Lazos Oscuros [libro 1]

43.- Ardiendo

Advertencia: capitulo con algunos temas explícitos, si lees es bajo tu propia responsabilidad :).

AMELIE💥

Rainer había entrado a bañarse hace algunos minutos, pero mi mente no paraba de mostrarme imágenes de él, de nosotros, juntos, besándonos, sintiéndonos, queriéndonos, deseándonos.

Escuche la puerta del baño abrirse, rápidamente me pare del tocador. Mi novio salió con la toalla cubriéndole la cabeza por completo, los músculos de sus brazos y abdomen relajándose y contrayéndose con sus movimientos.

¡Dioses, apiádense de mí!

—¿Cómo demonios lo haces?

—¿Qué cosa? — preguntó, notablemente confundido.

—Ser completamente sexy sin intentarlo.

No pude evitar morderme el labio, ¡Diablos! Este chico esta como quiere. Con el cabello mojado y rebelde, lo único en lo que puedo pensar es tirarlo en la cama y no dejarlo ir jamás.

Quiero estamparla contra la pared y devorarle la boca.

Mierda, como deseo tocar su piel.

Tirar de su cabello.

Lamerla lentamente.

Perderme en ella por completo.

¿Acabo de volver a escuchar a Rainer en mi cabeza?, pues su idea me gusta, me gusta y mucho.

—Hazlo— por favor, hazlo —. Te deseo Rainer Sanderson.

Antes de poder decir otra palabra, Rainer ya está acorralándome contra la pared, dejándome sentir el calor de su piel.

—Estamos jugando con fuego, preciosa— declaró.  Su aliento chocó contra mi piel, erizándola por completo.

Habíamos estado jugando con fuego desde hace ya tanto tiempo que no podía resistirlo más tiempos, ya es el momento de que ambos nos quememos, que ardamos en estos sentimientos y sensaciones que nos consumen y piden más cada vez que estamos a solas.

—La verdad no me importa quemarme, solo si es por ti.

Sus labios atacaron los míos, robándome un suspiro. La explosión de sensaciones fue inminente, invadiendo mi mente por completo. No es un beso gentil y cuidadoso, no había nada de eso en él, más bien hay agresividad, salvajismo, deseo y un ardiente fuego que ha estado presente desde que nuestros labios volvieron a encontrarse desde ese beso en San Gabriel. Nuestros labios se mueven en perfecta sincronía, mis dedos enredándose en su aun mojado cabello, y sus manos recorriendo de arriba abajo los costados de mi cintura y caderas, apegándome más y más mi cuerpo al suyo.

Separamos levemente nuestros labios, haciéndome consciente de nuestras respiraciones; más pesadas y rápidas que nunca antes, al igual que nuestros movimientos; más torpes e imprecisos en un intento de acortar más las distancias, si es que eso era posible, o moviendo nuestras ropas para que dejaran de estorbar.

Nunca me había sentido así con alguien, y saber que todo esto me lo provoca una persona con simples caricias y besos me enloquecía.

—Amelie, necesito que me digas si quieres continuar— su aliento chocó en mis labios —, por qué dudo poder detenerme después.

Mojé mis labios. —Tacet domi— lancé el hechizo insonoro y sonreí acariciándole la nuca—. No quiero que te detengas nunca, Rainer.

Volvió a besarme, presionando aún más nuestros cuerpos, mis pechos rozándolo, sintiendo el calor abrasador de su piel a pesar de ropa. La sensación tan abrumadora de sus labios me tenía al cien, solo pensaba en él y nada más que él, sus labios sabían a manzana, y su lengua rozaba provocadoramente mis labios entre besos mojados.

Definitivamente parar no es ni será una opción.

Sus manos bajaron por mis caderas a mi trasero, recibiendo un gran apretón deseoso; chillé, y él aprovechó la oportunidad de que mi boca se abrió para introducir su lengua.

Nuestras caderas chocaron, dejándome sentir su dura y creciente erección. Me mordió el labio inferior sacándome un sonoro gemido que provocó que sus manos apretaran con más fuerza mi trasero, creando el impulso perfecto para hacerme rodear sus caderas con mis piernas, dejando que su erección y mi calor tuvieran un contacto mucho más directo a pesar de la ropa. Rainer caminó conmigo hasta el escritorio, donde me sentó sin problema, pero no se apartó ni un centímetro de mí.

—Esto me trae recuerdos— dije tras un jadeo.

 Aproveché la leve distancia de nuestros rostros para tomar el dobladillo de su camiseta y quitársela, el chico sonrió.

—Quiero oírte gemir mi nombre como ese día.

—Puedo gemirlo mucho mejor hoy.

Sus ojos se escurecieron aún más ante mis palabras, acunó mi rostro con una de sus manos, y volvió a besarme con fuerza. Al separarnos, su dedo índice delineó mi mentón, bajando tortuosamente lento por mi cuello, pasando por el valle de mis pechos, mi ombligo hasta detenerse sobre el dobladillo de mi polera. Me la quitó al segundo, dejándome desnuda antes sus ojos oscuros.

Llevé mis manos a su torso, sintiendo como sus músculos se contraían bajo mi toque, delineé su torso con total libertad, como si estuviera re dibujando lo definido de este. Comenzó a besar mi cuello, chupando y mordiendo las zonas más sensibles, sacándome jadeos cada vez más fuertes, mientras sus manos me acarician de arriba abajo, rozando y moldeando mis pechos y pezones a su antojo.

—Me gusta como tu cuerpo responde a mi toque— dijo subiendo la boca a mis labios, jugueteó más con uno de mis pezones —, ver como inconscientemente tu cuerpo me pide atención.

Apreté los labios para aguantar un gemido.

Fijó sus ojos en los míos. —¿No piensas decir algo?

—¿Ahora quién es el que juega con fuego, chico ángel? — logré decir cuando sus manos se posaron a cada lado de mi torso para acariciarme lentamente mientras bajaba.

—Llevo quemándome por ti mucho tiempo, Amelie.

—Entonces quemémonos juntos.




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