Lazos kármicos

El último enfrentamiento

Milagros fue llevada hasta la costa, en una zona aislada. La obligaron a salir de la camioneta y su hermano se paró frente a ella con un gesto de rabia. Milagros veía a la muerte rondando todo alrededor, simplemente agachó la cabeza, ya estaba harta de verla a cada momento.

―Y pensar que lloré tu muerte ―dijo con un gesto iracundo―. Jamás me hubiera pasado por la cabeza que fueras a traicionar a la familia.

―¡No traicioné a nadie! ―dijo ella con rabia―. Era mi misión, ¿no? Ser el castigo de papá, y es justo lo que hice, un pacto con la muerte para cumplir esa misión sin morir.

―¡Tu misión era morir por él! ¡Y es justo lo que vas a hacer! ―Julián la tomó del cuello―. Esta vez no habrá oportunidad, la vez pasada te dejamos apenas un par de kilómetros mar adentro. Esta vez estarás tan profundo en el mar que te llevará meses llegar a la orilla. Veamos si la muerte hace un pacto contigo ahora. ¡Súbanla al barco!

Los dos sujetos que acompañaban a Julián tomaron a Milagros de ambos brazos y la llevaron a jalones por el muelle. Julio observaba con un gesto de amargura a su hermana intentando soltarse cuando un fuerte golpe lo tiró de bruces. Sólo escuchó su cráneo quebrarse al momento que perdió el equilibrio. Volvió la cabeza para ver a un joven alto y atlético dar una voltereta para atinar otra fuerte patada, ahora en su mandíbula, perdiendo el conocimiento. Los otros dos sicarios corrieron de inmediato hacia Xuan, quien no dudó en atacar de frente. La lucha era muy pareja, sin embargo, por ser dos contra uno, Xuan se estaba viendo minimizado, hasta que Milagros se unió a la lucha golpeando con una varilla a uno de ellos en la cabeza. Xuan aprovechó para rematar con otro golpe en su nuca, noqueándolo y entre los dos, pronto tuvieron sometido al tercero.

Entonces se escuchó un fuerte disparo que hizo eco en el solitario lugar. Julián se ponía de pie apuntando a ambos con un arma de alto calibre.

―Así que este es tu amante, ¿no? ―dijo con rabia―. Ya me contaron de él. Me decepcionas, Lachita, Según tú te alejaste de la familia para buscar una oportunidad y ¿te vas con un pandillero?

―Él se ha redimido ―Milagros habló jadeando―, así como lo hacías tú Julián. Tú ya te habías decidido tomar el camino correcto con el apá. ¿No temes decepcionarlo?

―¡No me vengas con sentimentalismos! ―Julián se acercó apuntando a Xuan en la cabeza―. La vez pasada te colaste un inflable para flotar, ¿no? Mira, te daré esa ventaja, te dejaré su cuerpo sin vida en mar abierto. Como sea, los cadáveres flotan.

Milagros levantó al fin la mirada para ver que el brillo plateado de la muerte estaba encima de todos, de su hermano, de sus secuaces y hasta de Xuan. Formaba una suerte de trazo que unía a todos con el barco.

Todo se ralentizó de tal forma que era como si el tiempo se detuviera. Milagros al fin levantó la cabeza y vio de frente a esa energía de plata.

―Había hecho un pacto contigo ―le dijo―. Mi misión ahora era sanar como mi apá Gerardo, pero permites que él me lleve prematuramente de nuevo.

―No puedo hacer mucho contra el libre albedrío ―respondió una suave voz―. Pero tu hermano cometió un error y en ese error, al momento en que te entregue conmigo, él me enfrentará también.

―¿No sobreviviré esta vez?

―Quizá lo único que te falte es tener un poco de fe en ti misma.

El tiempo corrió de nuevo y vio a esa energía de plata poniéndose detrás de cada persona en ese lugar.

―Moriremos todos ―musitó observando el barco.

 ―¿Qué murmuras? ―gruñó Julián.

―Ese barco será nuestra tumba, Julián. ―Milagros inhaló con un gesto de amargura―. ¿Sabes qué? Haz lo que tengas que hacer, ya me cansé de huir de la muerte. Quizá esa maldición no se perderá nunca, toda la familia está destinada a desaparecer. Pero, por favor, déjalo libre a él, no tiene la culpa de nada.

―¿Por qué dice que moriremos todos? ―uno de los secuaces miró a Julián, asustado. Patrón, ¿a qué se refiere…?

―¡Cállate! Está alardeando.

―Pero ella vivió muchos años con ese brujo, quizá ella.

―¡Que te calles, te digo! ―Julián cortó cartucho y apretó fuerte el cañón contra la cabeza de Xuan―. O me dices de qué demonios hablas o le vuelo la cabeza a este idiota.

―Y después, ¿qué? ―una voz grave y profunda habló a lo lejos. Julián se estresó de forma evidente al escucharlo. Detrás de un barco oxidado emergió un hombre moreno, regordete y de baja estatura, flanqueado por una pareja joven.

―¡Apá! ―exclamó Julián.

―Matarás a este muchacho, y después a tu hermana ―el chamán se acercó a paso lento―. Me dijiste que habías prometido cumplir la misión de cuidar de los agricultores sin causar muertes, sin embargo, ahora quieres eliminar a tu propia sangre.

―¡Ella nos traicionó! ―chilló Julián.

―No, hijo. Tu padre fue quien la traicionó a ella. Juan tuvo la oportunidad de continuar por el camino correcto para salvar la vida de su hija, sin embargo, decidió continuar a pesar de saber lo que le pasaría. No teníamos idea de quién le puso esa maldición encima, pero creo que ahora tú lo sabes. Esa serpiente que le apareció a Mili hace unos días, tú la mandaste, ¿o no? Dime, hijo, ¿quién te ayudó a poner esa maldición en ella? ―Julio agachó la cabeza con un gesto de odio.



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En el texto hay: magia negra, mafias, brujeria

Editado: 16.05.2024

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