermano, ni tanto como a ti.

Ella se sonrojó, el le dio un beso en la mejilla y luego la abrazó— Gracias por ser una de las pocas personas en las que pude confiar, si no fuera por ti, no se que hubiera sido de mí, no lo sé —Dijo aun abrazado a ella.

— No lo agradezcas, necesitabas a alguien en el cole, y yo fui esa persona, ahora estamos juntos, y no te dejaré, no vivirás esa sensación de la que tanto temes conmigo, estaremos juntos por siempre, hasta el último de los días. —Separo un poco su cabeza de la de él y sus labios se juntaron en un apasionado beso.

— Te amo —Le dijo Diego, abrazándola con fuerza.

— Yo también Diego, sabes bien que yo también.

Luego del momento, bajaron a la casa de Diego, donde venía el auto del padre de Maite a recogerla, un tanto molesto por la hora.

Ambos se dieron un beso de despedida, esperando verse mañana con ansias en la universidad.

— De verdad la quieres mucho, ¿No es así? —Le dijo su madre a su lado.

— No te imaginas cuánto madre, no te imaginas cuánto.

— Bueno, es hora de irnos a dormir, mañana...bueno técnicamente hoy tengo que ir a trabajar, tú hermano al cole y tú a estudiar a la universidad, vamos.

La puerta de madera de aquella casa en el campo se cerró, y no se abriría hasta el día siguiente, para un glorioso y hermoso amanecer.

El último de mucha gente, lamentablemente.




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