Tanto Milagros como Xuan se vieron obligados a dejar sus empleos en las tiendas de la abuela Kasumi ya que iniciaron con sus prácticas en hospitales, además de que necesitaban comenzar con algunos cursos para decidir su especialización. Estuvieron tan ocupados, que el tema de una mayor intimidad de momento quedó pausado.
Iniciaba el mes de diciembre y estaban en casa preparándose para salir a hacer las compras para adornar la casa y las tiendas para navidad cuando Milagros recibió un mensaje en su teléfono. Era el embajador, sólo le compartía una liga a un video de youtube y el mensaje “sé fuerte”
Ella abrió el video, era un fragmento del noticiero vespertino, su corazón dio un vuelco al ver la nota al pie de la pantalla: “Muere la madre de peligroso líder de cartel de drogas”
―El director del penal de máxima seguridad dio la noticia esta mañana ―la reportera hablaba en el video―. La señora Dolores Gutiérrez, madre del “menonita” Lara, fue encontrada decapitada en el desierto entre algunos símbolos paganos. Se cree que rivales de alguna secta narcosatánica… ―Milagros cortó el video en ese momento.
―Mili… ―Xuan se acercó a ella.
Pero ella no le hizo mucho caso, en seguida buscó entre sus contactos a don Gerardo y lo llamó sin dudar.
―¿Apá? ―dijo en cuanto él contestó.
―Ya vi la noticia, mi niña ―dijo el hombre en su paternal tono―. No te preocupes, tú sigues protegida.
―¿Estás seguro? ―los ojos de Mili comenzaron a llenarse de lágrimas.
―Más que nunca. Quien hizo este hechizo es un novato, cometió muchos errores y con eso me dejará ver al fin quién está detrás de toda esta magia negra que cubre a tu familia.
―Pero mi abuela… ¿Sufrió?
―Lo siento, mi niña. Ella por desgracia estaba rodeada de esa violencia que ella misma solapaba. Fue su destino.
―Entiendo..
Milagros agradeció al chamán y cortó la llamada, pegando su frente a su teléfono con tristeza.
―¿Estás bien? ―preguntó Xuan.
―Papá estará destrozado. Entre tantos enemigos, no tengo idea de quién está causando todo esto, pero sé que mi apá Gerardo al fin va a encontrar al responsable.
―¿Quieres que nos quedemos en casa? ―preguntó la abuela Kasumi. Ella negó con la cabeza.
―No. Ya es una especie de tradición en nosotros ir por los adornos navideños el día primero. No se preocupen, todo va a estar bien.
Hicieron las compras como cada año y dedicaron el fin de semana a adornar tanto la casa como los negocios. Siendo asiáticos, no era muy de sus costumbres celebrar la navidad, pero la abuela Kasumi aceptó la sugerencia de Milagros de adornar las tiendas con motivos navideños y poco a poco ese espíritu navideño se contagió de tal forma que decoraban incluso la casa.
Después de eso regresaron a su rutina en la universidad. En cuanto iniciaron las vacaciones de invierno, ambos subieron al auto y se dirigieron por la carretera hacia Palm Springs, en donde habían sido invitados por Rose a celebrar su fiesta de compromiso en casa de su familia.
Mientras iban en el auto, Milagros veía el camino desértico, algo que le recordaba mucho la zona donde creció y sintió una incomodidad inexplicable, la atribuía quizá a sus duros recuerdos de temor y muerte que rodearon su niñez. De pronto, Xuan chasqueó la lengua sacándola de sus pensamientos.
―¿Es eso una niña? ―dijo señalando a lo lejos a un lado de la carretera. En efecto, parecía ser una niña acompañado de un perro de color negro, en medio del desierto. Milagros frunció el entrecejo, había algo muy raro en eso. Entonces sintió como si sacaran todo el aire de sus pulmones. Justo frente a la niña, al otro lado de la carretera, cruzaba una serpiente negra, enorme.
―¡Aplástale la cabeza! ―dijo alarmada.
―¿Qué?
―A la serpiente, ¡aplástale la cabeza! ¡Pásale el auto encima! ―Xuan actuó casi por instinto y viró violentamente para centrar la llanta justo en la cabeza del animal. La sangre se les heló a ambos, al momento de que el auto pasó encima del reptil, se escuchó el chillido doloroso de un perro y un grito que sonaba al nombre de “Lachis”. Se frenó de golpe y miraron por el retrovisor. El cuerpo de la serpiente estaba ahí, inmóvil, con sangre alrededor de su cabeza, pero de la niña y del perro, no había rastros.
―¡Vámonos! ¡Rápido! ―ordenó Milagros. Xuan aceleró en seguida y se fueron a toda velocidad por la carretera.
―Esa serpiente… ¿es algo similar a lo que pasó con tu padre?
―Idéntico ―Milagros inhaló con fuerza.
―No será esa maldición de nuevo en ti, ¿o sí? ―preguntó Xuan, preocupado. Milagros miró todo a su alrededor, no detectaba nada. De su bolsillo un amuleto que don Gerardo le había dado desde niña.
―Me siguen protegiendo ―dijo ella―, y no siento a la muerte. No sé si esa serpiente haya aparecido por mí o sea simple coincidencia, pero es seguro, era un demonio. ―Xuan observó a Milagros con detenimiento.
―No sé qué sea, pero tienes razón, estás protegida. Cuando ves a la muerte o algún peligro cerca tus ojos se tornan oscuros, pero ahora tus ojos están en ese tono verde de siempre. No te preocupes, todo estará bien.