Lazos de Sangre.

México.

México (ciudad de México).

Más de 15 mil cabezas presentes en el estadio Paul Echeverry uno de los mas grande y lujoso de la ciudad, en el que la gran multitud de personas, con carteles, pitos y gritos de emoción, estallaban el lugar a la espera del momento más importante del gran concierto. Entre bochornosas peleas, desmayos por asfixia, colados a las filas, fans obsesivas y un sin números de acontecimientos que sucedían a los pocos minutos que el protagonista de la noche brillara en el escenario con más de cincuenta luces de colores, fuegos pirotécnicos y dos pantallas gigantes, en el que los unía por su voz, su encanto y su música; la ranchera mexicana. 
... 
El efecto del licor después de una hora desató en el camerino del anfitrión una dosis de besos sin control, leves gemidos gritando desde a dentro, con caricias vivas y encendidas de pasión causantes de terminar por dejar caer la poca ropa de los amantes. Al beber el último sorbo de licor de una de las copas, extrajo el hielo en su boca, dejándolo deslizar por el escultural, desnudo y perfecto cuerpo de ella, seguido por su lengua la cual saboreaba el camino que este dejaba desde el cuello hasta más abajo del ombligo de la hermosa fanática. Ella reboso la copa con uno de los licores más caros del catálogo y viéndolo con una sonrisa picarona le derramó la bebida en su cuerpo, al paso lo bebió entre besos del cuerpo del cantante más esperado. Ambos dominaban el espacio, la noche y el sexo en todos los sentidos...                                                                            
Tres golpes en la puerta y un llamado de la madre del cantautor mexicano interrumpió el apasionante momento.  
—¿Juan Fernando, que carajos haces?. El público te espera. —Exclamo la mujer rubia, simpática y vanidosa. Con un vestido corto color rojo penetrante y zapatillas negras, la cual esperaba frente a la puerta en la que una estrella dorada con el nombre de su hijo se encontraba puesta y reflejaba su exagerada belleza.  

Al cabo de tres minutos y de los insistentes llamados de la mujer, el joven abrió la puerta con antipatía... La joven fanática salió en bragas del camerino y con una de las camisas del muchacho cubría lo que le alcanzaba para tapar sus atributos.  
La madre quedó estática y cristalizó los ojos del asombro.  
—¿Y esto?. —pregunto, con una mano en el rostro.  
La muchacha a mitad del camino lanzó un beso al joven con una sensual gesticulación de sus labios. El sonrió y mordió los suyos.  
—!Entra, entra!... —ordeno la madre y lo empujó al interior del camerino.  
—¿Que hacías con esa cualquiera en medio de un show?. —pregunto la madre con notable enojo y ambas manos en la cintura.  
—No puedes estar teniendo sexo con cualquier fanática que se entre a tu camerino sin permiso, ¿acaso no te importa este momento?.  
La madre tomó el vestido de la chica color blanco que se encontraba sobre una de las mesas.  
—Que mal gusto tiene la pobre, se le nota la clase. —Exclamo, mientras lo desechaba en la basura.  
—Se largó tan encantada, que prefirió llevarse una de tus camisas y no su vestido de trabajadora pública.  
Al dirigirse al armario de su hijo, observó las camisas con preocupación.  
—Oh por Dios, ¡no puede ser!.  
—¿Que pasa madre?. —Pregunto Fernando, mostrándose afligido ante los reclamos de su madre.  
—No preguntes... no puede ser, se llevo la camisa que te di en tu cumpleaños. ¿La recuerdas?... color negro con puntitos blancos y con brillo en las mangas...  
—Basta mamá, puedo comprar otra no te preocupes.  
—Si, para ti todo es muy sencillo, esa no era cualquier camisa.  
—Mira como volvieron el camerino, se nota que la pasaron bien ¿Eh?... Esta totalmente destruido. —Dijo mientras limpiaba el lugar.  

Al recoger hasta el último calcetín del suelo, levanto su mirada y observó al joven, el que había nació de sus entrañas hace 25 años atrás, del que desconocía en qué momento había crecido, cambiado o simplemente era el mismo en su manera de ser. Del que desconocía hasta en que momento se había hecho cantante y en el que la fama lo atrapó, no lograba notar las diferencias. Mientras estaba frente al espejo acomodando su cabello y luego colocando alrededor de su cuello una cadena de oro, lo detallo minuciosamente. El Estaba sin camisa... dejando al descubierto los tatuajes que llevaba en su brazo izquierdo, en su pecho, cuello y espalda, los cuales representaba en el la música ranchera que salía de su voz, la cual lo identificaban. Su estatura superaba el metro ochenta, piel blanca y una peculiar sonrisa que rodeaba una fascinante dentadura.  
—Eres idéntico a tu padre. —Admitió Marlene, madre de Juan Fernando.  
El giro la mirada hacia ella y con antipatía la cual lo caracterizaba, contesto.  
—No inventes. Que yo sepa mi padre no te ha sido infiel, ¿O si?  
Marlene tragó saliva, levantó el cuello más de lo normal y dejó caer al suelo las últimas prendas que tenía en sus manos.  
—Nunca lo ha hecho. —Contesto con seguridad.  
—Vez... Igual Karla no se va a enterar. —Comento el joven, mientras se colocaba la camisa color gris y el sombrero del mismo tono. 
—Karla... Es la única novia que te a durado más de un año, una chava como ella no encontrarás jamás, Escúchame bien, ¡jamás!. —Recalco la madre mientras tomaba asiento.  
—¿lo dices por mi?... o por que ella te informa de todo lo que hago, hasta de mi estado de ánimo cuando estoy con ella en la cama. —Pregunto Fernando con duda claramente fingida.  
—¿es enserio?, Tampoco es para tanto, Ya no sé qué hacer contigo. —Contesto la madre agobiada.  
—No harás nada, y ahora discúlpame, tengo un público que atender. —Respondió con una sonrisa con la boca cerrada, camino hacia su madre y luego de darle un beso en la frente se marchó al escenario... al salir frente a su público sintió un corrientazo de adrenalina correr por todo el cuerpo. Realmente lo amaban, los gritos eran de lágrimas, alegría y emoción. Los fuegos artificiales amanecían el cielo de colores en plena noche de diciembre y las cámaras estaban puestas en el... tras una sonrisa tomo el micrófono, respiro profundamente y...  




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