Navani
Esto. Esto era.
Tenía que buscar a Lía. No. No. De razón estaba tan deprimida. De razón a penas y articulaba palabra.
Lía.
Sali de inmediato de su cuarto. Debía avisarle a Giorgi. Entre los dos la buscaríamos. No podía haberse ido lejos. También debía avisarle a Santiago. Seguro alguno de los empleados debían haberle visto. Alguien debió haberla vista.
Sin pensarlo más terminé abalanzándome sobre l puerta de mi dormitorio.
—Giorgi —hable con la visión borrosa—. Lía a...
No pude contenerme. Ni bien la vi me lancé en un abrazo. Estaba bien. Estaba sana y salva. Estaba con Giorgi. Eso quería decir que ya todo estaría bien con ellos. La apreté más. Hacía tanto tiempo que ni siquiera me dejaba acercarme. Talvez me gritará. Talvez se enfadará. Pero quería abrazarla por ultima vez antes de irme a Inglaterra. Quizá esto contará como una despedida. Era mejor que decirla adiós tras una puerta.
—Perdón —escuché decir.
Una parte de mí sonrió y la otra parte se aparto para ver si en verdad estaba abrazando a la persona correcta.
—Perdón, Nani —repitió con la mirada en el suelo—. Yo... lo siento...
La volví a abrasar. Un suspiro de alivio salió de mis labios. Al menos... era un avance.
Aunque después de lo que encontré en el baño. Irme. Ya no sabía si era lo mejor. Era probable que mi padre viniera más pronto de lo que creía. Su desquiciado honor no le haría dejarme vivir tranquila.
Al menos tendría a Giorgi con ella. Al menos o estaría del todo sola.
Amalia
—¿Qué tienes ahí? —pregunté con torpeza al ver una hoja en la palma de la mano de mi amiga.
Nani, dudo por un momento.
Mis ojos se ensancharon cuando lo comprendieron.
Yo tendría que contárselo. Sería lo mejor para ellos y para mí. Esto...no quería seguir llorando como un alma en pena. Nani, Giorgi, ellos. Ellos estarían para mí. Lo sabía. No tenía duda de ello.
Respiré hondo antes que Nani tuviera que decir algo. Probablemente pensará que me enojaría con ella de decírmelo. Después de todo, era de esperarse. Yo se lo diría. No quería fracturar nuestra amistad más de lo que ya estaba.
Y lo hice. Se los conté. Cada detalle, cada sentimiento. Todo. No omití nada. Era mucho más reconfortante saber que había alguien del otro lado escuchándote. Interesándose en lo que tenías que decir. Era increíblemente tranquilizante saber que no los había perdido.
—¿Vendrás conmigo Nani? —pregunté después de contarle lo que había planeado contra esa doble cara.
Ella asintió al instante con la visión borrosa. Tenia fuertes sospechas que mis ojos también estuvieran tan empañados como los de ella.
Yo.... yo no quería ir sola. Además después de que me contará que mañana se iría, no podía perder ningún minuto. Al menos ella estaría feliz en Inglaterra. En caso que su padre viniera hasta acá, ya se me ocurriría algo lo suficientemente alocado como para que no quisiera volver a pisar suelo americano nunca más.
***
Esto sería más difícil de lo que creí.
Refunfuñando me decidía a no perder la paciencia. La poca que me quedaba. Tenía que entrar. A como de lugar. Hace unas horas había llamado a aquel numero. Al parecer esa doble cara estaba tan ocupada como para contestar su propio móvil.
Claro. Ocupada. ¿Haciendo que? ¿Estafando a otros? ¿O quitándoles su dinero?
Casi quise echar al puerta abajo cuando no la abrieron después de la segunda vez que toque el timbre.
En fin, al final la llamada termino contestándola otra persona. Por suerte se escuchaba atenta y mucho más carismática. Tanto que casi olvidaba que estaba roja de ira.
Casi.
Resoplé harta. Este condominio era asquerosamente grande por no decir ostentoso. Al principio creía que viviría en un apartamento o en una casa humilde, no en esto. ¿Acaso no habría alguien que pudiera abrir la puerta? A este paso terminaría enloqueciendo.
Lo ideal para mí. Hubiera sido venir sola. Era lo que quise inicialmente, hacer que esa embustera soltará su verdadera cara.
Pero no. Nani ya había decidido arribar mañana temprano a Inglaterra. Si bien no lo acepté de buen modo. Después de todo quien aceptaría con una sonrisa en los labios que tu mejor amiga se fuera solo un día después que te hayas reconciliado con ella. Resople entre molesta y disgustada. No armaría una escena por esto. Era su ultimo día aquí y lo pasaríamos las dos solas. Claro, después que cierta embustera soltará todo lo que tenía. No me iría de aquí sin alguna explicación.
—Lía —hablo Navani acercándose hacía mí—. Lía cálmate, no querrás espantarlos.
Mi mirada recayó sobre Nani. Que horrible era darme cuenta que habías perdido tanto tiempo con una persona y más cuando esa persona era demasiado importante para mí.
Bueno, sí este día no salía como quería. Siempre podría hacer una locura a las afueras del condominio de la señora doble cara. Sería una buena despedida para este par de locas irresponsables.
Una débil sonrisa tiro de mis labios.
—Nani, perdón por....
Un sonido estridente detuvo mis palabras. La puerta por fin se abrió dejándonos ver el interior del lugar. En el momento menos oportuno.
—Adelante —anunció la misma voz que me contesto el móvil después de haber llamado innumerables veces. Era alguien joven. Al menos se dejaba ver que era alguien más joven que yo. La reluciente sonrisa tomando el protagónico en su rostro. ¿Cómo una persona que trabajaba para semejante doble cara podía sonreír tanto? ¿Acaso sería una fachada?
Crédula y confiada.
Mi ceño se frunció al recordar aquellas palabras.
No volvería a ser tan crédula con nada que este referido a esa embustera. Y si eso significaba desconfiar de cada persona que estuviera a su alrededor. Lo haría. Quizá fuera agotador. Quizá no tendría otra opción.
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Editado: 14.03.2024