HALLIE.
—¿Estas segura que no está? — pregunté
—Completamente— rectificó Sadie.
Salí del pasillo con la carpeta pegada a mi pecho mientras miraba hacia todos lados para estar mil por ciento segura que no estaba cerca de aquí.
—¿Ya me dirás que te pasa?, esto no es muy normal de tu parte— abrí la boca para soltarle una excusa sobre mi supuesta enfermedad, pero rápidamente me calló —. Y no me vengas con que son tus crisis y cosas asi, que sé perfectamente que es mentira, he visto tus crisis, y no están ni cerca de parecerse.
—Simplemente no quiero hablar con él.
—Pero, ¿Por qué?
—Porque si
Han pasado ya tres dias desde que cometí una locura. Tres dias desde que besé a Sebastián Kenner en la casa del árbol. Tres dias donde lo único que he hecho es evitar quedarme a solas con él, ni siquiera compartir una pequeña mirada.
Llevaba tiempo pensado en como seria besar a Seb, tanto tiempo preguntándome me llevo a tomar el impulso de presionar mis labios contra los suyos, pero nunca espere que el siguiera el beso, dejando que lentamente nuestros labios tuvieran un contacto tan intimo y delicado. ¡Dios!, la imagen de ese beso se repetía en mi cabeza una y otra vez, y podría jurar que hasta el día de hoy siento el calor de su cuerpo contra el mío; estaba volviéndome loca.
—Porque si, no es una respuesta— reclamó la pelinegra.
—Pero es la única que obtendrás, bebé— le dije el apodo que solemos usar entre nosotras para suavizar mis palabras.
Siempre les he confiado las cosas a Sadie y Val, de hecho, el único secreto que tengo es mi verdadera condición, que la esquizofrenia solo es una excusa para ocultar mi verdadera naturaleza sobrenatural. Sabia que podía confiarles sin problema que Seb y yo nos habíamos besado, pero no sabría explicarles como es que me llevo tanto con los Kenner, y como es que pareciera que nos entendemos sin decir mucho.
Esto de tener un secreto que tienes que estar constantemente ocultándolo de las personas que quieres es estresante y agotador.
—Ugh, últimamente te guardas todo, Hallie. Eso no es sano— Sadie se paró frente a mí.
—No me estoy guardando nada, te lo juro— la miré a los ojos —. Solo… tengo que aclarar algo primero para poder contarles.
—Entonces si paso algo, ¡lo sabía! — concluyó la chica con una sonrisa.
Le cubrí la boca con las manos para evitar que el resto de la universidad nos oyera, le hice un gesto de para que bajara el tono, y ella solo asintió.
—Si, paso algo, y no quiero enfrentarlo, no aún.
—Por favor, ¿Qué pudo haber sido tan grave como para que lo ignores durante tres dias?
—No lo he ignorado, solo lo estoy evitando de la manera más educada posible.
—Dirás la más infantil— la miré mal —. Es la verdad. Haces que Val o yo nos aseguremos que no este en el salón o pasillo al que vamos para no tener que cruzártelo.
—Pues es la única manera que encuentro.
—Hallie, solo habla con él, resuelvan… lo que sea que haya pasado entre ustedes y ya— Sadie me dedicó una de esas miradas comprensivas —. Estoy segura que hablando se resuelven las cosas.
Antes de contestarle, una tercera persona se nos unió.
—Hola, chicas, ¿Qué tal su día?
Apenas escuché la voz me puse en alerta, si Kira estaba aquí, puede significar que sus hermanos estén cerca, y la verdad es que aun no estoy lista para enfrentar a Seb.
—Hola, Kira— conteste al ver que Sadie se quedó muda —. Todo genial, ¿y tú?
—Bastante bien— sonrió, estiró una libreta hacia Sadie —. Muchas gracias por prestarme tus apuntes de algebra y calculo elemental, habría estado perdida sin tu ayuda.
—De…de nada— la mano de mi mejor amiga tembló al tomar la libreta.
Al parecer no soy la única que se pone nerviosa con la cercanía de un Kenner.
—Lo digo enserio, Sadie, me salvaste— Kira le volvió a sonreír para después posar su mano en el brazo de la pelinegra —. ¿Te parece si te invito el almuerzo hoy?, digo, si no te molesta, es lo menos que puedo hacer.
—N…no es necesario, me gusto serte de ayuda, digo, me gusta ayudar— sus mejillas se sonrojaron —. No me debes nada a cambio.
—Pero quiero hacerlo, no todos le prestan sus apuntes a una chica que apenas conocen— siguió la sacerdotisa, vi como mi mejor amiga se colocaba más nerviosa al tener la mano de la chica aun sobre su antebrazo —. Tal vez puede ser otra cosa, como ir al cine, o ir por un helado, ¿Qué dices?
Al ver que Sadie no contestaba le di un ligero golpe con el codo.
—Eh, claro, un helado estaría bien.
—Perfecto, ¿te parece bien el viernes?
—Claro.
—Estupendo, nos vemos el viernes— quitó su mano del brazo de la pelinegra y me miró —. Nos vemos después.
Kira siguió caminando por el pasillo, atrayendo las miradas de algunos estudiantes que iban pasando. Rápidamente tomé a Sadie del gancho para que avanzara.
—Asi que… ayudas a Kira Kenner, que interesante— dije con voz divertida al ver lo roja que estaba.
—No te burles, rubia— señaló rápidamente la pelinegra mientras intentaba no mirarme.
—No me burlo, solo se me hace bastante curioso— me reí —. ¿Y a qué se debe esa inexplicable y desinteresada acción con la chica nueva y bonita de Appleby?
—Solo estaba siendo amable.
—Aja— me paré frente a ella, mirando directamente sus ojos, a pesar de que ella intentaba evitarlo —. Te gusta, ¿no es asi?
—¿¡Que!? — agudizo demasiado la voz, un claro signo que estaba intentando mentir —. No, claro que no. Es una locura que pienses…— su voz se fue acallando.
—¿No eras tú la que hace unos minutos dijo que había que afrontar la verdad?
—Es diferente, entre Seb y tu paso algo, en cambio Kira y yo apenas hemos empezado a hablar de forma más seguida.
—Eso no impide que no pueda gustarte, Sadie.