Ashly
No. No podía soportarlo.
Ni siquiera quería seguir escuchándolo.
No.
No.
Ni siquiera tenía el control sobre mi cuerpo menos sobre mi mente. ¿Cómo hacer que esas palabras dejarán de reproducirse en mi cerebro? ¿Cómo dejar salir las emociones que hacían trizas mis ilusiones?
Ya ni siquiera recordaba como logre salir corriendo del altar y refugiarme en... en donde sea que estuviera. Ni siquiera podía decir que lugar era este. Era oscuro y solitario. Justo como mi vida a partir de ahora. Justo como yo. Millones de lagrimas comenzaron a brotar de mis ojos. No importaba cuanto tratará de secarlas aparecían más y más. No importaba cuantas veces trataba de levantarme mis pies no me ayudaban.
Mi cuerpo solo quería permanecer en el suelo y llorar. Llorar y gimotear. ¿Qué más se podía hacer después de te dieran el no en el altar?
Yo no lo sabía y mi corazón parecía no querer saberlo. Solo quería explotar y hasta que no quedará más. Llorar y llorar hasta que no hay más lagrimas que derramar. Llorar y llorar hasta que la sensación de cuchillas en el pecho desaparecieran. Llorar hasta que no tenga fuerza para nada más.
Tiago.
Tiago.
Ni siquiera con el corazón destrozado podía dejar de pensar en él. Ni siquiera con la cara roja y los ojos irritados podía dejar de querer ir a su lado y abrazarlo.
No era su culpa. Por mucho que una parte de mi mente deseará maldecir el día que lo conoció. Por mucho que una parte de mi mente se esforzará por querer borrarlo de mi corazón. No podía. No tenía fuerzas para odiarlo. Mi corazón se rehusaba a verlo como el culpable de mi sufrimiento. Mi corazón se negaba a aceptar lo que estaba pasando. Mi corazón no entendía razones y yo tampoco. Él... no podía ser el culpable... él...
Él no te ama.
Estaba segura que un cuchillazo no podía ser más doloroso que lo que mi cuerpo sintió al pensarlo.
La ama a ella. Lo sabes. Lo escuchaste.
Si había alguna forma de que toda esperanza se convirtiera en guiñapos esas palabras lo estaban logrando.
Llorar se volvía cada vez más agotador. Llorar estaba acabando con mis...
De pronto un ruido comenzó a alarmarme.
Unas pisadas acercándose me lanzaron una cachetada mental haciéndome consiente de un par de cosas que había olvidado por completo.
De pronto mi cuerpo comenzó a temblar, el miedo empezó a recorrer mis venas como una ráfaga que me impedir pensar o hacer alguna cosa. Si era sincera, me hubiera aliviado decir que al menos es había desplazado al dolor que atormentaba mis sentimientos, pero sería una mentira. Miedo y dolor se mezclaron en mi cuerpo haciéndome incapaz de moverme. Lo único que pude hacer fue abrazarme a mi misma mientras trataba en vano de desaparecer.
No me hagas daño.
No me lastimes.
Por favor.
No fue mi culpa.
No lo soporto.
Rogaba mentalmente que aquel monstruo no llegará y me expusiera a la burla y el abuso.
Él lo publicaría. Me lo había advertido. Él... Él pu...
—Ashly. —Unas cálidas manos me sostuvieron levantándome del piso—. Perdóname —un leve murmullo acariciando mis oídos.
Las lagrimas azotaron mis ojos con más fuerzas. Como si hasta hace unos pocos minutos no hubiera llorado a más no poder.
Una absurda luz naciendo en el interior de mi pecho que me obligaba a apagarme más a su lado. A olfatear su aroma, querer tocarlo, abrazarlo, besarlo y...
—Lo siento —otra vez su voz como un cálido arrulló tratando de calmarme.
Involuntariamente levante mi mirada hacia él y sin poder soportarlo más salté a sus brazos como si él fuera mi chaleco salva-vidas de este océano. Porque eso era para mí. A pesar de todo mi corazón se rehusaba a dejar de verlo como mi salida. Mi escape de un mundo lleno de pena y sufrimiento.
—No fue mi intención —sollozó mientras cubría mi espalda con sus acogedores abrazos.
Seguridad. Tranquilidad. Conforte. Mi corazón no dejaba de saltar y agitarse como loco. Por él. Él era la razón. La única razón que existía en mi vida llena de penumbras. Él único por él que me atrevía a sonreír a pesar de...
—Perdóname —Me apretó con más fuerza—. Fui cobarde, perdóname. No quise lastimarte.
Sus palabras son sinceras. Por supuesto que sí. Mi corazón puede sentirlo.
No me dejes. No te vallas. Por favor. No me dejes sola. Te amo. Te necesito.
—¿Por qué...? —mi voz se negaba a cooperar. Muy frágil y temblorosa hasta para mí—. ¿Por qué lo hiciste...? —pregunté levantado mi mirada y con las lagrimas resbalando sobre mis mejillas.
Ni siquiera importaba retenerlas. ¿Para qué? Yo estaba deshecha. Ni siquiera me importaba que me viera de este modo. Tiago me había visto en mis peores momentos, pero jamás creí que...
Si tan solo fuera la humillación publica, yo... yo podría soportarlo. Después de todo, nunca fui el centro de atención. Estaba bien con eso. Lo estaba. Destacar nunca fue algo en lo que fuera buena, yo solía escabullirme entre las sombras, podría volver a eso. No era nuevo. No sería nuevo. No sería algo que me desagradara. Pero... no era así. Lo que calaba en mi pecho era más fuerte que solo humillación. Era más fuertes que los murmullos y chismes. Yo podría vivir enfrentando los chismes, pero... Mi corazón no dejaba de sangrar. La sensación de algo feo y doloroso que no daba tregua a los sentimientos que salían de mi corazón estaba matándome.
Verlo aquí abrazándome como si yo le importara. Como si me quisiera. Como si me amara. Estaba haciendo destrozos en mí. Destrozos que yo estaba permitiendo. Solo hacía que el dolor se volviera más fuerte e intenso. Pero... ¿Qué podía hacer? Ni siquiera era capaz de decir algo sin que el corazón quisiera salirse por mis labios. Las lagrimas me lo impedían. Un nudo en la garganta lo hacían todo un reto y el hecho de que una maraña de emociones se estancará en la boca del estomago no aliviaba la situación en absoluto.
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Editado: 14.03.2024