EXTRA 3: Los Hartford

COLIN.

Maldigo mi suerte por milésima vez en los últimos treinta minutos, esto debía ser una broma o, mejor dicho, una pesadilla. Simplemente aun me encontraba procesando a información que había recibido.

“Mañana iremos para conocer a tu novia”

Solo esas palabras me habían bastando para querer tomar a Faith e irnos de Melrose por una semana, o tal vez más. No es que no quisiera presentarle a mi novia a mis padres, simplemente creí que el momento lo escogería yo, no ellos.

Los nervios me carcomen por dentro, y es que mis padres pueden ser un verdadero dolor de cabeza si se lo proponen, y ni hablar de mi hermana, ella es peor que ellos y yo juntos. Sé que rodearan a Faith con mil preguntas, y lo que menos quiero es incomodar a mi hermosa médium con las tonterías de mi familia, pero la verdad es que no veo una escapatoria convincente de esto.

Al llegar a casa de los Lockwood toqué el timbre. Tobías fue quien abrió.

—Hola, Tob.

—Creí que vendrías más tarde— soltó el hechicero con algo de molestia.

Tobías aun no me aceptaba del todo como el novio de su hermana, y a pesar de que llevamos cuatro meses de relación, el hechicero no da su brazo a torcer por completo, digamos que ha aprendido a tolerarme, de la misma forma que el señor Lockwood, solo que él es más disimulado.

—Faith me pidió que viniera antes— le expliqué y él a regañadientes me dejo entrar.

Parecia que estaban solos en casa, pues no escuchaban la voz de la señora Lockwood en la cocina o sala de estar y la música que Leandra solia colocar mientras estaba encerrada en su habitación. Sin decir nada subí las escaleras, a pesar de sentir la mirada del menor de los Lockwood sobre mí.

Al llegar al cuarto de Faith toqué dos veces, una pelirroja sonriente me abrió la puerta y en cuento me vio se abalanzo sobre mí.

Sus labios impactaron contra los míos en un beso tierno pero intenso, y no me negué a recibirlo, la atraje hacia mí de las caderas para sentir su calor.

Faith sonrió cuando nos separamos —Buen día, cazador arrogante.

—Buen día, pequeña médium.

Faith me hizo entrar a su habitación y cerró la puerta detrás de mí. La observe de pies a cabeza, llevaba una falda azul marino con una polera blanca con diseño de girasoles. Se veía tan jodidamente tierna y sexy que moría por tenerla sentada sobre mi mientras la besaba con locura.

—¿Qué piensas tanto, cazadorcito?

—¿Segura que quieres saberlo?

—Sorpréndeme.

—Me estoy imaginando a mi sentando en tu cama, tu sobre mi mientras no dejo de besarte como un loco, tus mejillas enrojeciéndose por el calor que comienzas a sentir mientras bajo mi mano para ver cuan mojadas estas…

—Ok, ya entendí— la pelirroja se sonrojo y se acerco a mi —, y a pesar de que tu idea me agrade y mucho, hay un chico de quince años que esta de espía en esta casa. Deberíamos ahorrarnos problemas.

—Ya lo creo, aun recuerdo la charla que tuvo con nosotros después de enterarse que te desvirgue.

—No quiero recordarlo— comento ella negando con la cabeza.

Creo que esa fue una de las grandes represalias que nos dejo Amón, el decirle a Roger Lockwood que su querida hija ya no era virgen y para colmo que se había entregado a un cazador. El hechicero se enfado como nunca, diciéndonos que eras unos niños que apenas conocían el mundo como para tratar de hacer cosas de adultos y bla. Entiendo que sea sobreprotector con sus hijas, pero siendo sinceros, que Faith y yo folláramos pasaría tarde o temprano, y la verdad es que yo me aguante bastante para estar con la pelirroja, pero la espera valió la pena, ¡vaya que sí!

—La verdad no se que esperaba tu padre, que jugáramos ajedrez cuando estuviéramos solos— la chica rio.

—Yo creo que si— se acercó para rodearme el cuello con los brazos —. Pero yo prefiero hacer otras cosas cuando estamos solos, cosas más… físicas.

—Es curioso, tu boca dice que no podemos hacer nada ahora, pero tus ojos y cuerpo me dicen algo distinto.

A veces adoraba que Faith supiera exactamente como tentarme, uno la ve toda tierna y angelical, pero sus armas para seducirme me dejan perplejo y excitado.

—Dije que deberíamos ahorrarnos problemas, nunca dije que no haríamos nada— sus labios bajaron a mi cuello, dejando besos mojados por las zonas más sensibles.

Apreté a Faith más hacia mi cuerpo y comencé a caminar con ella de espaldas hasta que mis piernas chocaron contra el borde de su cama, me senté en ella y la médium rápidamente se sentó a ahorcajadas sobre mí, de dejar de besar mi cuello y acariciar mi cabello. Deje que mis manos recorrieran su cintura y caderas, logrando que la chica comenzara a moverse sobre mí.

—De verdad te ha gustado lo que estaba pensando — comenté con una sonrisa cuando Faith se quitó de mi cuello para mirarme a los ojos.

—¿Vas a negar que no quiere follarme en este preciso momento? — inclino su cabeza hacia un lado, haciéndola ver condenadamente tierna.

—Faith, sabes que siempre quiero follarte— le recordé mientras mis manos subían lentamente su falda —. Además, sabes que esta falda azul es mi perdición.

La falda que Faith llevaba se había vuelto un signo de deseo para mi desde que la compro ¿y por qué esta falda se transformó en eso?, simple, el día que la compro, Bart, Walter y yo fuimos con ellas por una razón, Christian y sus amigos las habían invitado al cine en una salida de amigos, y ni loco dejaría ir a mi novia al cine con un chico que aún está enamorado de ella. Faith había manchado su vestido ese día y las chicas aprovecharon para irse de compras. Yo estaba hasta la jodida mierda de tener a ese chico cerca y Faith no encontró nada mejor que mientras se probaba la ropa, me metió con ella al probador y me modelo toda la ropa que tenia para probarse, cuando tuvo esa falda puesta solo con su sujetador gris no pude contenerme y la estampé contra el espejo, y bueno, las cosas pasaron. Curiosamente cada vez que Faith y yo follamos en lugares públicos (que curiosamente pasa pocas veces), tiene puesta esa falda azul, por eso se volvió un símbolo de deseo para mí. Es como si esa falda presagiara lo que iba a pasar.